Hay una parte de mi que quiere alejarse de todo. Es esa parte que no comprende mucho de lo que ocurre a mi alrededor, es esa parte que extraña vivir cerca del mar junto a la gente que quiero. Añora las hogueras para apagar el frío, el sol que te despierte de cara, recoger de la tierra lo que voy a comer, cocinar para todos, con un vaso de vino blanco en la mano y música bonita de fondo.
Hay una parte que pasea por las tardes por la playa con muchos perritos, y hay alguien junto a mi a quien dar la mano y darme cuenta de que no estoy tan sólo como en mi cama en las noches de invierno.
Hay una parte que adora el sur y necesita amaneceres y tocar el tambor con un grupo de músicos locos.
Hay un trozo de mi alma que se emociona bajo las estrellas, que busca la capa y la espada en las calles empedradas; no tiene dueño ni es del todo de ningún sitio, y espera mirando al horizonte a que vengas, estés dónde estés, porque no puedo renunciar a amar y seguir luchando entero cuando no lo estoy.
Ya no sé si toco el cielo o mantengo un pié en el infierno, pero nada es suficiente cuando te despiertas con hambre de vivir; nada es suficiente cuando ves tantas razones para luchar a tu alrededor y añoras en medio del campo de batalla alguien en quién pensar si llega el golpe certero.
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