viernes, 25 de enero de 2008

Desgraciadamente, este fin de semana tenemos que luchar de nuevo

Creo en la ley del talión, y todo aquel que mata por diversión debería sufrir la misma suerte para darse cuenta del dolor que ocasiona. Este fin de semana nos vamos a Galicia a impedir el "campeonato nacional de la caza del zorro". Dicho campeonato consiste en que cientos de cuadrillas, repartidas en equipos, se lanzan a matar ( a un monte que ha sufrido en los últimos años los peores incendios de la historia) cualquier zorro que encuentren a su paso, para después recontar lo animales muertos y declarar el equipo ganador; vamos, el que más mató. Esta época para los zorritos es posterior al celo en la que las madres están embarazadas. Las cuadrillas consisten en un atajo de hijos de puta cincuentones, a veces con sus hijos y siempre con sus amigos, que o bien son la alta sociedad del pueblo o son los más pobres y, desgraciadamente, incultos que suelen acompañarles de gracia actuando como esclavos convencidos. Sus ropas técnicas, su grandes 4x4, su soberbia y esa forma de insultarnos e intentar amedrentarnos forma parte de una sociedad que contempla la muerte por sufrimiento, mantiene las clases y vive sumida en un sistema que recuerda mucho a la película Los santos inocentes. Luego, ¡faltaría más!, está la parte que pretende dialogar y alude al amor por la naturaleza que supuestamente tienen los cazadores y a su innegable contribución al equilibrio de ésta. Claro que este equilibrio consiste en que tengan las presas que quieran matar y no en el equilibrio natural de coexistencia de especies.
Otra curiosidad es que se cazan zorros porque estos matan animales que normalmente suelen matar los cazadores para divertirse y, obviamente, eso les convierte en enemigos.
Pego textualmente un textp de una web de cazadores "El zorro es, para nosotros los cazadores, el peor enemigo de nuestras queridas perdices. Los ecologistas lo disfrazan como el exterminador de topillos, ratones y lagartijas, pero lo que se come son nuestras perdices". Me pregunto si eso es amor a la naturaleza, vuestras queridas perdices suelen acabar sembradas de plomo; en el campo las queréis para matarlas. El año pasado, uno de estos cazadores abandonó a un perrito en un zarzal en el que quedó atrapado. Nosotros lo recogimos y se lo devolvimos a su dueño. Eso sí que es amor, abandonar un animal herido por no pincharte con unas zarzas para recogerlo. Y así un largo etcétera que puedes sentir en este tipo de actuaciones muy difícil de explicar.
Yo suelo ser bastante pacífico y cuando me encuentro frente a estas personas con mucho poder y nada de alma, y veo cómo actúan repartiendo vida y muerte, insultándonos y emborrachándose después de la cacería en sus cantinas, siento que vivo en un mundo muy injusto, en el que sigue sufriendo el más débil y el fuerte crea las leyes a su medida. Y juzga y mata a su medida y, en definitiva, actúa solamente para su beneficio y placer.
Si me preguntan algún día por qué lucho, solamente encuentro una respuesta: no soporto el mundo que hemos creado, me duele cuanto más miro. Hay días que me duele tanto que tengo que escoger si merece le pena seguir sufriendo o luchar para cambiarlo, y mi me doy cuenta que tenemos la responsabilidad de luchar por todos lo oprimidos que no pueden hacerlo, séan animales, personas o simplemente seres vivos.

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