Te escribo desde el corazón del frío en un piso pequeño en Madrid que nunca conociste.
Siempre que cae el invierno y se acerca la fecha de mi cumpleaños aumentan dentro de mi dos sensaciones inevitables. Creo que son parte de mi manera de mantenerte viva, no sólo en el recuerdo, sino en el presente del que forma parte del cofre que, normalmente, prefiero mantener enterrado en mi isla de niño perdido.
Una de las sensaciones es que sigues cerca, sobre todo en los malos momentos en los que siento la fuerza que me enseñaste a tener y muchas veces te recuerdo. Nunca pude imaginar mayor herencia que la música y la pasta y todas esas cosas que a veces se cuentan en los sitios aparentemente poco glamurosos, pero tan especiales e íntimos como lo pueden ser un fogón de cocina y un cassete reproduciendo algo de Puccini cantado por Pavarotti.
La otra sensación, la del otro lado del espejo, es que ya han pasado muchas navidades sin ti y a veces sueño despierto que soy de nuevo pequeño y paso una tarde a tu lado mientras tu relees esas novelas amarillas de acción y espionaje (Collezione I LIBRI GIALLI) que tanto te gustaban fumando un cigarrillo Benson & Hedges.
Esta tarde en una calle pequeña de Lavapiés, mientras regresaba a casa, me encontré sorprendido delante de una de esas ventanas de un bajo que dan a la calle, uno de esos que tan poca intimidad te conceden. Contrastaba el brillo amarillo de la tenue luz que proyectaba la ventana con el plúmbeo color de una tarde a punto de morir, aderezada con una lluvia tímida. Un perfecto día de mierda.
Una anciana delgada, casi huesuda como tu, se asomaba para cerrar la cortina y, al verme, nos sonreímos. Tenía el pelo blanco recogido en unos rulos de esos azules de antaño, que sirven para marcar el rizo al desplegarlos y estoy seguro de que al hacerlo nevará en algún lugar cercano.
El recuerdo fue automático y al anochecer llegaron estos pensamientos vestidos de palabras…
No quiero despedirte y dejarte con este sabor de melancolía. Quiero que sepas que estamos todos felices y luchando mucho. Yo estoy enamorado y me encantaría que conocieras a mi chica. Me escribo de vez en cuando con Ted, que sé que también te recuerda. Mamá está cada vez más chica. Creo que la gente, al hacerse grande, se acerca de alguna manera a la niñez, y es muy tierno verla cómo juega con sus perritos y cada cierto tiempo cambia el color de las paredes por uno más vivo y alegre. Su casa parece mexicana, es una niña grande y feliz.
Siento que en algún momento te reencontraré…
Dentro de nada cumplo 36 años. ¡Dios mío como pasa el tiempo, Yaya!
P.D.: Conservo en algún lugar indeterminado de la casa (ya me conoces) una lista de la compra escrita por ti en italiano, con tu caligrafía recta y perfecta que nunca aprendí ni tampoco olvidaré.
martes, 25 de noviembre de 2008
martes, 14 de octubre de 2008
El mundo cuadrado

Es muy difícil andar en un mundo cuadrado. El espacio suele ser limitado, rígido, lleno de bordes y aristas. Si te sales del camino plano marcado por la masa, te das cuenta que la linde está franqueada por un precipicio que te conduce a la nada... o lo que es lo mismo, te aleja de una tierra plana y yerma.
El horizonte del mundo cuadrado acaba en un filo de navaja, en una cárcel que separa los válidos de los inadaptados. El mundo cuadrado está construido de cemento por un reputado ingeniero/arquitecto, en él cada piso está perfectamente delimitado y, a medida que asciendes, aumenta el lujo y las finas líneas de diseño. En los pisos inferiores apenas llega la luz, el agua o la electricidad, y los muros alternan los caminos imposibles con las puertas que conducen a ninguna parte. Si tomas alguna de estas sendas corres el peligro de perderte para siempre. En el mundo cuadrado educan con el miedo, la victoria y la derrota, ponen valor a las cosas, números a las personas, las horas y los años, y los niños juegan a vídeojuegos que les muestran una galaxia inexistente.
Los ancianos tienen poca cabida y llega un momento en el que lo único que queda es esperar la muerte sentado frente a la tele. En el mundo cuadrado los colores son grises como el cemento, o metálicos como las máquinas; la música se reduce a una molesta explosión de ruido con mucha teoría para avalarla. El único resquicio de naturaleza que queda es una playa con una cartel inmenso a la entrada que pone PRIVADO y un montón de coches esperando dócilmente su turno para entrar. En el mundo cuadrado puedes soñar con la esperanza, pero ella es redonda y llena de colores, no conoce clases ni razas, no entiende de números ni mapas... Y tienes que pensar en redondo para darte cuenta de que a veces lo último que se pierde es lo primero que se encuentra. La redonda esperanza rompe las aristas de un un diseño perfectamente imperfecto.
martes, 30 de septiembre de 2008
jueves, 25 de septiembre de 2008
La caravana
El destino es una caravana que te transporta a través del desierto para encontrar el oasis dónde la felicidad deja de ser un sueño y se convierte en la realidad de cada día.
Transitar por la arena ardiendo requiere su aprendizaje, su tiempo. Al principio, te quemarás; con el tiempo, te acostumbrarás al sol abrasador, al frío, a las noches solitarias, al dibujo de las dunas siempre cambiante con el paso del tiempo, como un enorme reloj de arena que no se detiene.
Te sorprenderá la luna muerto de frío, quién sabe si al raso o con cobijo; tendrás que soportar la sed, el cansancio e, incluso, el paso de los años sin enloquecer del todo.
Y cuando llegue el momento, te darás cuenta de que amas el lugar dónde naciste por inhóspito y alejado del resto del mundo que se encuentre.
Amarás los atardeceres, las estrellas, el viento, el olor de la tierra, los colores de las telas que te visten, los animales y las personas que te acompañan... y un día tenderás tu mano en medio de la noche y otra mano llena de amor la acogerá. Entonces y sólo entonces entrarás en tu propio oasis, ese que está dentro de ti y te hace amar la vida con la intensidad del que se reconoce feliz para disfrutar cada momento.
Buen viaje y de corazón espero que lo encuentres.
Transitar por la arena ardiendo requiere su aprendizaje, su tiempo. Al principio, te quemarás; con el tiempo, te acostumbrarás al sol abrasador, al frío, a las noches solitarias, al dibujo de las dunas siempre cambiante con el paso del tiempo, como un enorme reloj de arena que no se detiene.
Te sorprenderá la luna muerto de frío, quién sabe si al raso o con cobijo; tendrás que soportar la sed, el cansancio e, incluso, el paso de los años sin enloquecer del todo.
Y cuando llegue el momento, te darás cuenta de que amas el lugar dónde naciste por inhóspito y alejado del resto del mundo que se encuentre.
Amarás los atardeceres, las estrellas, el viento, el olor de la tierra, los colores de las telas que te visten, los animales y las personas que te acompañan... y un día tenderás tu mano en medio de la noche y otra mano llena de amor la acogerá. Entonces y sólo entonces entrarás en tu propio oasis, ese que está dentro de ti y te hace amar la vida con la intensidad del que se reconoce feliz para disfrutar cada momento.
Buen viaje y de corazón espero que lo encuentres.
miércoles, 3 de septiembre de 2008
Nadie conoce a Nadie.
Nadie es como te voy a llamar, no porque sea tu nombre, sino porque no quiero que puedan relacionarte. Tienes 3 años y parece que te sacaron de un cuento de las mil y una noches, no sólo por lo bonita sino por tu procedencia; la genética pesa.
Tus padres son del continente africano de un país muy cerquita de Marruecos. Ninguno de los dos alcanza los 35 años. Tienes 2 hermanos, uno más pequeño que no llegará a los dos años y otro más grande de siete. Me contaste que tu padre está de viaje y que tenías muchas ganas de que regresara. Yo lo conozco y sé a que se dedica. Creo que el viaje durará cuatro años tres meses y un día. Lo llaman una yeyé en jerga taleguera, pero con la condicional seguro que cuando cumplas 5 años podrá, si es un poco listo, dormir en casa y verte de vez en cuando.
Tu padre un día me contó que llegó a España en un barco cargado de muerte y espanto y que pagó por el pasaje lo que ganaba en un año en su país. Viajó con otras 20 personas, de noche, y a la carrera acabó en Madrid en un bus de madrugada, sin papeles ni dinero para mantenerse. Me contó que de ilegal ganaba 500 euros al mes y las gracias (para mantenerse él y enviar dinero a su familia), por trabajos sin contrato ni corazón. Nunca faltaron los hijos de puta que se aprovechan de la miseria ajena para hacer su fortuna. Al tiempo, conoció en la calle a compatriotas y la posibilidad de ganar 10 veces su mensualidad. Adivina el curro...
Luego trajo al resto de la familia, escolarizó a sus hijos y siguió buscándose la vida sentado en una de las muchas terrazas de la zona. No pretendo justificar a nadie ni animar a delinquir al que cobre un sueldo miserable, pero tampoco pretendo decorar la realidad, esto es lo que hay y a bocajarro lo cuento.
Ayer me contaste eso en la puerta de un garito a las 12 de la noche mientras jugábamos a pintar encima del capó de un coche. Tenías lo ojos llenos de sueño y tu madre estaba medio pedo dentro con tu hermano abrazado a su cadera.
Por un momento me entraron ganas de llevarte a mi casa darte de cenar y meterte en la cama a dormir, que es lo que una nena de tres años tiene que estar haciendo a esa hora.
Por un momento, pensé que vivimos en un sistema de mierda, que seguramente te alejaría de tus padres por tu bien y así terminaría de quitártelo todo, tu país y tu familia, pero eso creo que te causaría a posteriori más daño que otra cosa.
Por un momento, me entraron ganas de darle un bofetón a tu madre (no es la primera vez que le ruego que se valla a casa a acostar a sus hijos) y pedirle cuentas por algo en lo que no tengo nada que ver, pero detesto tanto la violencia como la injusticia
Me fui llorando a casa con un beso de Nadie estampado en la cara y la tristeza de imaginar su vida futura, ojalá (OH ALÁ) que me equivoque.
Esta mañana me levanté con el sabor amargo que hace que te sientes delante del ordenador y busques palabras para explicar una situación inexplicable y entender un mundo que no comprendo y lo peor, cuando me encuentro con estas situaciones, no se que hacer para mejorarlo.
Seguramente la persona que más piensa en Nadie ahora mismo esté paseando en un patio sin horizonte. Seguramente tú, princesa, no entiendas la mayoría de las cosas que te ocurran, pero no te preocupes. Tengo 32 años más que tu y tampoco las entiendo...
Muerto de pena
Christian
Tus padres son del continente africano de un país muy cerquita de Marruecos. Ninguno de los dos alcanza los 35 años. Tienes 2 hermanos, uno más pequeño que no llegará a los dos años y otro más grande de siete. Me contaste que tu padre está de viaje y que tenías muchas ganas de que regresara. Yo lo conozco y sé a que se dedica. Creo que el viaje durará cuatro años tres meses y un día. Lo llaman una yeyé en jerga taleguera, pero con la condicional seguro que cuando cumplas 5 años podrá, si es un poco listo, dormir en casa y verte de vez en cuando.
Tu padre un día me contó que llegó a España en un barco cargado de muerte y espanto y que pagó por el pasaje lo que ganaba en un año en su país. Viajó con otras 20 personas, de noche, y a la carrera acabó en Madrid en un bus de madrugada, sin papeles ni dinero para mantenerse. Me contó que de ilegal ganaba 500 euros al mes y las gracias (para mantenerse él y enviar dinero a su familia), por trabajos sin contrato ni corazón. Nunca faltaron los hijos de puta que se aprovechan de la miseria ajena para hacer su fortuna. Al tiempo, conoció en la calle a compatriotas y la posibilidad de ganar 10 veces su mensualidad. Adivina el curro...
Luego trajo al resto de la familia, escolarizó a sus hijos y siguió buscándose la vida sentado en una de las muchas terrazas de la zona. No pretendo justificar a nadie ni animar a delinquir al que cobre un sueldo miserable, pero tampoco pretendo decorar la realidad, esto es lo que hay y a bocajarro lo cuento.
Ayer me contaste eso en la puerta de un garito a las 12 de la noche mientras jugábamos a pintar encima del capó de un coche. Tenías lo ojos llenos de sueño y tu madre estaba medio pedo dentro con tu hermano abrazado a su cadera.
Por un momento me entraron ganas de llevarte a mi casa darte de cenar y meterte en la cama a dormir, que es lo que una nena de tres años tiene que estar haciendo a esa hora.
Por un momento, pensé que vivimos en un sistema de mierda, que seguramente te alejaría de tus padres por tu bien y así terminaría de quitártelo todo, tu país y tu familia, pero eso creo que te causaría a posteriori más daño que otra cosa.
Por un momento, me entraron ganas de darle un bofetón a tu madre (no es la primera vez que le ruego que se valla a casa a acostar a sus hijos) y pedirle cuentas por algo en lo que no tengo nada que ver, pero detesto tanto la violencia como la injusticia
Me fui llorando a casa con un beso de Nadie estampado en la cara y la tristeza de imaginar su vida futura, ojalá (OH ALÁ) que me equivoque.
Esta mañana me levanté con el sabor amargo que hace que te sientes delante del ordenador y busques palabras para explicar una situación inexplicable y entender un mundo que no comprendo y lo peor, cuando me encuentro con estas situaciones, no se que hacer para mejorarlo.
Seguramente la persona que más piensa en Nadie ahora mismo esté paseando en un patio sin horizonte. Seguramente tú, princesa, no entiendas la mayoría de las cosas que te ocurran, pero no te preocupes. Tengo 32 años más que tu y tampoco las entiendo...
Muerto de pena
Christian
martes, 26 de agosto de 2008
La promesa de la libertad
Pasa el verano y ese dios hermoso que sabe a mar, a libertad, a ‘viaja sin saber dónde llegarás, sin importante el tiempo ni las horas’. Cuatro vuelos, seis trenes, un coche de alquiler, Alicante, Lisboa, Bulgaria, el Mar Negro, casi Grecia, regreso, Málaga, Sevilla y, finalmente, Madrid me separan del pistoletazo de salida a una libertad limitada en el tiempo, pero inmensamente feliz.
Este verano me sorprendió enamorado de la mano de una mujer que adoro, me trae la felicidad que sólo el sur y ese sentimiento eterno me hace sentir. De la mano de un hermano volando quilómetros, cerveza y ciudades encantadas en un país que sabe a la antigua Rusia comunista, a Grecia, a Turquía musulmana, a personas amables por naturaleza y educación, a playas libres donde bailar y contemplar el amanecer.
No se hablar sin tener en cuenta el trozo de alma que encontré perdido en el tiempo, ni el sentimiento de fuego que recorre mis venas mientras acaricio tu cuerpo de mujer de raza y los ojos que me clavan en un minarete en el que un hombre grita a Dios, porque esa es su forma de agradecerle que te cruzaras en mi camino.
El verano continúa pero aparco mi cuerpo delante de un ordenador sin sentimientos y de un sistema más insensible que necesita que le pague el tributo de mil gotas de sangre al día a cambio de treinta monedas de oro. La libertad se vende pero no se pierde y tiembla de rabia recordando que no muy lejos el mar ruge amaneceres.
Feliz regreso a casa chicos, el que sepa dónde está, que busque dinamita para que la volemos.
Buenas noches princesa
Este verano me sorprendió enamorado de la mano de una mujer que adoro, me trae la felicidad que sólo el sur y ese sentimiento eterno me hace sentir. De la mano de un hermano volando quilómetros, cerveza y ciudades encantadas en un país que sabe a la antigua Rusia comunista, a Grecia, a Turquía musulmana, a personas amables por naturaleza y educación, a playas libres donde bailar y contemplar el amanecer.
No se hablar sin tener en cuenta el trozo de alma que encontré perdido en el tiempo, ni el sentimiento de fuego que recorre mis venas mientras acaricio tu cuerpo de mujer de raza y los ojos que me clavan en un minarete en el que un hombre grita a Dios, porque esa es su forma de agradecerle que te cruzaras en mi camino.
El verano continúa pero aparco mi cuerpo delante de un ordenador sin sentimientos y de un sistema más insensible que necesita que le pague el tributo de mil gotas de sangre al día a cambio de treinta monedas de oro. La libertad se vende pero no se pierde y tiembla de rabia recordando que no muy lejos el mar ruge amaneceres.
Feliz regreso a casa chicos, el que sepa dónde está, que busque dinamita para que la volemos.
Buenas noches princesa
jueves, 17 de julio de 2008
Ayer se abrió una puerta
Nació Daniel. Pesa 4.230 gramos y mide 53 centímetros. Para mi no es simplemente un nacimiento. Es el hijo de dos personas que forman parte de la familia espiritual que siempre me ha acompañado, y siento una gran emoción al saber que llega uno más de los nuestros. En esta ocasión me cuesta mucho encontrar las palabras que puedan definir mis sentimientos y realmente las puedo resumir en una: amor.
Esto no es una felicitación; es un agradecimiento a mi hermano Coche quien, durante 27 años, me regaló su amistad incondicional a prueba de tiempo y decepciones, y supo con su inmensa sabiduría iluminar los peores momentos de mi vida recordándome en éstos, que, pase lo que pase, no estoy solo.
A él, a Anita, que tanto amor y comprensión me brindó desde el primer momento que nos conocimos, hasta la maravillosa amistad que en la actualidad tenemos, por todas las cosas bonitas que me ha enseñado, por todo el amor demostrado, porque durante mucho tiempo fuisteis una razón poderosa para seguir luchando, muchas veces sin saber por qué, o con la única alegría de saber que nos volveríamos a ver pronto. Por los atardeceres cerca del mar, por vivir en el Sur, donde con tanta facilidad encuentro al dios escondido, y porque con amigos como vosotros merece la pena seguir viviendo, Gracias.
La familia consanguínea viene ya determinada desde nuestro nacimiento. La espiritual es la suerte de luces que encontramos durante el tránsito de nuestra vida, y en esa familia acabamos de incorporar un miembro nuevo. Como dice mi hermano Pedro: ya somos padres.
Todas las bendiciones, todos los dones y en especial te deseo, Daniel, que Jano, el de las puertas, tú que acabas de cruzar el umbral, te acompañe, te bendiga y sea tan generoso como lo fue conmigo dándome la oportunidad de transitar el sendero con tus padres cerca. Pronto te conoceré, más adelante nos reconoceremos...
Desde el corazón
Christian
Esto no es una felicitación; es un agradecimiento a mi hermano Coche quien, durante 27 años, me regaló su amistad incondicional a prueba de tiempo y decepciones, y supo con su inmensa sabiduría iluminar los peores momentos de mi vida recordándome en éstos, que, pase lo que pase, no estoy solo.
A él, a Anita, que tanto amor y comprensión me brindó desde el primer momento que nos conocimos, hasta la maravillosa amistad que en la actualidad tenemos, por todas las cosas bonitas que me ha enseñado, por todo el amor demostrado, porque durante mucho tiempo fuisteis una razón poderosa para seguir luchando, muchas veces sin saber por qué, o con la única alegría de saber que nos volveríamos a ver pronto. Por los atardeceres cerca del mar, por vivir en el Sur, donde con tanta facilidad encuentro al dios escondido, y porque con amigos como vosotros merece la pena seguir viviendo, Gracias.
La familia consanguínea viene ya determinada desde nuestro nacimiento. La espiritual es la suerte de luces que encontramos durante el tránsito de nuestra vida, y en esa familia acabamos de incorporar un miembro nuevo. Como dice mi hermano Pedro: ya somos padres.
Todas las bendiciones, todos los dones y en especial te deseo, Daniel, que Jano, el de las puertas, tú que acabas de cruzar el umbral, te acompañe, te bendiga y sea tan generoso como lo fue conmigo dándome la oportunidad de transitar el sendero con tus padres cerca. Pronto te conoceré, más adelante nos reconoceremos...
Desde el corazón
Christian
jueves, 10 de julio de 2008
tuerca&tornillo
jueves, 26 de junio de 2008
Auto recomendación
Desnúdate, que es tarde para seguir parapetados. Desnúdate y sal del escondite en el que tiemblas. Sé que es complicado y que a corazón abierto todo duele y emociona más, si cabe. Desnudo todo se detiene. Estás tu y el resto, tu y esa parte escondida que rezabas para que apareciera, respirando fuerte, delante de ti y, a veces, delante de la sombra.
Desnúdate y abraza la vida. Abre los ojos que, desgraciadamente, están poco acostumbrados a la luz. Olvida las cicatrices que te hirieron y las marcas que dejó en tu cuerpo la armadura, después de tanto tiempo de cargar, corriendo de un lado a otro con el pesado acero protegiéndote de todo, menos de ti mismo. Desnúdate, corazón, y olvida el miedo de metal. Sufrir es parte del viaje, de esta estación.
Para poner en su sitio el mundo y poder amar, simplemente, amar, y sentarte en la orilla de los que celebran la vida, gane o pierda. Ya da igual, no puedo seguir escondiéndote para que no sientas; no puedo cerrar los ojos y dejar que pase para sentirme seguro; no puedo renunciar a vivir con el corazón porque sufrí la tormenta y convertir la estrella en fugaz cometa.
Desnúdate mi corazón... Pero nunca te regales.
Desnúdate y abraza la vida. Abre los ojos que, desgraciadamente, están poco acostumbrados a la luz. Olvida las cicatrices que te hirieron y las marcas que dejó en tu cuerpo la armadura, después de tanto tiempo de cargar, corriendo de un lado a otro con el pesado acero protegiéndote de todo, menos de ti mismo. Desnúdate, corazón, y olvida el miedo de metal. Sufrir es parte del viaje, de esta estación.
Para poner en su sitio el mundo y poder amar, simplemente, amar, y sentarte en la orilla de los que celebran la vida, gane o pierda. Ya da igual, no puedo seguir escondiéndote para que no sientas; no puedo cerrar los ojos y dejar que pase para sentirme seguro; no puedo renunciar a vivir con el corazón porque sufrí la tormenta y convertir la estrella en fugaz cometa.
Desnúdate mi corazón... Pero nunca te regales.
jueves, 12 de junio de 2008
IF
Si sigues emocionándote delante de el mar
si Andas sin luz y muchas veces sin sentido pero continúas marchando
si aún te arrodillas y cierras los ojos para agradecer que estás vivo
si enciendes el faro para que llegue el barco y te recoja
si duermes soñando que mañana será una aventura preciosa para vivir
si no pierdes la sonrisa con los años, si te sigue emocionando la música
si creció la capacidad de amar y de creer en ti mismo tanto como en los demás
si sueñas que los milagros son posibles pero no te hacen falta
si encuentras amigos, libros canciones y experiencias
si tienes guardada en un cajón una carta de amor antigua, una foto de algún familiar que amaste, un beso regalado estampado en una servilleta
si te sumergiste desnudo en el mar
si corriste en un bosque mientras llovía y saltaste al vacío gritando de felicidad.
si de vez en cuando bailas toda la noche y te paras en la calle a ver amanecer sin importar el día de la semana
si siempre guardas una botella para celebrar lo inesperado
si alguna vez bailaste con la más guapa y besaste con pasión a la más féa
si te volviste loco de puro loco y al abandono amaneciste en unos brazos desconocidos
si visitaste el infierno y regresaste más fuerte
si amaste tanto que alguien, durante un tiempo, fue casa y cobijo para tu alma
si cuando llueve te mojas feliz mientras el resto corre a resguardarse
si no tienes complejos para decir ‘te quiero’ cuando lo sientes
si tienes amigos desde la infancia y no pasa demasiado tiempo sin que los veas
si tuviste un animal cerca, sombra fiel y compartiste con él sentimientos maravillosos
si te reconoces capaz de perderlo todo menos el honor
si nunca vendiste tu alma ni compraste la libertad de nadie
si no guardas rencor a quién dejó de amarte ni siquiera cuando la separación fue complicada
si tienes la confianza de que lo mejor de tu vida está siempre por llegar…
Al despertar de este sueño, podrás decir “he vivido”.
Y mucho más aún, SERÁS DE PUTA MADRE, hijo mío.
Dedicado a el hombre que pudo reinar y leer en la naturaleza el libro de la selva
si Andas sin luz y muchas veces sin sentido pero continúas marchando
si aún te arrodillas y cierras los ojos para agradecer que estás vivo
si enciendes el faro para que llegue el barco y te recoja
si duermes soñando que mañana será una aventura preciosa para vivir
si no pierdes la sonrisa con los años, si te sigue emocionando la música
si creció la capacidad de amar y de creer en ti mismo tanto como en los demás
si sueñas que los milagros son posibles pero no te hacen falta
si encuentras amigos, libros canciones y experiencias
si tienes guardada en un cajón una carta de amor antigua, una foto de algún familiar que amaste, un beso regalado estampado en una servilleta
si te sumergiste desnudo en el mar
si corriste en un bosque mientras llovía y saltaste al vacío gritando de felicidad.
si de vez en cuando bailas toda la noche y te paras en la calle a ver amanecer sin importar el día de la semana
si siempre guardas una botella para celebrar lo inesperado
si alguna vez bailaste con la más guapa y besaste con pasión a la más féa
si te volviste loco de puro loco y al abandono amaneciste en unos brazos desconocidos
si visitaste el infierno y regresaste más fuerte
si amaste tanto que alguien, durante un tiempo, fue casa y cobijo para tu alma
si cuando llueve te mojas feliz mientras el resto corre a resguardarse
si no tienes complejos para decir ‘te quiero’ cuando lo sientes
si tienes amigos desde la infancia y no pasa demasiado tiempo sin que los veas
si tuviste un animal cerca, sombra fiel y compartiste con él sentimientos maravillosos
si te reconoces capaz de perderlo todo menos el honor
si nunca vendiste tu alma ni compraste la libertad de nadie
si no guardas rencor a quién dejó de amarte ni siquiera cuando la separación fue complicada
si tienes la confianza de que lo mejor de tu vida está siempre por llegar…
Al despertar de este sueño, podrás decir “he vivido”.
Y mucho más aún, SERÁS DE PUTA MADRE, hijo mío.
Dedicado a el hombre que pudo reinar y leer en la naturaleza el libro de la selva
martes, 3 de junio de 2008
A veces, me pregunto qué estarás haciendo, dónde te escondiste, si te mojó la lluvia, si fuiste feliz o dedicaste el tiempo a poner cada ladrillito en su sitio, a puntualizar la realidad.
A veces, me pregunto de dónde eres, si estarás cerca, si te conozco o si pasaste alguna vez a mi lado, quizá en un viaje; un solo instante bastó, un olor, una mirada, algo que gritaba al inconsciente y quedó a la espera del reencuentro.
Dejé de pensar que fueras única, que aparecerías justo antes de desaparecer en el precipicio para tenderme la mano. A mí me tocó compartir más, conocer más gente.
Puede que por mí mismo o por liberarme del pasado, puede que por ceñirme a lo irreal del ‘por cojones’ o porque en esta película tomes la dirección que sea, hay experiencias comunes, paso obligado para cualquier caminante.
Te enfrentarás a un dictador, a tus miedos, te verás sólo y una parte de ti nunca terminará de creer lo que ocurre, conocerás el amor y la soledad, la alegría y la tristeza, la salud y la enfermedad, la vida y la muerte...
Y ese guión, que tanto cambia al personalizarse, que tantos matices adquiere, que tanto ignoramos, nos mantiene alejados y desconocidos en esa parte escondida que unas veces se levanta con ganas de buscarte y otras se abraza a los besos regalados para que no pase tanto tiempo naufrago en el mar sin unos brazos que me acojan, por mucho que, al día siguiente, siga buscándote en el mismo lugar, dentro de el mismo sueño.
A veces, me pregunto de dónde eres, si estarás cerca, si te conozco o si pasaste alguna vez a mi lado, quizá en un viaje; un solo instante bastó, un olor, una mirada, algo que gritaba al inconsciente y quedó a la espera del reencuentro.
Dejé de pensar que fueras única, que aparecerías justo antes de desaparecer en el precipicio para tenderme la mano. A mí me tocó compartir más, conocer más gente.
Puede que por mí mismo o por liberarme del pasado, puede que por ceñirme a lo irreal del ‘por cojones’ o porque en esta película tomes la dirección que sea, hay experiencias comunes, paso obligado para cualquier caminante.
Te enfrentarás a un dictador, a tus miedos, te verás sólo y una parte de ti nunca terminará de creer lo que ocurre, conocerás el amor y la soledad, la alegría y la tristeza, la salud y la enfermedad, la vida y la muerte...
Y ese guión, que tanto cambia al personalizarse, que tantos matices adquiere, que tanto ignoramos, nos mantiene alejados y desconocidos en esa parte escondida que unas veces se levanta con ganas de buscarte y otras se abraza a los besos regalados para que no pase tanto tiempo naufrago en el mar sin unos brazos que me acojan, por mucho que, al día siguiente, siga buscándote en el mismo lugar, dentro de el mismo sueño.
viernes, 30 de mayo de 2008
Escaleras al infierno
Quizá la arena que ahora escapa de tus manos sea la que marque el reloj de tu tiempo de felicidad. No te lamentes si no comprendes el por qué, simplemente agradece la información al destino, pues sólo con ella podremos evitar sufrir en el futuro.
Escribo palabras para que el viento las lleve a quién las necesite escuchar, y para mi mismo, que no regresé del laberinto porque Ariadna decidió tirar de bobina para coserse unos botones en su chaqueta (eso sí, muy bonitos) y volvió a casa con un pequeño olvido.
Yo supuestamente descendía las escaleras del infierno, que son esas en las que escuchas a Sabina, a Aute a Alejandro Filo, empaquetas cajas, intentas guardar fotos sin prestarles mucha atención y en fin, bajas peldaño a peldaño cada uno de lo estadios que conducen a la presencia de la bestia.
El día que encontré al Minotauro, que toqué fondo, no podía entra a una casa que supuestamente me pertenecía en lo formal, y en lo sentimental me pesaba como una argolla atada a mi pierna izquierda en medio del mar. Me quedé sentado en el portal durante muchas horas. Anocheció y, muerto de frío, cansancio y tristeza, ascendí los cuatro pisos sin ascensor que me separaban de lo que en, ese momento se me antojaba la puerta del infierno, con inscripción de "abandona al entrar cualquier esperanza" incluida. Inevitablemente, entré sin querer pensar (y sin poder remediarlo) dónde estaba Ariadna, luego me encaminé al baño que estaba oculto o perdido en cualquiera de los recodos del mini laberinto, me lavé la cara y me encontré a bocajarro directamente enfrente del rostro del Minotauro que hacia años que me esperaba al otro lado del espejo. ...
Al tiempo, nos hicimos íntimos, cenamos mientras repasamos lectura juntos, lloramos, reímos, nos emborrachamos y salimos de caza. Él me enseñó que mi parte animal es mucho más humana que la persona que se marchó, y que, con pocas cosas, mucho amor instintivo, aspecto fiero y años de levantar cimientos a tu alrededor, se puede aprender tanto como para darte cuenta que el infierno es paso obligado para encontrar a Enkidu y que conviva en paz junto al príncipe Gilgamesh, que vivía entre algodones, y, no tenía ni puta idea de la vida antes de conocer al animal, y darse cuenta que no podía prescindir de el siquiera tras la muerte.
A veces, en el hades, conoces personas y aprecias matices nuevos. De el mío salí con una pluma en la mano y entre el mar y el asfalto en la cabeza; muchos besos desconocidos y una postal escrita por el animal que rezaba "no regreses es simplemente innecesario". Y cuando el frío aprieta o siento el puñal canalla de quién me amaba y ahora pretende desangrarme, la releo mientras intento recuperar el sueño perdido.
No en vano prefiero a los animales...
Escribo palabras para que el viento las lleve a quién las necesite escuchar, y para mi mismo, que no regresé del laberinto porque Ariadna decidió tirar de bobina para coserse unos botones en su chaqueta (eso sí, muy bonitos) y volvió a casa con un pequeño olvido.
Yo supuestamente descendía las escaleras del infierno, que son esas en las que escuchas a Sabina, a Aute a Alejandro Filo, empaquetas cajas, intentas guardar fotos sin prestarles mucha atención y en fin, bajas peldaño a peldaño cada uno de lo estadios que conducen a la presencia de la bestia.
El día que encontré al Minotauro, que toqué fondo, no podía entra a una casa que supuestamente me pertenecía en lo formal, y en lo sentimental me pesaba como una argolla atada a mi pierna izquierda en medio del mar. Me quedé sentado en el portal durante muchas horas. Anocheció y, muerto de frío, cansancio y tristeza, ascendí los cuatro pisos sin ascensor que me separaban de lo que en, ese momento se me antojaba la puerta del infierno, con inscripción de "abandona al entrar cualquier esperanza" incluida. Inevitablemente, entré sin querer pensar (y sin poder remediarlo) dónde estaba Ariadna, luego me encaminé al baño que estaba oculto o perdido en cualquiera de los recodos del mini laberinto, me lavé la cara y me encontré a bocajarro directamente enfrente del rostro del Minotauro que hacia años que me esperaba al otro lado del espejo. ...
Al tiempo, nos hicimos íntimos, cenamos mientras repasamos lectura juntos, lloramos, reímos, nos emborrachamos y salimos de caza. Él me enseñó que mi parte animal es mucho más humana que la persona que se marchó, y que, con pocas cosas, mucho amor instintivo, aspecto fiero y años de levantar cimientos a tu alrededor, se puede aprender tanto como para darte cuenta que el infierno es paso obligado para encontrar a Enkidu y que conviva en paz junto al príncipe Gilgamesh, que vivía entre algodones, y, no tenía ni puta idea de la vida antes de conocer al animal, y darse cuenta que no podía prescindir de el siquiera tras la muerte.
A veces, en el hades, conoces personas y aprecias matices nuevos. De el mío salí con una pluma en la mano y entre el mar y el asfalto en la cabeza; muchos besos desconocidos y una postal escrita por el animal que rezaba "no regreses es simplemente innecesario". Y cuando el frío aprieta o siento el puñal canalla de quién me amaba y ahora pretende desangrarme, la releo mientras intento recuperar el sueño perdido.
No en vano prefiero a los animales...
jueves, 22 de mayo de 2008
Amanece
Existe un tiempo indefinido, el que anuncia algo grande, el que vaticina que Samsara la rueda de la vida, está apunto de girar completamente. Es la paz que precede a la batalla, es el instante anterior al amanecer, cuando todo parece suspendido en el aire, cuando crees que no está ocurriendo nada, que seguirás siempre igual, que estás condenado a la oscuridad y el silencio... Y, entonces...
Comienza a sonar la orquesta. Al principio levemente. Entran los violines y casi no los escuchas, pero dentro, esa parte que aún cree que los sueños se pueden realizar, te advierte de que algo está pasando. Aumenta el sonido, el firmamento cambia de color: al principio el negro azul se torna grisáceo, luego eléctrico, violáceo, dejan de verse con nitidez las estrellas, porque ya no necesitas señales pequeñas para iluminar un camino que deja de ser oscuro.
Se añaden nuevos instrumentos a los violines: violas, violonchelos y contrabajos, la familia completa de cuerdas. Todo se sostiene y atisbas a entender la dirección del sendero andado. Distingues los pájaros trazando en el cielo caminos invisibles. La luz aumenta y ya no sientes frío en tus pies descalzos sobre la arena.
Poco a poco, el morado da paso al rojo. Entonces, el viento metal, trompas, cornetas, tubas… hacen que recuperes la fuerza, que se diluya la tristeza y te sientas pequeño ante el milagro de lo que ocurre y grande por participar de él. Irrumpe el coro. Las voces se mezclan con los anteriores sonidos y te das cuenta de que no estás solo, que la playa está llena de hombres y mujeres de todas partes que, como tu, llegaron al mismo momento de paz y comprensión. Alargas tu mano y encuentras otra que la recoge. Aumenta el ritmo, entra la percusión y todo adquiere velocidad. Los tambores retumban fuera y dentro de ti. Percibes que la caja de resonancia es tu alma, que despierta ante una llama de fuego que convierte al rojo en naranja, al naranja en amarillo y un circulo incandescente ilumina un firmamento lleno de matices de colores, de luz. Escuchas la orquesta al completo vibrando.
Las lágrimas limpian tus ojos cansados, sientes una emoción que creías perdida en la infancia y por fin comprendes por un instante que formas parte de la naturaleza, de los animales. del sonido, del viento, del color, de los que te acompañan, del mar, del sol, del universo y arrodillado en la orilla de un mundo despierto das las gracias y prosigues tu camino con el fuego del amanecer en ti.
Comienza a sonar la orquesta. Al principio levemente. Entran los violines y casi no los escuchas, pero dentro, esa parte que aún cree que los sueños se pueden realizar, te advierte de que algo está pasando. Aumenta el sonido, el firmamento cambia de color: al principio el negro azul se torna grisáceo, luego eléctrico, violáceo, dejan de verse con nitidez las estrellas, porque ya no necesitas señales pequeñas para iluminar un camino que deja de ser oscuro.
Se añaden nuevos instrumentos a los violines: violas, violonchelos y contrabajos, la familia completa de cuerdas. Todo se sostiene y atisbas a entender la dirección del sendero andado. Distingues los pájaros trazando en el cielo caminos invisibles. La luz aumenta y ya no sientes frío en tus pies descalzos sobre la arena.
Poco a poco, el morado da paso al rojo. Entonces, el viento metal, trompas, cornetas, tubas… hacen que recuperes la fuerza, que se diluya la tristeza y te sientas pequeño ante el milagro de lo que ocurre y grande por participar de él. Irrumpe el coro. Las voces se mezclan con los anteriores sonidos y te das cuenta de que no estás solo, que la playa está llena de hombres y mujeres de todas partes que, como tu, llegaron al mismo momento de paz y comprensión. Alargas tu mano y encuentras otra que la recoge. Aumenta el ritmo, entra la percusión y todo adquiere velocidad. Los tambores retumban fuera y dentro de ti. Percibes que la caja de resonancia es tu alma, que despierta ante una llama de fuego que convierte al rojo en naranja, al naranja en amarillo y un circulo incandescente ilumina un firmamento lleno de matices de colores, de luz. Escuchas la orquesta al completo vibrando.
Las lágrimas limpian tus ojos cansados, sientes una emoción que creías perdida en la infancia y por fin comprendes por un instante que formas parte de la naturaleza, de los animales. del sonido, del viento, del color, de los que te acompañan, del mar, del sol, del universo y arrodillado en la orilla de un mundo despierto das las gracias y prosigues tu camino con el fuego del amanecer en ti.
martes, 20 de mayo de 2008
Amar es..
Quizá esta sea la última lágrima que viertas al suelo insaciable. Quizá de ésta crezca la semilla de la comprensión del que abandona el espacio de las relatividades y deja la lupa, cristal precioso del cesar, que teñía de colores el circo y añadía un matiz más a la realidad, por lo general tan difícil de apreciar, siempre filtrada por nuestros anhelos, miedos y la propia identificación del yo que se cobra su parte de disfraz, impidiendo desnudarnos al sol y entender que amar no es más que la interpretación penosa o enorme (depende de nuestra percepción) de un sentimiento de gravedad humana. La tierra nos atrae a su corazón para no dejar que nos perdamos en el espacio infinito, y así tu corazón me atrae para perderme en el finito espacio de tus brazos, a veces tan grande y otras, en cambio, tan carcelario.
No conoces más que un mundo de sentimientos y eso es lo que te impide ver el resto, siempre como loco tras un corazón desbocado, sin decisión de amar, sin contraste personal entre los signos externos y el redoble del miocardio. Detente un poco y experimenta la paz, o su hermana pequeña la tranquilidad: sin ella es imposible no apretar el botón de autodestrucción.
No conoces más que un mundo de pensamiento; concédete la posibilidad de aprender sin juzgar en qué fallaste. Ten por seguro que no se trata de acertar, esa regla cayó cuando te diste cuenta que nadie se merece que le califiquen, que tú no eres tus números, ni tus títulos ni tus medallas: eres una mujer que busca la luz en alguien que la ama y apaga sus día a la espera, en medio de un mundo en blanco y negro (con mucho grano).
Enciende tu alma, no pidas nada, vive el minutito precioso, el que te trae esta primavera, el que te lleva a levantar el teléfono, llamar a Dios y amenazarle con que le vigilas. Descojónate del mundo. No creas que todo lo que te está pasando es real ni un castigo, no busques más, encuéntrate y date el privilegio, concédete el divino sentimiento de disfrutar la vida que se llama entusiasmo, que abre los colores a una mañana en la que casi sin querer tropezarás con esa persona llamando a la puerta abierta de un corazón sabio de experiencias y feliz, al fin y al cabo, de seguir latiendo.
Tú eres mucho más fuerte que la mujer rota que me pregunta, mucho más que la mujer que espera. Sal de tu propio sueño, ése que no te permite verte completa, tal y como yo te veo. Cuando llega el momento no es por casualidad, es por que tú de alguna forma estás de nuevo preparada para vivirlo. Túmbate en el cielo, sin miedo y disfruta de un firmamento que te acoge y te permite brillar y mantener encendida la luz de tu alma. El tiempo no existe, tómate todo el que necesites y recoge la flor que este niño perdido, que juega a ser pirata, te da y te regala junto con un secreto que dice que amar es con amor y, el resto, es el polvo del mandala que, suerte de colores, esparcirá al viento el cuadro de una vida que ya no es la tuya sino de alguien que sufría y quedó atrás, herida a muerte por la felicidad.
Te lo dice tu hermanito que, a fuerza de equivocarse, se atreve a darte consejos con tal de verte feliz.
Uno, dos, tres. Abre los ojos, despierta; vive...
No conoces más que un mundo de sentimientos y eso es lo que te impide ver el resto, siempre como loco tras un corazón desbocado, sin decisión de amar, sin contraste personal entre los signos externos y el redoble del miocardio. Detente un poco y experimenta la paz, o su hermana pequeña la tranquilidad: sin ella es imposible no apretar el botón de autodestrucción.
No conoces más que un mundo de pensamiento; concédete la posibilidad de aprender sin juzgar en qué fallaste. Ten por seguro que no se trata de acertar, esa regla cayó cuando te diste cuenta que nadie se merece que le califiquen, que tú no eres tus números, ni tus títulos ni tus medallas: eres una mujer que busca la luz en alguien que la ama y apaga sus día a la espera, en medio de un mundo en blanco y negro (con mucho grano).
Enciende tu alma, no pidas nada, vive el minutito precioso, el que te trae esta primavera, el que te lleva a levantar el teléfono, llamar a Dios y amenazarle con que le vigilas. Descojónate del mundo. No creas que todo lo que te está pasando es real ni un castigo, no busques más, encuéntrate y date el privilegio, concédete el divino sentimiento de disfrutar la vida que se llama entusiasmo, que abre los colores a una mañana en la que casi sin querer tropezarás con esa persona llamando a la puerta abierta de un corazón sabio de experiencias y feliz, al fin y al cabo, de seguir latiendo.
Tú eres mucho más fuerte que la mujer rota que me pregunta, mucho más que la mujer que espera. Sal de tu propio sueño, ése que no te permite verte completa, tal y como yo te veo. Cuando llega el momento no es por casualidad, es por que tú de alguna forma estás de nuevo preparada para vivirlo. Túmbate en el cielo, sin miedo y disfruta de un firmamento que te acoge y te permite brillar y mantener encendida la luz de tu alma. El tiempo no existe, tómate todo el que necesites y recoge la flor que este niño perdido, que juega a ser pirata, te da y te regala junto con un secreto que dice que amar es con amor y, el resto, es el polvo del mandala que, suerte de colores, esparcirá al viento el cuadro de una vida que ya no es la tuya sino de alguien que sufría y quedó atrás, herida a muerte por la felicidad.
Te lo dice tu hermanito que, a fuerza de equivocarse, se atreve a darte consejos con tal de verte feliz.
Uno, dos, tres. Abre los ojos, despierta; vive...
martes, 13 de mayo de 2008
DESPEDIDA
Abrí la mano y se hizo madera, mis dedos verdes hojas se doblaban a la brisa. Clavé mi pié en la tierra, dentro, para sentirme cerca de ella, para ser más fuerte y crecer. Busqué la luz desde el tallo hasta divisar un horizonte verde de hermanos que me acompañaban. Fui cobijo de vida dentro y fuera de mi. Pájaros anidaron sobre mis fuertes brazos. Las hormigas jugaron a hacerme cosquillas por todo mi cuerpo. Durante años, dos ardillas se amaron entre mis ramas y no faltó la ocasión de ser casa acogida de centenares de viajeros que necesitaban una pausa, una palabra de ánimo o simplemente divisar un rayito de luz.
Dormí siempre bajo el cielo estrellado, respirando tranquilo con la piel. Crecieron mis anillos con la tranquilidad propia de mi especie, despacio, muy despacio. Aprendí a sentir, primero mis propias ramas y después el bosque entero, como si, conectados, compartiéramos una misma conciencia. Desde las montañas a los hermanos que nacieron junto al mar, aprendí lo que ellos aprendían, sentí sus sentimientos, la brisa los colores, siempre permanecimos juntos unidos por el amor.
Lo bueno de ser árbol es que con muuuuchos años puedes sentirte sólo o percibir en ti la naturaleza plena y cuando lo consigues cada brote, cada semilla, son preciosos porque encierran el misterio de la vida, el conocimiento y una nueva oportunidad para ampliarnos, para ser más.
Soy árbol desde que el río bajó de la ladera, desde que el frío habitaba estas tierras, mucho antes que huyeran los animales, antes de los incendios, antes que el bosque se secara. Y esta mañana, tal y cómo sentí que le ocurrió al resto de los que amaba, un grupo de hombres vino a darnos muerte, dicen que para seguir construyendo, pero eso ya no importa…
Dormí siempre bajo el cielo estrellado, respirando tranquilo con la piel. Crecieron mis anillos con la tranquilidad propia de mi especie, despacio, muy despacio. Aprendí a sentir, primero mis propias ramas y después el bosque entero, como si, conectados, compartiéramos una misma conciencia. Desde las montañas a los hermanos que nacieron junto al mar, aprendí lo que ellos aprendían, sentí sus sentimientos, la brisa los colores, siempre permanecimos juntos unidos por el amor.
Lo bueno de ser árbol es que con muuuuchos años puedes sentirte sólo o percibir en ti la naturaleza plena y cuando lo consigues cada brote, cada semilla, son preciosos porque encierran el misterio de la vida, el conocimiento y una nueva oportunidad para ampliarnos, para ser más.
Soy árbol desde que el río bajó de la ladera, desde que el frío habitaba estas tierras, mucho antes que huyeran los animales, antes de los incendios, antes que el bosque se secara. Y esta mañana, tal y cómo sentí que le ocurrió al resto de los que amaba, un grupo de hombres vino a darnos muerte, dicen que para seguir construyendo, pero eso ya no importa…
martes, 6 de mayo de 2008
Del que espera y observa
La parte que está inmóvil, que permanece detenida en el tiempo imaginario, habita un faro antiguo. Decidió retirarse del mundo, o mejor dicho, entrar en el mundo de lo real de los grandes espacios abiertos sin edificios que llenen de ruido el maravilloso espectáculo del firmamento limpio, ni humos, ni muchos destellos. A esa parte, la luz fuerte le hace daño; prefiere las velas y la lumbre delicada, prefiere las estrellas y el candil al frío neón de oficina.
Tiene una bodega modesta, construida a base de los regalos de los muchos amigos que le visitan para charlar o escuchar música mientras contemplan atardece asomados desde la ventana del faro, que es como mirar el mundo desde el ojo de un dios bondadoso y antiguo.
Esa parte encontró hace muchos años el amor. No fue una explosión, sino un reconocimiento. No fue una posesión más, porque le aterra creer que tiene algo, y sabe que realmente no poseemos nada y menos a las personas; cree que las cosas le atan al mundo de las cosas y prefiere la realidad de un momento bonito que permanece en el recuerdo del alma, a un objeto pasajero. No vive sólo ni acompañado, simplemente vive pero, desde el momento que reconoció a su otra parte, le abandonó la sensación de soledad que durante muchos años le acompañó como aliada.
Comparte sus días con un perro llamado Sombra que se encarga de mantener el buen humor jugando libre, sin miedo y sin ninguna prisa. También le acompaña una gatita que llamó Nena, es negra y de noche apenas se distingue en la penumbra, salvo por sus dos grandes ojos que siempre miran llenos de curiosidad y amor.
Sigue escribiendo porque entiende más lo que le ocurre a través de la letra impresa y de esa forma no tiene vergüenza al expresar lo que siente como cuando habla. Pero últimamente sólo escribe poesías de amor que envía sin remite a mujeres desconocidas, mientras se complace imaginando la reacción de quien las recibe.
Aprendió a tocar muchos instrumentos, con el virtuosismo necesario para divertirse no más, y no es extraño que le sorprenda el amanecer ensimismado con algún nuevo sonido como quien busca una melodía que nunca llega a concretar totalmente. Procura escuchar música clásica a diario porque eso le hace sentirse más cerca de lo divino, y repasa lecturas antiguas como el que visita a un viejo amigo.
Tiene un huerto pequeño en el que planta tomates, albahaca, maría y mucha fruta. Se levanta para cocinar temprano al amanecer; después pasea para visitar a sus amigos y charlar sobre cosas trascendentales, como inventar colores nuevos, o cuál es el mejor viento para volar cometas. O el último plato que, según dice, le inspiró sirio una mañana que quiso permanecer visible en el firmamento hasta el medio día. Sigue haciendo fotos y pintando, pone incienso a sus dioses y continúa durmiendo con una catana cerca de la cama para matar los fantasmas que merodeen sus sueño. Ya no siente miedo alguno y lo único que necesita para seguir siendo feliz son cinco minutos… para seguir siendo feliz cinco minuto más y así hasta lo infinito.
Tiene una bodega modesta, construida a base de los regalos de los muchos amigos que le visitan para charlar o escuchar música mientras contemplan atardece asomados desde la ventana del faro, que es como mirar el mundo desde el ojo de un dios bondadoso y antiguo.
Esa parte encontró hace muchos años el amor. No fue una explosión, sino un reconocimiento. No fue una posesión más, porque le aterra creer que tiene algo, y sabe que realmente no poseemos nada y menos a las personas; cree que las cosas le atan al mundo de las cosas y prefiere la realidad de un momento bonito que permanece en el recuerdo del alma, a un objeto pasajero. No vive sólo ni acompañado, simplemente vive pero, desde el momento que reconoció a su otra parte, le abandonó la sensación de soledad que durante muchos años le acompañó como aliada.
Comparte sus días con un perro llamado Sombra que se encarga de mantener el buen humor jugando libre, sin miedo y sin ninguna prisa. También le acompaña una gatita que llamó Nena, es negra y de noche apenas se distingue en la penumbra, salvo por sus dos grandes ojos que siempre miran llenos de curiosidad y amor.
Sigue escribiendo porque entiende más lo que le ocurre a través de la letra impresa y de esa forma no tiene vergüenza al expresar lo que siente como cuando habla. Pero últimamente sólo escribe poesías de amor que envía sin remite a mujeres desconocidas, mientras se complace imaginando la reacción de quien las recibe.
Aprendió a tocar muchos instrumentos, con el virtuosismo necesario para divertirse no más, y no es extraño que le sorprenda el amanecer ensimismado con algún nuevo sonido como quien busca una melodía que nunca llega a concretar totalmente. Procura escuchar música clásica a diario porque eso le hace sentirse más cerca de lo divino, y repasa lecturas antiguas como el que visita a un viejo amigo.
Tiene un huerto pequeño en el que planta tomates, albahaca, maría y mucha fruta. Se levanta para cocinar temprano al amanecer; después pasea para visitar a sus amigos y charlar sobre cosas trascendentales, como inventar colores nuevos, o cuál es el mejor viento para volar cometas. O el último plato que, según dice, le inspiró sirio una mañana que quiso permanecer visible en el firmamento hasta el medio día. Sigue haciendo fotos y pintando, pone incienso a sus dioses y continúa durmiendo con una catana cerca de la cama para matar los fantasmas que merodeen sus sueño. Ya no siente miedo alguno y lo único que necesita para seguir siendo feliz son cinco minutos… para seguir siendo feliz cinco minuto más y así hasta lo infinito.
miércoles, 30 de abril de 2008
tormentas de verano
Llega un día en que rompe la tormenta, las gotas de lluvia te atraviesan como balas y terminas por desaparecer. Lo único que queda de ti son los recuerdos y no estás dispuesto a prescindir de ellos porque es lo único que sigue dando coexistencia a todo lo vivido. Muchos te matan y los encierras en un parte de difícil acceso, pero ocultos esperan a que te desnudes y abandones la armadura para presentarse ante ti, en medio de la noche o de cualquier circunstancia dura, con el mal tiempo, los domingos por la tarde o simplemente cuando dos personas se besan y te das cuenta de que no estás tan entero como pretendes aparentar y puedes engañar a todo el mundo vistiéndote de fuerza y locura. Pero,, en el fondo sigues siendo tú el que, tendido al sol, seca el corazón con los tomates, seguro que dentro de poco meteré el mío en un bote con aceite basílico y parmigiano (reggiano) para terminar haciendo con él salsa para los espaguetis. El que quiera está invitado a cenar que, seguramente, me sale de puta madre.
Últimamente no sé dónde situarme y he preferido borrarme de cualquier situación que no me atañe y en la que no quiero tomar partido porque todo me resulta demasiado doloroso. Me siento en medio de una tormenta de arena en un desierto, en el cual no encuentro más descanso que mis amigos.
La caravana partió hace un año y medio y sigo sin encontrar rumbo fijo más que el de las estrellas imaginarias que, fugaces, cruzan el horizonte, como promesas de un amanecer que no llega a producirse, pero que estoy seguro que me encontrará más fuerte. Me enseñaron que en medio de la noche es cuando las luces más pequeñas se ven desde más lejos. Enciendo mi luminaria y espero con la seguridad que here comes the sun. Y si no, tranquilo, que ya lo encontraré yo.
Marcho al mar con mi tribu. Ojalá que a mi regreso lo único que encuentre de esta civilización sea una gran fábrica de cerveza y un puñado de amigos descojonándose mientras beben.
Últimamente no sé dónde situarme y he preferido borrarme de cualquier situación que no me atañe y en la que no quiero tomar partido porque todo me resulta demasiado doloroso. Me siento en medio de una tormenta de arena en un desierto, en el cual no encuentro más descanso que mis amigos.
La caravana partió hace un año y medio y sigo sin encontrar rumbo fijo más que el de las estrellas imaginarias que, fugaces, cruzan el horizonte, como promesas de un amanecer que no llega a producirse, pero que estoy seguro que me encontrará más fuerte. Me enseñaron que en medio de la noche es cuando las luces más pequeñas se ven desde más lejos. Enciendo mi luminaria y espero con la seguridad que here comes the sun. Y si no, tranquilo, que ya lo encontraré yo.
Marcho al mar con mi tribu. Ojalá que a mi regreso lo único que encuentre de esta civilización sea una gran fábrica de cerveza y un puñado de amigos descojonándose mientras beben.
miércoles, 16 de abril de 2008
Me he pasado la vida entera siendo tu sombra, persiguiendo un sueño que apenas comprendí en su momento y cuando quise apresarlo se torno imposible.
Buscando señales, amaneceres, dando importancia a lo importante, hablando demasiado, queriendo a mucha gente, a veces más que a mi mismo.
Tocando fondo, emborronando papeles, primero con canciones y luego con letras de supervivencia, como este blog.
Aprendiendo como soy, girando en círculos concéntricos, conociendo a hostias el mapa del laberinto.
Intentando encontrar un ritmo para mi tambor, para mi alma.
Soñando con una dama de cuento que me rescataría del terrible temporal que me persigue a medio camino entre la soledad y la locura.
Amontonando años con recetas de cocina, canciones y recuerdos.
Despidiendo mucho y recibiendo a pocos, siempre rodeado de mujeres, y la vez muy sólo, siempre enamorado y la vez muy sólo.
Reinventando palabras y encantamientos para que venga el amor, la alegría. Sacando fuerzas de putadas.
Contando olas.
Sobreviviendo a naufragios.
Corriendo a todas partes, en ciudades muy grandes dónde me sentí siempre muy pequeño, sin nada en el bolsillo, saltándome cualquier regla preestablecida, cualquier imposición que no fuera personal.
Acompañando a las puertas de la muerte a personas y animales que amé mucho y sentí que al apagarse su vida encendían una luz al otro lado y en mi alma y se llevaban un trozo de mi que jamás regresó: es el precio de la supervivencia.
Intentando conciliar al Italiano, el madrileño y el andaluz que llevo dentro.
Añorando a amigos que siempre estuvieron lejos y disfrutando de los que tengo cerca.
Paliando el insomnio con cualquier libro interesante que llegase a mis manos. Rompiendo el silencio con música, muchas noches si no la escucho no me encuentro.
Pensando que un Dios antiguo me acompaña, pese a sentirlo en muy pocas ocasiones. Me arrodillé ante los altares y en todo tipo de templos de las creencias más dispares para darme cuenta de que lo más cerca de lo divino es delante del mar estrellado.
Adorando a mi madre, comiendo pasta, bebiendo cerveza, bailando como un poseído, soñando con el sur y el mar, intentando minimizar el daño directo y colateral que pudiera infringir a los que rodean, hablando de frente y de corazón.
Anteponiendo el amor al sexo, los deberes a los placeres, pagando la cuenta y partiéndome la cara si en justicia la situación lo requería.
Y todo, para darme cuenta de que hay gente que sólo sabe que no sabe nada y otros que, como yo, más que saber, no tenemos ni puta idea, pero seguimos bailando.
Buscando señales, amaneceres, dando importancia a lo importante, hablando demasiado, queriendo a mucha gente, a veces más que a mi mismo.
Tocando fondo, emborronando papeles, primero con canciones y luego con letras de supervivencia, como este blog.
Aprendiendo como soy, girando en círculos concéntricos, conociendo a hostias el mapa del laberinto.
Intentando encontrar un ritmo para mi tambor, para mi alma.
Soñando con una dama de cuento que me rescataría del terrible temporal que me persigue a medio camino entre la soledad y la locura.
Amontonando años con recetas de cocina, canciones y recuerdos.
Despidiendo mucho y recibiendo a pocos, siempre rodeado de mujeres, y la vez muy sólo, siempre enamorado y la vez muy sólo.
Reinventando palabras y encantamientos para que venga el amor, la alegría. Sacando fuerzas de putadas.
Contando olas.
Sobreviviendo a naufragios.
Corriendo a todas partes, en ciudades muy grandes dónde me sentí siempre muy pequeño, sin nada en el bolsillo, saltándome cualquier regla preestablecida, cualquier imposición que no fuera personal.
Acompañando a las puertas de la muerte a personas y animales que amé mucho y sentí que al apagarse su vida encendían una luz al otro lado y en mi alma y se llevaban un trozo de mi que jamás regresó: es el precio de la supervivencia.
Intentando conciliar al Italiano, el madrileño y el andaluz que llevo dentro.
Añorando a amigos que siempre estuvieron lejos y disfrutando de los que tengo cerca.
Paliando el insomnio con cualquier libro interesante que llegase a mis manos. Rompiendo el silencio con música, muchas noches si no la escucho no me encuentro.
Pensando que un Dios antiguo me acompaña, pese a sentirlo en muy pocas ocasiones. Me arrodillé ante los altares y en todo tipo de templos de las creencias más dispares para darme cuenta de que lo más cerca de lo divino es delante del mar estrellado.
Adorando a mi madre, comiendo pasta, bebiendo cerveza, bailando como un poseído, soñando con el sur y el mar, intentando minimizar el daño directo y colateral que pudiera infringir a los que rodean, hablando de frente y de corazón.
Anteponiendo el amor al sexo, los deberes a los placeres, pagando la cuenta y partiéndome la cara si en justicia la situación lo requería.
Y todo, para darme cuenta de que hay gente que sólo sabe que no sabe nada y otros que, como yo, más que saber, no tenemos ni puta idea, pero seguimos bailando.
lunes, 14 de abril de 2008
La oración del pirata
Señor, te rezo por mí y por los compañeros piratas que cruzamos todos los océanos que nos permitió la fortuna, que más que considerar si la botella está llena o vacía preferimos bebérnosla (por supuesto de ron), que no cambiamos dormir en cubierta para ver las estrellas por cualquier suite de lujo.
Te pido por esa familia de huérfanos de cadenas que tuvimos que adaptarnos a la sociedad, para que nos concedas la posibilidad de ser libres y regresar al mar.
Por los que cambiamos el parche en el ojo por las gafas de oficina, el abordaje por los informes, el océano por un agujero hipotecado. Concédenos la fortuna de romper el horizonte a bordo del galeón y escuchar el golpe de los cañonazos en el corazón, atacando a cualquier nave de banqueros o de millonarios religiosos o de mercenarios disfrazados de soldados (que es lo que siempre fueron) y pasar uno a uno a cuchillo antes de que se adueñen por completo de este mundo.
Danos la gracia de llenar las galeras de oro para arribar a tortuga y dilapidarlo lo antes posible en comidas, juergas y putas con los colegas, y regresar corriendo a puerto sin un real encima, libres y felices, como sólo los que no tienen ni miedo pueden hacerlo. Cómo los que lo perdieron todo, incluso el corazón, y están libres de cargas para disfrutar más de la vida
Danos la posibilidad de conocer mundo sin necesidad de hacerlo sólo 30 días al año, líbranos de los impuestos, de fichar cada mañana, de las comerciales macizas, de los trajes y uniformes, de los dictadores que ofrecen trabajos y pretenden comprar tu alma por mil miserables euros al mes. Concédenos la gracia de colgarlos del palo mayor mientras nos descojonamos en cubierta.
Líbranos de los atascos, las multas, los aparcamientos, los madrugones, la tele, los malos humos, las bonificaciones por objetivo cumplido, las medallas al mérito, la sangre teñida de diferentes colores y posiciones sociales, de la canallesca de la usura.
Devuélvenos al salitre, el viento de cara, la humedad hasta los huesos y esa sensación de mirar al horizonte y saber que el mundo es tuyo, no porque te pertenezca, sino porque lo navegarás por completo. Dejando atrás a una sociedad que dejó de tratarte como un esclavo y comienza a considerarte un enemigo.
Te lo pido por Poseidón, por Neptuno, por las sirenas, y sobre todo por todos lo hermanos piratas, fieros de apariencia y nobles de corazón, que encontré en esta y es muchas otras vidas.
Para que juntos cubiertos de gloria y vestidos de libertad orademos las tierras más lejanas y llenemos de nuevo el mundo de sueños y tesoros olvidados que tanta falta hacen para seguir viviendo.
Te pido por esa familia de huérfanos de cadenas que tuvimos que adaptarnos a la sociedad, para que nos concedas la posibilidad de ser libres y regresar al mar.
Por los que cambiamos el parche en el ojo por las gafas de oficina, el abordaje por los informes, el océano por un agujero hipotecado. Concédenos la fortuna de romper el horizonte a bordo del galeón y escuchar el golpe de los cañonazos en el corazón, atacando a cualquier nave de banqueros o de millonarios religiosos o de mercenarios disfrazados de soldados (que es lo que siempre fueron) y pasar uno a uno a cuchillo antes de que se adueñen por completo de este mundo.
Danos la gracia de llenar las galeras de oro para arribar a tortuga y dilapidarlo lo antes posible en comidas, juergas y putas con los colegas, y regresar corriendo a puerto sin un real encima, libres y felices, como sólo los que no tienen ni miedo pueden hacerlo. Cómo los que lo perdieron todo, incluso el corazón, y están libres de cargas para disfrutar más de la vida
Danos la posibilidad de conocer mundo sin necesidad de hacerlo sólo 30 días al año, líbranos de los impuestos, de fichar cada mañana, de las comerciales macizas, de los trajes y uniformes, de los dictadores que ofrecen trabajos y pretenden comprar tu alma por mil miserables euros al mes. Concédenos la gracia de colgarlos del palo mayor mientras nos descojonamos en cubierta.
Líbranos de los atascos, las multas, los aparcamientos, los madrugones, la tele, los malos humos, las bonificaciones por objetivo cumplido, las medallas al mérito, la sangre teñida de diferentes colores y posiciones sociales, de la canallesca de la usura.
Devuélvenos al salitre, el viento de cara, la humedad hasta los huesos y esa sensación de mirar al horizonte y saber que el mundo es tuyo, no porque te pertenezca, sino porque lo navegarás por completo. Dejando atrás a una sociedad que dejó de tratarte como un esclavo y comienza a considerarte un enemigo.
Te lo pido por Poseidón, por Neptuno, por las sirenas, y sobre todo por todos lo hermanos piratas, fieros de apariencia y nobles de corazón, que encontré en esta y es muchas otras vidas.
Para que juntos cubiertos de gloria y vestidos de libertad orademos las tierras más lejanas y llenemos de nuevo el mundo de sueños y tesoros olvidados que tanta falta hacen para seguir viviendo.
miércoles, 9 de abril de 2008
Lo que viene siendo
Me cuenta una amiga cercana, con bastante estupor por mi parte, que ayer por la mañana recibía una llamada del presidente de la empresa en la que trabaja, para comunicarle que en breve llegaría a su casa un burofax para comunicarle el despido de su puesto de trabajo. Sin más, se despide y cuelga. El delito que ha cometido es que se rompió la muñeca, fue operada de urgencias, y actualmente está en rehabilitación para recuperar la movilidad y lleva de baja unos dos meses.
Buscando información en internet sobre el tema, me encontré con un abanico de situaciones que sólo puedo calificar de espeluznantes por la catadura moral que demuestra la clase empresarial de este país y por la falta total de humanidad, que caracteriza el comportamiento de los "poderosos" y las extrañas leyes que nos tendrían que amparar.
De entre los muchos casos que aparecen, saltando (con muchos cojones eso si) los despidos a embarazadas y enfermos, el que más me llamó la atención es el de un mujer (cómo casi siempre) llamada Georgina Grau, que tras sufrir el derrumbe de su vivienda en el Carmel, es despedida de su trabajo por ir unas horas a identificar de entre los escombros lo que quede de sus objetos personales. Ya que no te queda nada, te dejo sin trabajo, así te busques la vida y no me pongas esa cara mustia, mujer...
Situaciones así, se están repitiendo diariamente, y las sufrimos profesionales contratados. Miedo me da pensar, las circunstancias supuestamente laborales en las que se tienen que ver esos llamados sin papeles, que se han construido las viviendas de la especulación, seguramente a golpe de látigo, y plantan y recogen gran parte de los alimentos que llegan a nuestros mercados.
¿Cuantas españas hay actualmente? ¿La de los indigentes/sin papeles, la de los trabajadores abandonados a la generosidad, el carácter, y la impunidad de los empresarios? ¿Y luego? ¿La otra? ¿La de la clase dirigente que se rompe una uña en un gran almacén y son capaces de ganar un juicio con compensaciones millonarias? La respuesta es muy clara: una es la España de los esclavos, que pagan impuestos, ivas, ibis, suelen cobrar un sueldo miserable y su libertades (la de respirar y poco más) vienen reguladas por la leyes comunes. Y otra, es la de los señores (como en el medievo) que hacen lo que se les canta y si tienen que cambiar algo se cambian las leyes, tal y cómo hizo Berlusconi al cambiar la ley de que prohibía al presidente del un holding de comunicaciones ocupar el cargo de primer ministro.
La historia de nuestros derechos, laborales, humanos y en particular la de los desgraciados que venimos siendo explotados desde hace milenios, no cambia demasiado en la actualidad. Para mí, la principal diferencia es que en el XVII, siempre te quedaba la opción de retarte en duelo y dejar al susodicho hijo de la gran puta con un palmo de acero entre pecho y espalda.
En la actualidad estás supeditado a un juicio por lo laboral que, en el mejor de los casos, exigirá tu reincorporación a la empresa, en la que te harán la vida imposible (moving), o una indemnización de 45 días por año trabajado. Lo que es igual a que el que tiene dinero perpetuará su voluntad, mientras el resto seguiremos sufriendo todo tipo de abusos amparados por la ley.
Puestos así, sólo me queda pedir penas de cárcel para empresarios que no respeten los derechos humanos de los trabajadores, pero para eso deberíamos saber cuales son los derechos humanos. Eso si que sería difícil de delimitar en un mundo cómo el que hemos creado.
Buscando información en internet sobre el tema, me encontré con un abanico de situaciones que sólo puedo calificar de espeluznantes por la catadura moral que demuestra la clase empresarial de este país y por la falta total de humanidad, que caracteriza el comportamiento de los "poderosos" y las extrañas leyes que nos tendrían que amparar.
De entre los muchos casos que aparecen, saltando (con muchos cojones eso si) los despidos a embarazadas y enfermos, el que más me llamó la atención es el de un mujer (cómo casi siempre) llamada Georgina Grau, que tras sufrir el derrumbe de su vivienda en el Carmel, es despedida de su trabajo por ir unas horas a identificar de entre los escombros lo que quede de sus objetos personales. Ya que no te queda nada, te dejo sin trabajo, así te busques la vida y no me pongas esa cara mustia, mujer...
Situaciones así, se están repitiendo diariamente, y las sufrimos profesionales contratados. Miedo me da pensar, las circunstancias supuestamente laborales en las que se tienen que ver esos llamados sin papeles, que se han construido las viviendas de la especulación, seguramente a golpe de látigo, y plantan y recogen gran parte de los alimentos que llegan a nuestros mercados.
¿Cuantas españas hay actualmente? ¿La de los indigentes/sin papeles, la de los trabajadores abandonados a la generosidad, el carácter, y la impunidad de los empresarios? ¿Y luego? ¿La otra? ¿La de la clase dirigente que se rompe una uña en un gran almacén y son capaces de ganar un juicio con compensaciones millonarias? La respuesta es muy clara: una es la España de los esclavos, que pagan impuestos, ivas, ibis, suelen cobrar un sueldo miserable y su libertades (la de respirar y poco más) vienen reguladas por la leyes comunes. Y otra, es la de los señores (como en el medievo) que hacen lo que se les canta y si tienen que cambiar algo se cambian las leyes, tal y cómo hizo Berlusconi al cambiar la ley de que prohibía al presidente del un holding de comunicaciones ocupar el cargo de primer ministro.
La historia de nuestros derechos, laborales, humanos y en particular la de los desgraciados que venimos siendo explotados desde hace milenios, no cambia demasiado en la actualidad. Para mí, la principal diferencia es que en el XVII, siempre te quedaba la opción de retarte en duelo y dejar al susodicho hijo de la gran puta con un palmo de acero entre pecho y espalda.
En la actualidad estás supeditado a un juicio por lo laboral que, en el mejor de los casos, exigirá tu reincorporación a la empresa, en la que te harán la vida imposible (moving), o una indemnización de 45 días por año trabajado. Lo que es igual a que el que tiene dinero perpetuará su voluntad, mientras el resto seguiremos sufriendo todo tipo de abusos amparados por la ley.
Puestos así, sólo me queda pedir penas de cárcel para empresarios que no respeten los derechos humanos de los trabajadores, pero para eso deberíamos saber cuales son los derechos humanos. Eso si que sería difícil de delimitar en un mundo cómo el que hemos creado.
martes, 8 de abril de 2008
Mi pañoleta
Lo creas o no, lo que está pasando, es cierto. Ya no quedan ni siquiera muchos de los recuerdos de todos esos años de clases, risas y pintura. Ni del niño adolescente que recorrió mucha montaña, mucho camino, con una guitarra al hombro y rodeado de amigos que adoraba.
Ya ves cómo pasa todo tan rápido, tan irreal y a la vez muy concreto, con fechas, localizaciones, nombres, registros de una historia que nos atañe a muy pocos, como una película. Incluso, dio tiempo a que alguna foto empiece a amarillear, como las que nos enseñaban nuestros padres. “Mira, este era yo de joven”.
Ayer encontré en el cajón de los calcetines, muy arrugada, mi vieja pañoleta. Sigue teniendo alrededor del nudo un cierre de piedra con una ‘s’, que me regaló un amigo. El ribete es rojo y se diferencian en una esquina, mal bordadas, las letras de mi nombre, de ese que fui y ahora apenas reconozco en el espejo.
No se cómo llegó a parar a ese rincón; seguramente para sobrevivir a las mudanzas y el tiempo. No se porque la olí y, a pesar de los muchos años que pasaron, sigue oliendo a fuego, a hoguera...
Cuántas noches dormimos al raso para ver la estrellas, cuántas veces nos sorprendió la madrugada cantando las canciones que componíamos. Mi pañoleta me trajo un recuerdo que quiero compartir con el que me lea y sepa de lo que estoy hablando.
Hace unos años, regresé por un azar del destino a una reunión en Granada de un grupo de jóvenes muy parecido al nuestro. Nos invitaron a cenar con ellos en la montaña, creo recordar que cerca de Gualix. Después, hicieron una hoguera y se pusieron a cantar muchas de las canciones que años atrás esparcimos al viento, cuando estábamos aprendiendo a vivir. Recuerdo una en especial que hablaba de los elementales que viven cerca de los lagos, en las grandes cascadas... La jefa de grupo y quien le enseñó las canciones era mi querida Pili, que tiempo después se tragó una carretera de Almería. Así pasó a engrosar las filas de mis hermanos que atravesaron el espejo. A veces, los imagino muy juntos cantando cerca de un fuego mucho más grande, que calienta el alma de aquellos que seguimos marchando dentro del bosque.
Mi pañoleta me trajo un recuerdo muy concreto, y no me cuesta imaginar en ella el polvo del camino, el eco de nuestras voces, el brillo de alguna estrella fugaz y las muchas "noches de las antorchas" que marcaban el final de un campamento. Aún conservo alguna cinta de casete, con nuestras palabras grabadas, pero me cuesta mucho escucharla.
No se si será la lluvia, lo especial de la situación en la que me encuentro, o que piso ese terreno en el que la edad te da la posibilidad de contemplar el pasado sin demasiado deterioro y el futuro con algún atisbo de esperanza. Quizá, simplemente, fue el susurro de ese tan querido trozo de tela que me acompañó durante los años más felices de mi vida. Pero ensimismado entre recuerdos, me di cuenta de que, gracias a todo lo que viví, reuní la fuerza suficiente para seguir creyendo en la magia y que lo realmente bello, lo realmente valioso, son las experiencias:
Aprovecha el momento, me gritaron sus hilos gastados, aprovecha el momento... Y escuché el golpe de un tambor lejano, perdido en la noche de los tiempo.
Que el Dios Jano siga guiando los pasos de los que fuimos y, de una forma muy especial, seremos siempre.
Ya ves cómo pasa todo tan rápido, tan irreal y a la vez muy concreto, con fechas, localizaciones, nombres, registros de una historia que nos atañe a muy pocos, como una película. Incluso, dio tiempo a que alguna foto empiece a amarillear, como las que nos enseñaban nuestros padres. “Mira, este era yo de joven”.
Ayer encontré en el cajón de los calcetines, muy arrugada, mi vieja pañoleta. Sigue teniendo alrededor del nudo un cierre de piedra con una ‘s’, que me regaló un amigo. El ribete es rojo y se diferencian en una esquina, mal bordadas, las letras de mi nombre, de ese que fui y ahora apenas reconozco en el espejo.
No se cómo llegó a parar a ese rincón; seguramente para sobrevivir a las mudanzas y el tiempo. No se porque la olí y, a pesar de los muchos años que pasaron, sigue oliendo a fuego, a hoguera...
Cuántas noches dormimos al raso para ver la estrellas, cuántas veces nos sorprendió la madrugada cantando las canciones que componíamos. Mi pañoleta me trajo un recuerdo que quiero compartir con el que me lea y sepa de lo que estoy hablando.
Hace unos años, regresé por un azar del destino a una reunión en Granada de un grupo de jóvenes muy parecido al nuestro. Nos invitaron a cenar con ellos en la montaña, creo recordar que cerca de Gualix. Después, hicieron una hoguera y se pusieron a cantar muchas de las canciones que años atrás esparcimos al viento, cuando estábamos aprendiendo a vivir. Recuerdo una en especial que hablaba de los elementales que viven cerca de los lagos, en las grandes cascadas... La jefa de grupo y quien le enseñó las canciones era mi querida Pili, que tiempo después se tragó una carretera de Almería. Así pasó a engrosar las filas de mis hermanos que atravesaron el espejo. A veces, los imagino muy juntos cantando cerca de un fuego mucho más grande, que calienta el alma de aquellos que seguimos marchando dentro del bosque.
Mi pañoleta me trajo un recuerdo muy concreto, y no me cuesta imaginar en ella el polvo del camino, el eco de nuestras voces, el brillo de alguna estrella fugaz y las muchas "noches de las antorchas" que marcaban el final de un campamento. Aún conservo alguna cinta de casete, con nuestras palabras grabadas, pero me cuesta mucho escucharla.
No se si será la lluvia, lo especial de la situación en la que me encuentro, o que piso ese terreno en el que la edad te da la posibilidad de contemplar el pasado sin demasiado deterioro y el futuro con algún atisbo de esperanza. Quizá, simplemente, fue el susurro de ese tan querido trozo de tela que me acompañó durante los años más felices de mi vida. Pero ensimismado entre recuerdos, me di cuenta de que, gracias a todo lo que viví, reuní la fuerza suficiente para seguir creyendo en la magia y que lo realmente bello, lo realmente valioso, son las experiencias:
Aprovecha el momento, me gritaron sus hilos gastados, aprovecha el momento... Y escuché el golpe de un tambor lejano, perdido en la noche de los tiempo.
Que el Dios Jano siga guiando los pasos de los que fuimos y, de una forma muy especial, seremos siempre.
jueves, 3 de abril de 2008
Lleno de colores
Vivo en mi Lavapiés, que en primavera olvida su práxis habitual de delincuencia mezclada con convivencia, y sale a la calle a celebrar cualquier rayito del sol, llenándolo todo de colores.
Por la mañana, cuando atravieso, (generalmente corriendo) la cuesta que conduce al metro, me encuentro con niños que van al cole vestidos de uniforme y acompañados de su madre. Ellas pintan de color la calle con sus trajes tradicionales: las de la India, con sus saris de seda y siempre arregladiiiiiiisimas, parecen princesas salidas de un cuento de las mil y un noches. También están las musulmanas, que esconden su rostro tras el velo, dejando al descubierto los ojos y esa mirada sin tiempo, que parece que te atraviesa cuando se posa en ti. Las mamás más jipis, "arreglá pero con rastas" (que buenas que están), algún papá trajeado (es que en los hombres me fijo menos, por eso sólo recuerdo uno, y vestido así o es que llevan menos al cole a sus niños). En definitiva, todo un ramillete de razas. Lo verdaderamente bonito es ver cómo los padres ensimismados suben automáticamente la calle y los niños se juntan entre ellos sin distinción de piel o creencias religiosas para jugar, como un arco iris de buen rollo. Ojalá pudiéramos conservar la pureza infantil, que no entiende de etiquetas a la hora de compartir algo. Seguro que el mundo sería más amable (de amar).
Por la tarde, la multitud se agolpa literalmente al acecho de una mesa en alguno de los muchos restaurantes diseminados por la cuesta. La calle huele a especias de vivos colores; se confunde la música que sale de las casas con el bullicio del gentío; la tarde naranja da paso al rojo vivo del cielo madrileño, que muere en una azul eléctrico, a esa hora se encienden las farolas antiguas, que reparten fogonazos amarillos a un barrio primaveral que no entiende de horas y abraza la noche con la intensidad de un adolescente.
El Negro se adueña entonces de las esquinas, por lo general, mal iluminadas, en la que no suele faltar agun camellito apostado, y contrasta con el verde fosforito del chaleco de los polis uniformados haciendo ronda. Abren los locales nocturnos, los locales íntimos encienden sus velas, mientras los más vivos llaman con sus neones a los incondicionales de la noche (entre los cuales me suelo encontrar), para terminar viendo chispazos fosforescentes tumbado en la cama del edificio rojo burdeos en el que vivo.
Los matices son muchos. Se mezclan los que percibo con mi propio estado de ánimo, pero lo que si es cierto es que, con el tiempo, me voy dando cuenta que el barrio/pueblo en el que vivo, si agudizas tu sensibilidad, puedes encontrar una maravillosa paleta de tonalidades tan diversa como las personas que lo habitamos. Yo soy azul como los tuaregs.¿De qué color eres tú?
Este post se lo dedico a mi querido Rubén, que será dentro de poco ciudadano de Lavapiés y añade así un matiz más a la alegría naranja de vivir rodeado de amigos.
Por la mañana, cuando atravieso, (generalmente corriendo) la cuesta que conduce al metro, me encuentro con niños que van al cole vestidos de uniforme y acompañados de su madre. Ellas pintan de color la calle con sus trajes tradicionales: las de la India, con sus saris de seda y siempre arregladiiiiiiisimas, parecen princesas salidas de un cuento de las mil y un noches. También están las musulmanas, que esconden su rostro tras el velo, dejando al descubierto los ojos y esa mirada sin tiempo, que parece que te atraviesa cuando se posa en ti. Las mamás más jipis, "arreglá pero con rastas" (que buenas que están), algún papá trajeado (es que en los hombres me fijo menos, por eso sólo recuerdo uno, y vestido así o es que llevan menos al cole a sus niños). En definitiva, todo un ramillete de razas. Lo verdaderamente bonito es ver cómo los padres ensimismados suben automáticamente la calle y los niños se juntan entre ellos sin distinción de piel o creencias religiosas para jugar, como un arco iris de buen rollo. Ojalá pudiéramos conservar la pureza infantil, que no entiende de etiquetas a la hora de compartir algo. Seguro que el mundo sería más amable (de amar).
Por la tarde, la multitud se agolpa literalmente al acecho de una mesa en alguno de los muchos restaurantes diseminados por la cuesta. La calle huele a especias de vivos colores; se confunde la música que sale de las casas con el bullicio del gentío; la tarde naranja da paso al rojo vivo del cielo madrileño, que muere en una azul eléctrico, a esa hora se encienden las farolas antiguas, que reparten fogonazos amarillos a un barrio primaveral que no entiende de horas y abraza la noche con la intensidad de un adolescente.
El Negro se adueña entonces de las esquinas, por lo general, mal iluminadas, en la que no suele faltar agun camellito apostado, y contrasta con el verde fosforito del chaleco de los polis uniformados haciendo ronda. Abren los locales nocturnos, los locales íntimos encienden sus velas, mientras los más vivos llaman con sus neones a los incondicionales de la noche (entre los cuales me suelo encontrar), para terminar viendo chispazos fosforescentes tumbado en la cama del edificio rojo burdeos en el que vivo.
Los matices son muchos. Se mezclan los que percibo con mi propio estado de ánimo, pero lo que si es cierto es que, con el tiempo, me voy dando cuenta que el barrio/pueblo en el que vivo, si agudizas tu sensibilidad, puedes encontrar una maravillosa paleta de tonalidades tan diversa como las personas que lo habitamos. Yo soy azul como los tuaregs.¿De qué color eres tú?
Este post se lo dedico a mi querido Rubén, que será dentro de poco ciudadano de Lavapiés y añade así un matiz más a la alegría naranja de vivir rodeado de amigos.
lunes, 31 de marzo de 2008
Por el 39 cumpleaños de un viejo amigo, rompimos el silencio de la inestable tarde de domingo con un grupo medio improvisado: tambores, guitarras, bajo, trompeta, teclado percusión tradicional y tribal todo mezclado con mucha energía positiva. Gracias...
Dejo atrás un invierno de renacimiento. En el último año mudé de piel en más ocasiones que en los cuatro anteriores. Ya no se si soy el fruto de todo lo que leí, imaginé, soñé o simplemente decidí. Una parte de mi, la que guarda la memoria, cree que viví muchas vidas. El resultado quizá sea esta forma de ver lo que me ocurre a través del agujero de la cerradura de mi locura.
La cordura, si es que a estas alturas me queda algo, la gasté en aceptar que te marchaste y seguramente no volveré a verte en mi vida. Y si así fuera, estoy convencido de que ya no reconocería a la persona que amé y sí a la extraña que un día muy lluvioso se quedó en Barajas con mucho equipaje y un montón de sueños. Hace más de un año que pasó y en ocasiones me descubro con tu fotografía en mi cabeza y escribiendo sobre ti como ahora.
La cordura la dejo a cargo del robot y su mantenimiento, del aprendizaje y el cumplimiento, del sistema horario, los compromisos y las fechas que acierto a recordar. y ya taaaaaaaaaa
El resto del espacio que me define poco tiene que ver con el convencionalismo del superviviente y está mucho más cerca del naufrago que, encerrado en su isla, apaga el fuego cuando pasa un barco cercano para no tener que regresar nunca a la civilización, que con los años detesto. Estoy apretando el paso para empezar a despertar, cada vez comprendo menos y experimento más; incluso rozo fogonazos de otra realidad, que después desaparece para dar paso a la ilusión de lo cotidiano. Me siento fuerte y desnudo y me abrazo a la primavera porque necesito que la vida entre de nuevo en mi y me insufle la energía que gasté en superar el invierno, el frío y la oscuridad de un lado de la cama vacío y otro, el mío, insomne; los amores que no son y lo parecen; las promesas que una vez realizadas ni siquiera se recuerdan, y ese saco de mal rollo que te cae encima cuando ves a tus personas cercanas sufrir y actuar de una forma que no entiendes.
Encuentre la paz que no tengo para dársela a los que lo necesitan No busco la gloria ni la fortuna, simplemente el silencio del que es feliz y pasa desapercibido.
Dejo atrás un invierno de renacimiento. En el último año mudé de piel en más ocasiones que en los cuatro anteriores. Ya no se si soy el fruto de todo lo que leí, imaginé, soñé o simplemente decidí. Una parte de mi, la que guarda la memoria, cree que viví muchas vidas. El resultado quizá sea esta forma de ver lo que me ocurre a través del agujero de la cerradura de mi locura.
La cordura, si es que a estas alturas me queda algo, la gasté en aceptar que te marchaste y seguramente no volveré a verte en mi vida. Y si así fuera, estoy convencido de que ya no reconocería a la persona que amé y sí a la extraña que un día muy lluvioso se quedó en Barajas con mucho equipaje y un montón de sueños. Hace más de un año que pasó y en ocasiones me descubro con tu fotografía en mi cabeza y escribiendo sobre ti como ahora.
La cordura la dejo a cargo del robot y su mantenimiento, del aprendizaje y el cumplimiento, del sistema horario, los compromisos y las fechas que acierto a recordar. y ya taaaaaaaaaa
El resto del espacio que me define poco tiene que ver con el convencionalismo del superviviente y está mucho más cerca del naufrago que, encerrado en su isla, apaga el fuego cuando pasa un barco cercano para no tener que regresar nunca a la civilización, que con los años detesto. Estoy apretando el paso para empezar a despertar, cada vez comprendo menos y experimento más; incluso rozo fogonazos de otra realidad, que después desaparece para dar paso a la ilusión de lo cotidiano. Me siento fuerte y desnudo y me abrazo a la primavera porque necesito que la vida entre de nuevo en mi y me insufle la energía que gasté en superar el invierno, el frío y la oscuridad de un lado de la cama vacío y otro, el mío, insomne; los amores que no son y lo parecen; las promesas que una vez realizadas ni siquiera se recuerdan, y ese saco de mal rollo que te cae encima cuando ves a tus personas cercanas sufrir y actuar de una forma que no entiendes.
Encuentre la paz que no tengo para dársela a los que lo necesitan No busco la gloria ni la fortuna, simplemente el silencio del que es feliz y pasa desapercibido.
lunes, 24 de marzo de 2008
Te regalo una venda. Tapa los ojos, sirve para que no veas nada de ti mismo y mucho del resto. Dónde me lleva la intuición, porque cuando miro a los demás podría imaginar que reconozco el siguiente paso y el mapa futurible con matices o fogonazos de realidad y ante mí siquiera distingo el presente del espejo.
Creo que ya he llegado al punto en el que miro la brújula y la flecha siempre me señala, como esperando una orientación, una coordenada que desconozco. Ni siquiera marca el norte, del que una parte de mis genes proceden; ni siquiera el sur, que una parte de mi alma anhela, sólo a mi con el mismo interrogante compartido.
Es bonito llegar a los 35 y sentir que estás a cero con la vida, que caducaron tus sueños, no porque tengan fecha, sino porque ya te da igual conseguirlos, y sabes que cuando hay más camino por recorrer -para regresar a una ciudad en ruinas siempre hay tiempo-, tiras pa’lante, te dejas llevar, escuchas para aprender y te descubres desnudo mirando al cielo y esperando que en medio de camino de la vida encuentres la senda que te lleve a la felicidad. A lo lejos descubres que, cuando abandonas tu esperanza, no entras en el infierno de Dante sino que estás más cerca de esa parte de ti que es más real que tú mismo. Llamo al arquero, al guía que entre las nubes marca la dirección, el tarot que me corresponde. A Ochosi el cazador, San Norberto.
Ochosi Odemata, onibere
Edé Kruese Olebure
Atamasilé Obeki (Agó)
Canto a Ochosi
Ochosi ayi loda alamala dé.
chambe iloro o de made ké oké
agolona, o de made, o de made
oké, oké.
Creo que ya he llegado al punto en el que miro la brújula y la flecha siempre me señala, como esperando una orientación, una coordenada que desconozco. Ni siquiera marca el norte, del que una parte de mis genes proceden; ni siquiera el sur, que una parte de mi alma anhela, sólo a mi con el mismo interrogante compartido.
Es bonito llegar a los 35 y sentir que estás a cero con la vida, que caducaron tus sueños, no porque tengan fecha, sino porque ya te da igual conseguirlos, y sabes que cuando hay más camino por recorrer -para regresar a una ciudad en ruinas siempre hay tiempo-, tiras pa’lante, te dejas llevar, escuchas para aprender y te descubres desnudo mirando al cielo y esperando que en medio de camino de la vida encuentres la senda que te lleve a la felicidad. A lo lejos descubres que, cuando abandonas tu esperanza, no entras en el infierno de Dante sino que estás más cerca de esa parte de ti que es más real que tú mismo. Llamo al arquero, al guía que entre las nubes marca la dirección, el tarot que me corresponde. A Ochosi el cazador, San Norberto.
Ochosi Odemata, onibere
Edé Kruese Olebure
Atamasilé Obeki (Agó)
Canto a Ochosi
Ochosi ayi loda alamala dé.
chambe iloro o de made ké oké
agolona, o de made, o de made
oké, oké.
viernes, 7 de marzo de 2008
Escribo
Escribo para sobrevivir, porque me sustenta la ilusión de que la palabra es más fuerte que la violencia, y porque busco encontrar un punto de equilibrio en un mundo en perpetuo movimiento. Escribo para interpretar todo lo que siento a raudales, matar los fantasmas que se me aparecen en cualquier momento vestidos de recuerdo. Escribo, porque creo en la fuerza de lo impreso, que no entiende de tiempo y puede encender una luz, o compartir un sentimiento a todo aquel que necesita consuelo, desde el momento que sale de mis manos al futuro escondido en las estrellas. Escribo, porque es la forma que tengo de hilar mis experiencias, de soñar con amaneceres, de plantar la semilla de la felicidad y dejar que germine. Escribo, porque para mí es mucho más real lo escrito que el instante pasajero. Escribo cuando añoro, cuando amo y cuando no entiendo. Y a veces -sólo a veces- escribo cuando en medio de la soledad imagino que alguien desconocido que quiero está a mi lado y me escucha. Escribo, porque soy imperfecto, porque me faltan muchas palabras para completarme, porque busco la frase que infunda valor a mi espíritu. Escribo, porque entre tantos carácteres y signos se esconde una parte de mi alma que sigo conociendo. Escribo, para pintar un mural de esperanza entre el mar y el asfalto, entre el cielo y el desierto.
lunes, 3 de marzo de 2008
Crónica de un "FINDE"
Me pierdo entre los colores. Los claroscuros, las luces y los negros contrastes. Me cuesta interpretar, hilar las experiencias, se supone que yo les doy el sentido pero, por lo general, las añado dependiendo de su intensidad y espero que con el tiempo ocupen su lugar en mi.
Inauguraba el fin de semana una batalla campal en Tirso de Molina. Una manifestación fascista permitida delante de la sede de la CNT, un grupo de antifascistas a la carga, la policía disparando bolas, mucho ruido y humo… parece que las elecciones necesitan circo.
El sábado, más lucha. Una manifestación a favor de la caza y sus supuestos derechos; quieren seguir disparando plomo pese a que en el resto de Europa está prohibido y está demostrado que contamina y destruye el medio ambiente en zonas húmedas. Su discurso es el de siempre. Me encanta ver cómo un paleto habla de la actividad cinegética y se manifiesta para seguir matando con plomo, que es más barato que otra munición menos perniciosa para el medio. Un grupo animalista en contra de esos bastardos termina bautizado a hostias y mi hermano aparece en la tele haciendo declaraciones del incidente.
Ayer me bañé de sol, amistad y cerveza en La Latina. Despierta la primavera en Madrid y ya no me levanto con la sensación de tener que sobre vivir a un día más de invierno.
Luego, y con más amigos, visité el templo Hare Krisna, en el que salté tocando el tambor, bailando y rezando dos horas de felicidad. Es extraño pero, a priori, esta práctica de entender el contacto con Dios a través de cantar y bailar es una bonita experiencia de paz totalmente recomendable para todo aquel que parta de un pensamiento abierto, sin premisas chungas que le impidan dejarse llevar un poquito. El vuelo me llevó a la casa encendida en la que sumergido en el futuro digital. Luces, humo y música creaban espacios de psicodelia muy parecidos a los que tiene que ser la nave nodriza de fiesta.
Antes, un oriental hacía bailar arandelas y varitas de metal al sonido de una honda, proyectando el movimiento en una pantalla gigante a modo de un circo de pulgas cibernéticas. ¿Dónde encajo todo? Lo averiguaré.
Últimamente, me despierto con tu nombre en mi boca. Me da miedo porque la situación y las neuronas me dicen que cambie dirección. No sólo te deseo, simplemente empiezo a quererte y siempre que suena ese redoble acabo en la horca. Me da miedo sentir, al marcharte, que tengo más ganas de estar contigo, que me encantaría otra conversación, algo de tiempo, mientras se difumina tu sobra en el asfalto. Y adivino, a lo lejos, un resplandor de algo parecido al mar.
Empieza el lunes, corre...
Inauguraba el fin de semana una batalla campal en Tirso de Molina. Una manifestación fascista permitida delante de la sede de la CNT, un grupo de antifascistas a la carga, la policía disparando bolas, mucho ruido y humo… parece que las elecciones necesitan circo.
El sábado, más lucha. Una manifestación a favor de la caza y sus supuestos derechos; quieren seguir disparando plomo pese a que en el resto de Europa está prohibido y está demostrado que contamina y destruye el medio ambiente en zonas húmedas. Su discurso es el de siempre. Me encanta ver cómo un paleto habla de la actividad cinegética y se manifiesta para seguir matando con plomo, que es más barato que otra munición menos perniciosa para el medio. Un grupo animalista en contra de esos bastardos termina bautizado a hostias y mi hermano aparece en la tele haciendo declaraciones del incidente.
Ayer me bañé de sol, amistad y cerveza en La Latina. Despierta la primavera en Madrid y ya no me levanto con la sensación de tener que sobre vivir a un día más de invierno.
Luego, y con más amigos, visité el templo Hare Krisna, en el que salté tocando el tambor, bailando y rezando dos horas de felicidad. Es extraño pero, a priori, esta práctica de entender el contacto con Dios a través de cantar y bailar es una bonita experiencia de paz totalmente recomendable para todo aquel que parta de un pensamiento abierto, sin premisas chungas que le impidan dejarse llevar un poquito. El vuelo me llevó a la casa encendida en la que sumergido en el futuro digital. Luces, humo y música creaban espacios de psicodelia muy parecidos a los que tiene que ser la nave nodriza de fiesta.
Antes, un oriental hacía bailar arandelas y varitas de metal al sonido de una honda, proyectando el movimiento en una pantalla gigante a modo de un circo de pulgas cibernéticas. ¿Dónde encajo todo? Lo averiguaré.
Últimamente, me despierto con tu nombre en mi boca. Me da miedo porque la situación y las neuronas me dicen que cambie dirección. No sólo te deseo, simplemente empiezo a quererte y siempre que suena ese redoble acabo en la horca. Me da miedo sentir, al marcharte, que tengo más ganas de estar contigo, que me encantaría otra conversación, algo de tiempo, mientras se difumina tu sobra en el asfalto. Y adivino, a lo lejos, un resplandor de algo parecido al mar.
Empieza el lunes, corre...
martes, 26 de febrero de 2008
Recuerda que vives en un mundo en tinieblas
Siempre es de noche, siempre espabilo cuando se esconde el Sol. Cuesta dormir cuando piensas, cuando tu ADN te recuerda que vives en un mundo en tinieblas y estás fabricado para transitar en el infierno de asfalto.
Ya no quería escribir, incluso íntimamente pensé en matar de coma etílico a "entre el mar y el asfalto", que me ayudó a renacer y, ahora, pierde un poco el sentido de isla para convertirse en un diario de abordo, trasnochado y repetitivo en muchos casos. Siempre pensé que los diarios eran patrimonio de adolescentes viciosas (buenísimas claro) y me descubro mal alimentando uno digital. Pero no puedo. Es superior a mi. No es muy inteligente seguir el instinto de salir a la calle con una escopeta en la mano para intentar arreglar las cosas y acabar entre barrotes con un nuevo amigo no invitado en mi culo. Escribo por que ya me rompí la voz de gritar, me sequé de llorar y es la única manera de sacar de mi cuerpo la tinta.
No aguanto más a un líder de un partido que esgrime cómo cultural, tradicional y costumbrista la vergüenza de la caza y de la mal llamada fiesta nacional, que no es más que un puñado de insensibles (perdón, mejor de hijos de la gran puta), que lo mismo disfrutan matando animales que observando su tortura como si de un espectáculo cultural se tratara.
No entiendo cómo una persona así, falta de la más simple sensibilidad que es la del respeto con los seres vivos, puede acceder al estrato de la clase política dirigente en representación de un sector grande de población española que, presumo, comparten el mismo amor por la naturaleza.
Pero esto no es lo que me ha encendido esta mañana. Ha sido que una compañera me cuenta que en Moratalaz, en la plaza contigua a su vivienda, malvive una colonia de gatitos que alimentan entre algunos vecinos, y hay un grupo de chavales que para entrenar a pelear sus perros pitbull los sueltan para que maten los gatos.
No puedo dejar de recordar la peli en la que un francotirador apostado mata rezando para que dios guíe sus balas. Me imagino apostado en la ventana del edificio de mi compañera esperando que asome el dueño de uno de esos perros y volarles la tapa de los sesos mientras celebro místicamente cada impacto certero.
La parte consciente me dice que, de tratar con tanta mierda e insensibilidad, algo se pega y de nuevo siento el desprecio absoluto a mis semejantes, la raza inhumana, que más que vivir, esta destruyendo moral y físicamente este planeta.
Escribo para sobrevivir, porque me sustenta la ilusión de que la palabra es más fuerte que la violencia, pero en estas ocasiones no encuentro palabras que cambien la sociedad en la que sobrevivo. Seguro que esta noche tengo de nuevo una cita con el insomnio.
Ya no quería escribir, incluso íntimamente pensé en matar de coma etílico a "entre el mar y el asfalto", que me ayudó a renacer y, ahora, pierde un poco el sentido de isla para convertirse en un diario de abordo, trasnochado y repetitivo en muchos casos. Siempre pensé que los diarios eran patrimonio de adolescentes viciosas (buenísimas claro) y me descubro mal alimentando uno digital. Pero no puedo. Es superior a mi. No es muy inteligente seguir el instinto de salir a la calle con una escopeta en la mano para intentar arreglar las cosas y acabar entre barrotes con un nuevo amigo no invitado en mi culo. Escribo por que ya me rompí la voz de gritar, me sequé de llorar y es la única manera de sacar de mi cuerpo la tinta.
No aguanto más a un líder de un partido que esgrime cómo cultural, tradicional y costumbrista la vergüenza de la caza y de la mal llamada fiesta nacional, que no es más que un puñado de insensibles (perdón, mejor de hijos de la gran puta), que lo mismo disfrutan matando animales que observando su tortura como si de un espectáculo cultural se tratara.
No entiendo cómo una persona así, falta de la más simple sensibilidad que es la del respeto con los seres vivos, puede acceder al estrato de la clase política dirigente en representación de un sector grande de población española que, presumo, comparten el mismo amor por la naturaleza.
Pero esto no es lo que me ha encendido esta mañana. Ha sido que una compañera me cuenta que en Moratalaz, en la plaza contigua a su vivienda, malvive una colonia de gatitos que alimentan entre algunos vecinos, y hay un grupo de chavales que para entrenar a pelear sus perros pitbull los sueltan para que maten los gatos.
No puedo dejar de recordar la peli en la que un francotirador apostado mata rezando para que dios guíe sus balas. Me imagino apostado en la ventana del edificio de mi compañera esperando que asome el dueño de uno de esos perros y volarles la tapa de los sesos mientras celebro místicamente cada impacto certero.
La parte consciente me dice que, de tratar con tanta mierda e insensibilidad, algo se pega y de nuevo siento el desprecio absoluto a mis semejantes, la raza inhumana, que más que vivir, esta destruyendo moral y físicamente este planeta.
Escribo para sobrevivir, porque me sustenta la ilusión de que la palabra es más fuerte que la violencia, pero en estas ocasiones no encuentro palabras que cambien la sociedad en la que sobrevivo. Seguro que esta noche tengo de nuevo una cita con el insomnio.
martes, 12 de febrero de 2008
Una forma de crecer es renunciar
La situación de renunciar a algo o alguien, al camino que nos muestra y un destino que no es certero pero fácilmente imaginable, porque ya lo vivimos de alguna forma, porque ya apostamos y perdimos. No retorno a caminos andados, que la personalidad se reafirma y cuando no tienes resortes para mantenerte firme y dominar el animal, la mejor opción es no estar, evaporarse y brindarle a la vida la oportunidad de mostrarte otro camino, otra persona o simplemente otra forma de querer más cercana, más parecida a la que tu ser tiene cuando se viste o, mejor dicho, se desnuda de amor.
Y de tanta poesía, callejismo fandango y cañita a la luz de la guitarra, de tanto andar y andar a corazón abierto, amores nuevos, viejos y demasiadas despedidas, empiezo a amar la copla. Igual es que la armadura resulta que es una cota de malla y en el fondo sigo caminando desnudo, buscando una luz que aveces titila a lo lejos o se me muestra fugaz, seguramente fruto de alguna ensoñación momentánea porque al seguirla, siempre es más rápida que mi paso.
Y cambias el rumbo, pero cuando no sabes dónde quieres ir, no llegas a ninguna parte, que suele ser el punto de partida donde, paralizado, sueñas con atardeceres en el mar en una cárcel de cemento que te rodea y proyecta una sombra sobre tu alma con nombre de ciudad, con nombre de mujer, con el deseo en la boca.
Buscas nuevos altares que silencien la sin razón y otros olores, otras miradas florecer como el almendro y pintar un matiz blanco en un desierto gris en llamas, y permaneces al antojo del destino mientras vislumbras de nuevo un brillo fugaz que sigues sin certeza ninguna de su existencia pero, real o no, es la única luz que ofrece el horizonte.
Y de tanta poesía, callejismo fandango y cañita a la luz de la guitarra, de tanto andar y andar a corazón abierto, amores nuevos, viejos y demasiadas despedidas, empiezo a amar la copla. Igual es que la armadura resulta que es una cota de malla y en el fondo sigo caminando desnudo, buscando una luz que aveces titila a lo lejos o se me muestra fugaz, seguramente fruto de alguna ensoñación momentánea porque al seguirla, siempre es más rápida que mi paso.
Y cambias el rumbo, pero cuando no sabes dónde quieres ir, no llegas a ninguna parte, que suele ser el punto de partida donde, paralizado, sueñas con atardeceres en el mar en una cárcel de cemento que te rodea y proyecta una sombra sobre tu alma con nombre de ciudad, con nombre de mujer, con el deseo en la boca.
Buscas nuevos altares que silencien la sin razón y otros olores, otras miradas florecer como el almendro y pintar un matiz blanco en un desierto gris en llamas, y permaneces al antojo del destino mientras vislumbras de nuevo un brillo fugaz que sigues sin certeza ninguna de su existencia pero, real o no, es la única luz que ofrece el horizonte.
jueves, 7 de febrero de 2008
a un amigo
Me manda un amigo música bonita para escuchar estar tarde. Es antigua y remasterizada, con mucho arte, entre lo clásico y con cierto toque electrónico de los 60. Detrás de mi escritorio de trabajo, un ventanal inmenso ilumina la tarde extraordinariamente soleada para esta época del año.
Es extraño, pero hay personas que por poco que hagan te tocan el corazón. A él, en concreto, lo conocí hace unos años de forma casual en los pasillos del edificio en el que trabajo. Al poco de vernos, empecé a darme de cuenta que, siendo muy diferentes y perteneciendo a lugares lejanos, teníamos en lo interno algo en común, que supera las aficiones musicales o literarias que solemos compartir.
Recientemente, ha tenido que superar la dura prueba de perder a dos familiares cercanos en menos de un mes. Y, desde esta ventana abierta al cosmos, quiero decir que, en esos momentos tan difíciles, no le he visto lamentarse de lo vivido, no le he visto manifestar un dolor inmenso ni queja ante la perdida. Es más, cualquier referencia a estas personas siempre fue desde el cariño y la admiración, no desde la pena. He de reconocer que, en lo personal, está siendo un ejemplo de entereza ante lo inexorable, porque lo estoy viendo encontrar respuestas y buscar crecer para aprender de estas experiencias.
No es más que lo que esperaba, pero es una enseñanza muy grande para mí observar como ha reaccionado y, desde esta situación de observador, simplemente quiero decir que, en las personas que el destino nos regala el compartir juntos una parte del sendero de la vida, tenemos muchas cosas que aprender. En esta ocasión, en ti tengo, además del cariño, una maravillosa enseñanza.
Desde esta inexistente tribuna te mando la fuerza y la admiración para, simplemente, recordarte –sé que no es necesario-, que te quiero y me hace inmensamente feliz ver cómo reaccionas ante los reveses del destino.
De tu amigo, Christian.
Es extraño, pero hay personas que por poco que hagan te tocan el corazón. A él, en concreto, lo conocí hace unos años de forma casual en los pasillos del edificio en el que trabajo. Al poco de vernos, empecé a darme de cuenta que, siendo muy diferentes y perteneciendo a lugares lejanos, teníamos en lo interno algo en común, que supera las aficiones musicales o literarias que solemos compartir.
Recientemente, ha tenido que superar la dura prueba de perder a dos familiares cercanos en menos de un mes. Y, desde esta ventana abierta al cosmos, quiero decir que, en esos momentos tan difíciles, no le he visto lamentarse de lo vivido, no le he visto manifestar un dolor inmenso ni queja ante la perdida. Es más, cualquier referencia a estas personas siempre fue desde el cariño y la admiración, no desde la pena. He de reconocer que, en lo personal, está siendo un ejemplo de entereza ante lo inexorable, porque lo estoy viendo encontrar respuestas y buscar crecer para aprender de estas experiencias.
No es más que lo que esperaba, pero es una enseñanza muy grande para mí observar como ha reaccionado y, desde esta situación de observador, simplemente quiero decir que, en las personas que el destino nos regala el compartir juntos una parte del sendero de la vida, tenemos muchas cosas que aprender. En esta ocasión, en ti tengo, además del cariño, una maravillosa enseñanza.
Desde esta inexistente tribuna te mando la fuerza y la admiración para, simplemente, recordarte –sé que no es necesario-, que te quiero y me hace inmensamente feliz ver cómo reaccionas ante los reveses del destino.
De tu amigo, Christian.
miércoles, 6 de febrero de 2008
El año de la rata de tierra
Ni dragón, ni tigre, ni serpiente. Este año que para millones de chinos comienzan hoy es el de la rata de tierra. Será de grandes contrastes, tsunamis e incendios mentales con una mezcla hilarante de magia y atractivo. Un año de búsqueda en lo intelectual, de un espacio común y de regreso al hogar místico. Podéis consultar en el maravilloso libro de predicciones para el 2008 de Ludovica Esquirrru que, además de ser medium del oriente, firma sus visionarias revelaciones con sus iniciales LSD. ¿Se puede ser más divina? Decididamente, no. Para medio mundo empieza el año de nuevo y sólo puedo, desde la comprensión de un loco universal, desear a todos que una rata de tierra feliz nos acompañe durante este periodo. Felíz año 4705
martes, 5 de febrero de 2008
Hay una parte de mi que quiere alejarse de todo. Es esa parte que no comprende mucho de lo que ocurre a mi alrededor, es esa parte que extraña vivir cerca del mar junto a la gente que quiero. Añora las hogueras para apagar el frío, el sol que te despierte de cara, recoger de la tierra lo que voy a comer, cocinar para todos, con un vaso de vino blanco en la mano y música bonita de fondo.
Hay una parte que pasea por las tardes por la playa con muchos perritos, y hay alguien junto a mi a quien dar la mano y darme cuenta de que no estoy tan sólo como en mi cama en las noches de invierno.
Hay una parte que adora el sur y necesita amaneceres y tocar el tambor con un grupo de músicos locos.
Hay un trozo de mi alma que se emociona bajo las estrellas, que busca la capa y la espada en las calles empedradas; no tiene dueño ni es del todo de ningún sitio, y espera mirando al horizonte a que vengas, estés dónde estés, porque no puedo renunciar a amar y seguir luchando entero cuando no lo estoy.
Ya no sé si toco el cielo o mantengo un pié en el infierno, pero nada es suficiente cuando te despiertas con hambre de vivir; nada es suficiente cuando ves tantas razones para luchar a tu alrededor y añoras en medio del campo de batalla alguien en quién pensar si llega el golpe certero.
Hay una parte que pasea por las tardes por la playa con muchos perritos, y hay alguien junto a mi a quien dar la mano y darme cuenta de que no estoy tan sólo como en mi cama en las noches de invierno.
Hay una parte que adora el sur y necesita amaneceres y tocar el tambor con un grupo de músicos locos.
Hay un trozo de mi alma que se emociona bajo las estrellas, que busca la capa y la espada en las calles empedradas; no tiene dueño ni es del todo de ningún sitio, y espera mirando al horizonte a que vengas, estés dónde estés, porque no puedo renunciar a amar y seguir luchando entero cuando no lo estoy.
Ya no sé si toco el cielo o mantengo un pié en el infierno, pero nada es suficiente cuando te despiertas con hambre de vivir; nada es suficiente cuando ves tantas razones para luchar a tu alrededor y añoras en medio del campo de batalla alguien en quién pensar si llega el golpe certero.
viernes, 1 de febrero de 2008
Al niño que me recordó la sonrisa
He dejado pasar unos días de reflexión después de la acción del pasado fin de semana porque necesitaba asimilar lo vivido. Pero la vida continúa con la misma intensidad y unos acontecimientos solapan a otros, y no dan tregua ni demasiado tiempo al análisis.
Realmente, vivimos en el mundo de la acción y pienso que a mi edad, los 35, es cuando alcanzas la velocidad de crucero idónea. En la infancia, el tiempo adquiere una dimensión mayúscula; todo transcurre lentamente mientras, al crecer, sin saber porqué, los acontecimientos se aceleran.
Pienso que el tiempo tiene una doble realidad. Una la delimita nuestra conciencia y otra los años vividos. Esto nos da la posibilidad de aprender y no pensar que las experiencias tienen una edad definida.
Todo cuanto podamos aprender lo arrancamos de ese espacio hueco que nos separa de la simple suma numérica. Así, pido un año lleno de experiencias felices que hagan que crezca: de experiencias, de lucha para no dejar que ni siquiera bostece mi alma en guerra y, porqué no, de experiencias de Amor para identificarme más, aprender más y aprovechar el ritmo que esas dos agujas marcan.
Da igual la edad que tengas; siempre puedes abrir tu corazón y tu mente para aprender. Las vivencias no tienen edad. Las verdaderas experiencias hacen grandes a los que las viven y la sabiduría y el amor son para todos.
Realmente, vivimos en el mundo de la acción y pienso que a mi edad, los 35, es cuando alcanzas la velocidad de crucero idónea. En la infancia, el tiempo adquiere una dimensión mayúscula; todo transcurre lentamente mientras, al crecer, sin saber porqué, los acontecimientos se aceleran.
Pienso que el tiempo tiene una doble realidad. Una la delimita nuestra conciencia y otra los años vividos. Esto nos da la posibilidad de aprender y no pensar que las experiencias tienen una edad definida.
Todo cuanto podamos aprender lo arrancamos de ese espacio hueco que nos separa de la simple suma numérica. Así, pido un año lleno de experiencias felices que hagan que crezca: de experiencias, de lucha para no dejar que ni siquiera bostece mi alma en guerra y, porqué no, de experiencias de Amor para identificarme más, aprender más y aprovechar el ritmo que esas dos agujas marcan.
Da igual la edad que tengas; siempre puedes abrir tu corazón y tu mente para aprender. Las vivencias no tienen edad. Las verdaderas experiencias hacen grandes a los que las viven y la sabiduría y el amor son para todos.
viernes, 25 de enero de 2008
Desgraciadamente, este fin de semana tenemos que luchar de nuevo
Creo en la ley del talión, y todo aquel que mata por diversión debería sufrir la misma suerte para darse cuenta del dolor que ocasiona. Este fin de semana nos vamos a Galicia a impedir el "campeonato nacional de la caza del zorro". Dicho campeonato consiste en que cientos de cuadrillas, repartidas en equipos, se lanzan a matar ( a un monte que ha sufrido en los últimos años los peores incendios de la historia) cualquier zorro que encuentren a su paso, para después recontar lo animales muertos y declarar el equipo ganador; vamos, el que más mató. Esta época para los zorritos es posterior al celo en la que las madres están embarazadas. Las cuadrillas consisten en un atajo de hijos de puta cincuentones, a veces con sus hijos y siempre con sus amigos, que o bien son la alta sociedad del pueblo o son los más pobres y, desgraciadamente, incultos que suelen acompañarles de gracia actuando como esclavos convencidos. Sus ropas técnicas, su grandes 4x4, su soberbia y esa forma de insultarnos e intentar amedrentarnos forma parte de una sociedad que contempla la muerte por sufrimiento, mantiene las clases y vive sumida en un sistema que recuerda mucho a la película Los santos inocentes. Luego, ¡faltaría más!, está la parte que pretende dialogar y alude al amor por la naturaleza que supuestamente tienen los cazadores y a su innegable contribución al equilibrio de ésta. Claro que este equilibrio consiste en que tengan las presas que quieran matar y no en el equilibrio natural de coexistencia de especies.
Otra curiosidad es que se cazan zorros porque estos matan animales que normalmente suelen matar los cazadores para divertirse y, obviamente, eso les convierte en enemigos.
Pego textualmente un textp de una web de cazadores "El zorro es, para nosotros los cazadores, el peor enemigo de nuestras queridas perdices. Los ecologistas lo disfrazan como el exterminador de topillos, ratones y lagartijas, pero lo que se come son nuestras perdices". Me pregunto si eso es amor a la naturaleza, vuestras queridas perdices suelen acabar sembradas de plomo; en el campo las queréis para matarlas. El año pasado, uno de estos cazadores abandonó a un perrito en un zarzal en el que quedó atrapado. Nosotros lo recogimos y se lo devolvimos a su dueño. Eso sí que es amor, abandonar un animal herido por no pincharte con unas zarzas para recogerlo. Y así un largo etcétera que puedes sentir en este tipo de actuaciones muy difícil de explicar.
Yo suelo ser bastante pacífico y cuando me encuentro frente a estas personas con mucho poder y nada de alma, y veo cómo actúan repartiendo vida y muerte, insultándonos y emborrachándose después de la cacería en sus cantinas, siento que vivo en un mundo muy injusto, en el que sigue sufriendo el más débil y el fuerte crea las leyes a su medida. Y juzga y mata a su medida y, en definitiva, actúa solamente para su beneficio y placer.
Si me preguntan algún día por qué lucho, solamente encuentro una respuesta: no soporto el mundo que hemos creado, me duele cuanto más miro. Hay días que me duele tanto que tengo que escoger si merece le pena seguir sufriendo o luchar para cambiarlo, y mi me doy cuenta que tenemos la responsabilidad de luchar por todos lo oprimidos que no pueden hacerlo, séan animales, personas o simplemente seres vivos.
Otra curiosidad es que se cazan zorros porque estos matan animales que normalmente suelen matar los cazadores para divertirse y, obviamente, eso les convierte en enemigos.
Pego textualmente un textp de una web de cazadores "El zorro es, para nosotros los cazadores, el peor enemigo de nuestras queridas perdices. Los ecologistas lo disfrazan como el exterminador de topillos, ratones y lagartijas, pero lo que se come son nuestras perdices". Me pregunto si eso es amor a la naturaleza, vuestras queridas perdices suelen acabar sembradas de plomo; en el campo las queréis para matarlas. El año pasado, uno de estos cazadores abandonó a un perrito en un zarzal en el que quedó atrapado. Nosotros lo recogimos y se lo devolvimos a su dueño. Eso sí que es amor, abandonar un animal herido por no pincharte con unas zarzas para recogerlo. Y así un largo etcétera que puedes sentir en este tipo de actuaciones muy difícil de explicar.
Yo suelo ser bastante pacífico y cuando me encuentro frente a estas personas con mucho poder y nada de alma, y veo cómo actúan repartiendo vida y muerte, insultándonos y emborrachándose después de la cacería en sus cantinas, siento que vivo en un mundo muy injusto, en el que sigue sufriendo el más débil y el fuerte crea las leyes a su medida. Y juzga y mata a su medida y, en definitiva, actúa solamente para su beneficio y placer.
Si me preguntan algún día por qué lucho, solamente encuentro una respuesta: no soporto el mundo que hemos creado, me duele cuanto más miro. Hay días que me duele tanto que tengo que escoger si merece le pena seguir sufriendo o luchar para cambiarlo, y mi me doy cuenta que tenemos la responsabilidad de luchar por todos lo oprimidos que no pueden hacerlo, séan animales, personas o simplemente seres vivos.
jueves, 24 de enero de 2008
A veces una corriente salvaje te arrastra a los días, a las experiencias sin tregua, a las despedidas. Siempre a la carrera, donde no encuentras tu espacio y sabes que el latido de tu corazón acelerado marca un tempo allegro ma non troppo, en el que sueles vivir.
De fondo suena, atronadora "lucha de gigantes"; hay un taxi parado, dos personas abrazadas... Y, sí, dos veces en un año un avión corta el cielo y parte de tu alma con dirección al destino... Si lo intento, si pongo mucho empeño creo que no desapareceré: Si saco los lápices y me reinvento, me pinto de nuevo, igual la luna casi llena no me atraviesa y vuelvo a tener sombra y ser yo mismo mirando al mar, y a un barco que parte con una rosa blanca bordada en el foque...
Adivino en mi corazón una nueva muesca, duele al acostarme y mis ojos se cierran llenos de agua salada en recuerdo del océano.
Mañana lucharé; hoy descanso y en mi oído derecho sigo escuchando tu voz, que me susurra que me quiere. La música pone voz a la noche...azul, líneas en el mar...
De fondo suena, atronadora "lucha de gigantes"; hay un taxi parado, dos personas abrazadas... Y, sí, dos veces en un año un avión corta el cielo y parte de tu alma con dirección al destino... Si lo intento, si pongo mucho empeño creo que no desapareceré: Si saco los lápices y me reinvento, me pinto de nuevo, igual la luna casi llena no me atraviesa y vuelvo a tener sombra y ser yo mismo mirando al mar, y a un barco que parte con una rosa blanca bordada en el foque...
Adivino en mi corazón una nueva muesca, duele al acostarme y mis ojos se cierran llenos de agua salada en recuerdo del océano.
Mañana lucharé; hoy descanso y en mi oído derecho sigo escuchando tu voz, que me susurra que me quiere. La música pone voz a la noche...azul, líneas en el mar...
miércoles, 23 de enero de 2008
Para Vivir
Recuperar el entusiasmos de la infancia por la música, los colores, el sabor, las amistades. Olvidar pretéritos daños o desilusiones, tonterías pasadas que nos hacen juzgar innecesariamente a gente que, seguramente, cambió, o situaciones que diluyeron su importancia con el tiempo ,que tanto ayuda a relativizar las cosas. Eso nos da la posibilidad de evitar conflictos, de desnudarnos de la corta visión de lo que nos ocurrió, y nos prepara para aceptar que todos tenemos una idea personal o, mejor dicho, una parte de verdad y un largo trecho por descubrir de ésta. Las vivencias nos tienen que enseñar a no equivocarnos, no a colgar letreros ni a catalogar. Si sufrimos es para aprender, no para odiar. Así, no perderemos el tiempo reviviendo las mismas situaciones
Entender que la belleza real, al igual que cualquiera de las situaciones felices,transcurren en el momento presente y, cuanta más conciencia dediquemos a éste, más disfrutaremos de las cosas positivas que nos ocurren. No podemos vivir cargando dolores pretéritos ni futuribles, pues unos ya pasaron y otros no tenemos certeza de que se cumplan. Normalmente existen muchísimas posibilidades que no contemplamos y es mejor pensar en un futuro radiante de felicidad que en una prolongación actual de nuestros problemas, que dejarán de existir en cuanto los superemos.
Tratar de no obsesionarnos por nuestras posesiones -las que tenemos y las que deseamos-, intentar entender que todo eso pasa, queda obsoleto y, sobre todo, está para disfrutar. No tiene sentido conseguir bienes si no es para vivir mejor y más felices. Muchas veces pienso que gran parte de los que manejan dinero se levantan antes del amanecer y terminan sus interminables jornadas extenuados. Voluntariamente renuncian a gran parte de sus vacaciones y acaban siendo esclavos de un sistema de vida que termina por dejarles sin tiempo para poder disfrutar el resto del infinito abanico de experiencias que tenemos a nuestro alcance.
No olvidar que las personas y los sentimientos permanecen en nuestra memoria y lo que pudimos aprender, lo que pudimos compartir y, finalmente, enseñar gracias a ellas, son el mejor legado que podemos brindar a los seres queridos que se marcharon de este tránsito. Pase lo que pase, a cualquiera de nosotros nos gustaría que nos recordaran con una sonrisa y no con una lágrima. Estoy convencido de que ese viento llegará al ser que perdimos, esté dónde esté, y todos lo buenos pensamientos que le dediquemos le servirán de ayuda, al igual que éstos nos sirven para encontrar buenos recuerdos.
Una vez superado el tiempo necesario, es imprescindible olvidar el trauma de la separación y acercarnos, no sólo a la aceptación, si no lo más cercano a la comprensión que podamos. Así, y a través del amor, estableceremos un lazo mágico que nos une con los que fueron y amamos y con los que vendrán y necesitarán recibir lo mismo. De esta forma, entramos en esa parte del engranaje de la historia (tan del mundo oriental) en la que los antepasados están presentes a través del recuerdo, el amor y el respeto.
Escribir, amar, bailar, rezar, viajar, leer, aprender, estar en contacto con la naturaleza, trabajar y enseñar con todo el entusiasmo y pasión que podamos, nos dará fuerza en medio de la tormenta, nos ayudará a reenamorarnos de la vida y de todas las cosas bellas que ocurren, independientemente de nuestro estado de ánimo. Nos ayudará a acercarnos a la felicidad plena, que sólo nace y regresa del Amor, el mayor de nuestros bienes.
Para aprender a vivir, desnúdate de tus pesares, de tus ataduras y camina convencido de que vas a conseguir todos tus sueños, un pasito, tras otro, tras otro, tras otro...
Entender que la belleza real, al igual que cualquiera de las situaciones felices,transcurren en el momento presente y, cuanta más conciencia dediquemos a éste, más disfrutaremos de las cosas positivas que nos ocurren. No podemos vivir cargando dolores pretéritos ni futuribles, pues unos ya pasaron y otros no tenemos certeza de que se cumplan. Normalmente existen muchísimas posibilidades que no contemplamos y es mejor pensar en un futuro radiante de felicidad que en una prolongación actual de nuestros problemas, que dejarán de existir en cuanto los superemos.
Tratar de no obsesionarnos por nuestras posesiones -las que tenemos y las que deseamos-, intentar entender que todo eso pasa, queda obsoleto y, sobre todo, está para disfrutar. No tiene sentido conseguir bienes si no es para vivir mejor y más felices. Muchas veces pienso que gran parte de los que manejan dinero se levantan antes del amanecer y terminan sus interminables jornadas extenuados. Voluntariamente renuncian a gran parte de sus vacaciones y acaban siendo esclavos de un sistema de vida que termina por dejarles sin tiempo para poder disfrutar el resto del infinito abanico de experiencias que tenemos a nuestro alcance.
No olvidar que las personas y los sentimientos permanecen en nuestra memoria y lo que pudimos aprender, lo que pudimos compartir y, finalmente, enseñar gracias a ellas, son el mejor legado que podemos brindar a los seres queridos que se marcharon de este tránsito. Pase lo que pase, a cualquiera de nosotros nos gustaría que nos recordaran con una sonrisa y no con una lágrima. Estoy convencido de que ese viento llegará al ser que perdimos, esté dónde esté, y todos lo buenos pensamientos que le dediquemos le servirán de ayuda, al igual que éstos nos sirven para encontrar buenos recuerdos.
Una vez superado el tiempo necesario, es imprescindible olvidar el trauma de la separación y acercarnos, no sólo a la aceptación, si no lo más cercano a la comprensión que podamos. Así, y a través del amor, estableceremos un lazo mágico que nos une con los que fueron y amamos y con los que vendrán y necesitarán recibir lo mismo. De esta forma, entramos en esa parte del engranaje de la historia (tan del mundo oriental) en la que los antepasados están presentes a través del recuerdo, el amor y el respeto.
Escribir, amar, bailar, rezar, viajar, leer, aprender, estar en contacto con la naturaleza, trabajar y enseñar con todo el entusiasmo y pasión que podamos, nos dará fuerza en medio de la tormenta, nos ayudará a reenamorarnos de la vida y de todas las cosas bellas que ocurren, independientemente de nuestro estado de ánimo. Nos ayudará a acercarnos a la felicidad plena, que sólo nace y regresa del Amor, el mayor de nuestros bienes.
Para aprender a vivir, desnúdate de tus pesares, de tus ataduras y camina convencido de que vas a conseguir todos tus sueños, un pasito, tras otro, tras otro, tras otro...
viernes, 18 de enero de 2008
EARENDIL
Pocas veces me emociono realmente. Desde hace algún tiempo, parece que una pátina compuesta de años y cierta experiencia cubre mi corazón, quizá para crear un escudo que me aísle del exterior, seguramente por lo vivido, como una puerta cerrada pero a la que hay que llamar con insistencia para obtener respuesta.
Veo pasar muchas veces días y personas que se acercan y me hablan desde el cariño, el amor o el deseo. Evidentemente, una mezcla de esas sensaciones con mayor o menor hincapié en alguna; desgraciadamente, no vivimos estados puros. Y con el tiempo, me estoy dando cuenta de que prefiero experimentar dentro de lo posible, a entregarme a amar denodadamente sin una certeza de afinidad, o atisbo de una situación feliz. Pero soy capaz de hacerlo, incluso, a más de una persona al mismo tiempo. Pedir más sería complicado, una vez aceptas la idea de que hay amores eternos próximos pero no convergentes.
Ayer fue diferente. De nuevo me emocioné, en lo externo porque quedamos; en lo interno por la felicidad y sinceridad que siento siempre que estamos cerca (que no juntos) porque eso es un estado espiritual y no depende de la proximidad física.
A veces, todo sale prefecto sin preparación previa. Quizá el arte de improvisar consista en buscar la persona y el momento adecuado y dejar que el resto de las cosas fluyan, sin oponerse ni pensar que algo fallará. El resto no deja de ser parte de la sensación de darte cuenta de que nunca estás del todo sólo y que la rueda de la vida Samsara gira para todos.
Tu te vas y yo, que nunca te tuve y siempre me bastó una llamada o intercambiar unas palabras contigo para sentirme bien, acepté la idea de que el viento de la libertad, el deseo de la aventura y la necesidad de andar nuestro destino es una bendición que te toca vivir y por la que realmente me siento feliz Te admiro más si cabe, te quiero más si cabe y tengo la oportunidad de aprender sabiendo que un trozo de mi alma está luchando por hacer de este mundo algo más justo.
No todo es alegría. También te confieso que antes de dormir una lagrima rodó sobre el filo de mi espada.
Salve Earendil mi estrella, todas las bendiciones, todas mis oraciones, todo mi amor te acompañen en tu aventura.
Mel Galad
Beleg mel
EARENDIL
Veo pasar muchas veces días y personas que se acercan y me hablan desde el cariño, el amor o el deseo. Evidentemente, una mezcla de esas sensaciones con mayor o menor hincapié en alguna; desgraciadamente, no vivimos estados puros. Y con el tiempo, me estoy dando cuenta de que prefiero experimentar dentro de lo posible, a entregarme a amar denodadamente sin una certeza de afinidad, o atisbo de una situación feliz. Pero soy capaz de hacerlo, incluso, a más de una persona al mismo tiempo. Pedir más sería complicado, una vez aceptas la idea de que hay amores eternos próximos pero no convergentes.
Ayer fue diferente. De nuevo me emocioné, en lo externo porque quedamos; en lo interno por la felicidad y sinceridad que siento siempre que estamos cerca (que no juntos) porque eso es un estado espiritual y no depende de la proximidad física.
A veces, todo sale prefecto sin preparación previa. Quizá el arte de improvisar consista en buscar la persona y el momento adecuado y dejar que el resto de las cosas fluyan, sin oponerse ni pensar que algo fallará. El resto no deja de ser parte de la sensación de darte cuenta de que nunca estás del todo sólo y que la rueda de la vida Samsara gira para todos.
Tu te vas y yo, que nunca te tuve y siempre me bastó una llamada o intercambiar unas palabras contigo para sentirme bien, acepté la idea de que el viento de la libertad, el deseo de la aventura y la necesidad de andar nuestro destino es una bendición que te toca vivir y por la que realmente me siento feliz Te admiro más si cabe, te quiero más si cabe y tengo la oportunidad de aprender sabiendo que un trozo de mi alma está luchando por hacer de este mundo algo más justo.
No todo es alegría. También te confieso que antes de dormir una lagrima rodó sobre el filo de mi espada.
Salve Earendil mi estrella, todas las bendiciones, todas mis oraciones, todo mi amor te acompañen en tu aventura.
Mel Galad
Beleg mel
EARENDIL
miércoles, 16 de enero de 2008
Brindo por la felicidad
A cambio de vivir no tenemos que pagar nada. Nuestra existencia es el único patrimonio real que tenemos. El resto, sea por lo pasajero o por nuestra propia estupidez de considerarnos por encima de las circunstancias, no deja de ser un reflejo distorsionado de lo que deseamos que, con el tiempo, desaparece.
Por pensar que realmente algo o alguien nos pertenece, olvidamos nuestra propia esencia de esclavo libre. Normalmente, el tiempo se encarga de que prioricemos cosas para darnos cuenta de que el mayor de los bienes que poseemos es la libertad.
Es la que supera el propio mantenimiento de nuestros bienes, cualquiera de las posesiones que tengamos (estoy seguro que muchos cementerios están llenos de billetes guardados para el futuro) y la auto limitación que, normalmente, suele venir impuesta por la programación social a la que estamos sometidos. Pero -eso es lo bueno- no hace falta mandarlo todo a la mierda para darnos cuenta de que lo que está ocurriendo no es si no el fruto de todos los pensamientos con los que dibujamos la realidad que vivimos. Cada vez que pienso que voy a ser feliz, fuerzo a la realidad para que así sea. Cada vez que dedico energía en esa dirección, dejo de auto compadecerme, me quito un poco de la carga emocional que, con los años, y sin su debida limpieza, va pesando mucho.
Creo que, para empezar a sumar alegrías, hay que ponerse en esa sana disposición personal de ver la belleza de este magnífico escenario en el que nos movemos y olvidarnos del papel para desnudarnos y entregarnos al amor de forjar nuestras ideas, nuestra experiencia y, por supuesto, nuestros cuerpos, para, a través del placer de compartir, acercarnos más a la situación de comprender.
Y, si no es así, por lo menos pasaremos buenos momentos. Eso, sin género de duda, nos acerca más a la idea personal de que tengo de Dios. Porque mi Dios es de puta madre, alegre, juerguista, follador… lleva flores en la cabeza, bebe como un cosaco y tiene la mirada ligeramente ida por los efluvios del vino.
Quién piense que el culto a Baco desapareció en los albores del cristianismo, que se dé un paseo un domingo cualquiera por Lavapiés y ya verá como cambia de opinión.
Por pensar que realmente algo o alguien nos pertenece, olvidamos nuestra propia esencia de esclavo libre. Normalmente, el tiempo se encarga de que prioricemos cosas para darnos cuenta de que el mayor de los bienes que poseemos es la libertad.
Es la que supera el propio mantenimiento de nuestros bienes, cualquiera de las posesiones que tengamos (estoy seguro que muchos cementerios están llenos de billetes guardados para el futuro) y la auto limitación que, normalmente, suele venir impuesta por la programación social a la que estamos sometidos. Pero -eso es lo bueno- no hace falta mandarlo todo a la mierda para darnos cuenta de que lo que está ocurriendo no es si no el fruto de todos los pensamientos con los que dibujamos la realidad que vivimos. Cada vez que pienso que voy a ser feliz, fuerzo a la realidad para que así sea. Cada vez que dedico energía en esa dirección, dejo de auto compadecerme, me quito un poco de la carga emocional que, con los años, y sin su debida limpieza, va pesando mucho.
Creo que, para empezar a sumar alegrías, hay que ponerse en esa sana disposición personal de ver la belleza de este magnífico escenario en el que nos movemos y olvidarnos del papel para desnudarnos y entregarnos al amor de forjar nuestras ideas, nuestra experiencia y, por supuesto, nuestros cuerpos, para, a través del placer de compartir, acercarnos más a la situación de comprender.
Y, si no es así, por lo menos pasaremos buenos momentos. Eso, sin género de duda, nos acerca más a la idea personal de que tengo de Dios. Porque mi Dios es de puta madre, alegre, juerguista, follador… lleva flores en la cabeza, bebe como un cosaco y tiene la mirada ligeramente ida por los efluvios del vino.
Quién piense que el culto a Baco desapareció en los albores del cristianismo, que se dé un paseo un domingo cualquiera por Lavapiés y ya verá como cambia de opinión.
lunes, 14 de enero de 2008
Comienza un tema de aproximación...
Al principio, suele dominar la situación la timidez y hay más espacio entre los dos. Buscas el ritmo y la manera de romper la línea para cambiar el ángulo y sustituir el aire por un roce, marcar, un abrazo, una acaricia, un beso, primero tímido, para dar paso al deseo. Cambia la música. Es más rítmica, caliente y, como respuesta a los estímulos externos e internos, gestionas tus sentimientos entre tu cabeza, que busca la manera de hacer las cosas; tu corazón, que o se desboca o se retira al puesto del que analiza, y el animal que, ya despierto, no regresará a su letargo mientras no sacie su hambre de cuerpo y de entregarse al desenfreno de la búsqueda del polvo perfecto. El DJ se retira...
No siempre, a veces, las menos, acompasa el desenfreno inicial por piezas románticas, por información en busca de la semejanza, por lugares, libros, experiencias compartidas y, muy a nuestro pesar, por promesas. Pero esas extrañas ocasiones se dan poco y remueven tu vida de tal forma que puede proyectarte a cualquier rincón del mundo, a dejar de ser tu mismo para sentirte incompleto, y convertirte en el viajero, en el que no está dispuesto a vivir sin la mitad y te descubres en busca de lo que encuentras o de lo que no quieres conocer. Esta es la parte del misterio que, cuando se da el milagro, produce con el tiempo placer o dolor y te permite mirar alguno de tus fantasmas a los ojos y decirle sin un ápice de duda “te amé completamente”, y continuar el camino con esa terrible y dulce certeza.
Cuando no es así -lo más probable-, en el interior algo no se despierta, un clic no se produce, como una pistola antigua que cargas, apuntas y disparas para posteriormente darte cuenta de que la pólvora estaba mojada y pasas de errar el tiro a un silencio sin víctimas que suele ser una bendición. No sientes ganas de perderte ni estás del todo feliz; simplemente, sabes que, de nuevo, regresarás al baile y, si te concentras, casi puedes escuchar música...
No siempre, a veces, las menos, acompasa el desenfreno inicial por piezas románticas, por información en busca de la semejanza, por lugares, libros, experiencias compartidas y, muy a nuestro pesar, por promesas. Pero esas extrañas ocasiones se dan poco y remueven tu vida de tal forma que puede proyectarte a cualquier rincón del mundo, a dejar de ser tu mismo para sentirte incompleto, y convertirte en el viajero, en el que no está dispuesto a vivir sin la mitad y te descubres en busca de lo que encuentras o de lo que no quieres conocer. Esta es la parte del misterio que, cuando se da el milagro, produce con el tiempo placer o dolor y te permite mirar alguno de tus fantasmas a los ojos y decirle sin un ápice de duda “te amé completamente”, y continuar el camino con esa terrible y dulce certeza.
Cuando no es así -lo más probable-, en el interior algo no se despierta, un clic no se produce, como una pistola antigua que cargas, apuntas y disparas para posteriormente darte cuenta de que la pólvora estaba mojada y pasas de errar el tiro a un silencio sin víctimas que suele ser una bendición. No sientes ganas de perderte ni estás del todo feliz; simplemente, sabes que, de nuevo, regresarás al baile y, si te concentras, casi puedes escuchar música...
miércoles, 9 de enero de 2008
Salto al renacer
Dejo de subir esta espiral que siento que no me conduce a ninguna parte. Abandono toda lógica, acallo mi parte de minotauro que ama el laberinto porque se siente seguro en su destierro. Me asomo a la única ventana que ilumina la angosta estancia y, sin pensarlo dos veces, salto. Salto con toda la fuerza de la desesperación y la locura que llevo dentro, que no es poca.
Espero que nada más que un golpe sordo para mí detenga esta caída y me desintegre en polvo espacial, y me descubro extraño y desnudo en las aguas de un río que, gélido, me devuelve acompañado de un sonido estruendoso la sensación de estar vivo. Ahora me doy cuenta de que hacía muchos años que no la sentía tan fuerte, desde que me convencí, ayudado por los grises rumores de la multitud, de la necesidad de iniciar mi ascenso.
Tardo en recuperarme del golpe del que despierto aturdido entre la incredulidad de haber sobrevivido y la extraña sensación de comprobar por mí mismo que fuera había un mundo esperándome que desconocía, había mucha gente que antes que yo saltaron al vacío. Lo más extraño de todo lo que ocurrió tras el salto no fue el fin, sino el comienzo, el renacer…
Espero que nada más que un golpe sordo para mí detenga esta caída y me desintegre en polvo espacial, y me descubro extraño y desnudo en las aguas de un río que, gélido, me devuelve acompañado de un sonido estruendoso la sensación de estar vivo. Ahora me doy cuenta de que hacía muchos años que no la sentía tan fuerte, desde que me convencí, ayudado por los grises rumores de la multitud, de la necesidad de iniciar mi ascenso.
Tardo en recuperarme del golpe del que despierto aturdido entre la incredulidad de haber sobrevivido y la extraña sensación de comprobar por mí mismo que fuera había un mundo esperándome que desconocía, había mucha gente que antes que yo saltaron al vacío. Lo más extraño de todo lo que ocurrió tras el salto no fue el fin, sino el comienzo, el renacer…
martes, 8 de enero de 2008
Abrir: Comenzar el día, el mes y el año con los sueños intactos
Cerrar: Terminar el día, el mes y el año con los sueños cumplidos.
De los cantos celestes y las sirenas mudas, sobrevivimos. Noventa días de invierno o un hemisferio me separa del Sol de verano y aún siento la energía de que lo posible está vibrando dentro. Ya no quiero vivir en los 80 y repetir las mismas frustraciones; se supone que he crecido.
Dar las gracias es la posición idónea para comenzar. Gracias por la mañana. La noche no la recuerdo y prefiero comenzar feliz. Lo que venga bueno será así, será bueno. Parece que estoy cantando la canción del un loco pero a veces hay que enloquecer para entender ciertas melodías.
Este año voy con el firme propósito de cumplir todo lo que tengo que cumplir y así, lo que consiga, me alejará más de lo inconsecuente de estar en el gris de mi capacidad que con los años mengua y de ver lo negativo dentro de lo negativo. Parece un trabalenguas pero prefiero feliz ver como todo se cumple a pensar que no, y luego, acertar en el resultado.
Después de los agradecimientos, comienzo con la canción del Pirata, que si, que no me quedan más cojones tras las vacaciones y, además, ya sabes que todos los del camino, siniestro y la adrenalina como bandera, al final, la acabamos entonando y, por supuesto, bebiendo Ron, Ron, Ron... No te enfades, Rubén, que parezca más incongruente de lo que acostumbro, que no es poco. Es simplemente que no encuentro las palabras ni el porqué exacto pero lo voy a hacer y punto ;
Yo casi consciente y con mis capacidades mentales tan mermadas, que hasta parezco una personal normal, declaro el año 2008 como el que se conocerá y pasará a la historia como EL AÑO COJONUDO, para que así figure en los sellos, las placas y donde quiera que aparezca. Si alguien es tan imbécil que necesita razones, simplemente, ni las tengo ni me hacen falta.
Que lo celebremos los 360 días que nos quedan.
De los cantos celestes y las sirenas mudas, sobrevivimos. Noventa días de invierno o un hemisferio me separa del Sol de verano y aún siento la energía de que lo posible está vibrando dentro. Ya no quiero vivir en los 80 y repetir las mismas frustraciones; se supone que he crecido.
Dar las gracias es la posición idónea para comenzar. Gracias por la mañana. La noche no la recuerdo y prefiero comenzar feliz. Lo que venga bueno será así, será bueno. Parece que estoy cantando la canción del un loco pero a veces hay que enloquecer para entender ciertas melodías.
Este año voy con el firme propósito de cumplir todo lo que tengo que cumplir y así, lo que consiga, me alejará más de lo inconsecuente de estar en el gris de mi capacidad que con los años mengua y de ver lo negativo dentro de lo negativo. Parece un trabalenguas pero prefiero feliz ver como todo se cumple a pensar que no, y luego, acertar en el resultado.
Después de los agradecimientos, comienzo con la canción del Pirata, que si, que no me quedan más cojones tras las vacaciones y, además, ya sabes que todos los del camino, siniestro y la adrenalina como bandera, al final, la acabamos entonando y, por supuesto, bebiendo Ron, Ron, Ron... No te enfades, Rubén, que parezca más incongruente de lo que acostumbro, que no es poco. Es simplemente que no encuentro las palabras ni el porqué exacto pero lo voy a hacer y punto ;
Yo casi consciente y con mis capacidades mentales tan mermadas, que hasta parezco una personal normal, declaro el año 2008 como el que se conocerá y pasará a la historia como EL AÑO COJONUDO, para que así figure en los sellos, las placas y donde quiera que aparezca. Si alguien es tan imbécil que necesita razones, simplemente, ni las tengo ni me hacen falta.
Que lo celebremos los 360 días que nos quedan.
jueves, 3 de enero de 2008
Piedras y promesas
Hay sensaciones que llevamos escritas en nuestra identidad social y encontramos en éstas la dificultad de poder esclarecer realmente qué es lo que sentimos y lo que está sucediendo. No todos los hombres son refugio, ni casa, por mucho que guardemos el anhelo de encontrar nuestro lugar en el mundo. No todo resto de fuego es amor, por mucho que la pasión disfrace la madrugada, ni los brazos que me abrazan piensan en mí como un corazón que tiembla por la emoción o por el miedo de verse desnudo de nuevo.
A veces me siento cansado buscando un parapeto de este vendaval de vida y en cualquier terreno de forma involuntaria. Mi parte de árbol busca echar raíces y hacerse fuerte y basta una piedra para construir un edificio que descubro sin tejado, o sin luz, en un perpetuo otoño.
Regresar debería ser el patrimonio de los que se marcharán para siempre. Cómo los elefantes que terminan sus días entre los restos de los que fueron y se entregan a la muerte con la sabiduría del que sabe que si tiende la mano en el lugar oportuno, alguien o algo la apretará fuerte.
Surcar el cielo implica crear camino. Si decides volar, ten en cuenta que desaparece la senda recorrida y pierdes cualquier vestigio de lo que fuiste y de los edificios donde, mudos, habitan los fantasmas de un pasado, y una persona que perdió el reflejo de si mismo buscando amaneceres y encontrando el atardecer, y una noche cerrada que no esperabas. Considérate libre para olvidar una casa que no es tu hogar y suéñate feliz con la firme promesa de encontrar un lugar de primavera alejado de la tempestad. Así se escriben las letras en el cielo que nada saben de piedras y promesas.
A veces me siento cansado buscando un parapeto de este vendaval de vida y en cualquier terreno de forma involuntaria. Mi parte de árbol busca echar raíces y hacerse fuerte y basta una piedra para construir un edificio que descubro sin tejado, o sin luz, en un perpetuo otoño.
Regresar debería ser el patrimonio de los que se marcharán para siempre. Cómo los elefantes que terminan sus días entre los restos de los que fueron y se entregan a la muerte con la sabiduría del que sabe que si tiende la mano en el lugar oportuno, alguien o algo la apretará fuerte.
Surcar el cielo implica crear camino. Si decides volar, ten en cuenta que desaparece la senda recorrida y pierdes cualquier vestigio de lo que fuiste y de los edificios donde, mudos, habitan los fantasmas de un pasado, y una persona que perdió el reflejo de si mismo buscando amaneceres y encontrando el atardecer, y una noche cerrada que no esperabas. Considérate libre para olvidar una casa que no es tu hogar y suéñate feliz con la firme promesa de encontrar un lugar de primavera alejado de la tempestad. Así se escriben las letras en el cielo que nada saben de piedras y promesas.
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