Me pierdo entre los colores. Los claroscuros, las luces y los negros contrastes. Me cuesta interpretar, hilar las experiencias, se supone que yo les doy el sentido pero, por lo general, las añado dependiendo de su intensidad y espero que con el tiempo ocupen su lugar en mi.
Inauguraba el fin de semana una batalla campal en Tirso de Molina. Una manifestación fascista permitida delante de la sede de la CNT, un grupo de antifascistas a la carga, la policía disparando bolas, mucho ruido y humo… parece que las elecciones necesitan circo.
El sábado, más lucha. Una manifestación a favor de la caza y sus supuestos derechos; quieren seguir disparando plomo pese a que en el resto de Europa está prohibido y está demostrado que contamina y destruye el medio ambiente en zonas húmedas. Su discurso es el de siempre. Me encanta ver cómo un paleto habla de la actividad cinegética y se manifiesta para seguir matando con plomo, que es más barato que otra munición menos perniciosa para el medio. Un grupo animalista en contra de esos bastardos termina bautizado a hostias y mi hermano aparece en la tele haciendo declaraciones del incidente.
Ayer me bañé de sol, amistad y cerveza en La Latina. Despierta la primavera en Madrid y ya no me levanto con la sensación de tener que sobre vivir a un día más de invierno.
Luego, y con más amigos, visité el templo Hare Krisna, en el que salté tocando el tambor, bailando y rezando dos horas de felicidad. Es extraño pero, a priori, esta práctica de entender el contacto con Dios a través de cantar y bailar es una bonita experiencia de paz totalmente recomendable para todo aquel que parta de un pensamiento abierto, sin premisas chungas que le impidan dejarse llevar un poquito. El vuelo me llevó a la casa encendida en la que sumergido en el futuro digital. Luces, humo y música creaban espacios de psicodelia muy parecidos a los que tiene que ser la nave nodriza de fiesta.
Antes, un oriental hacía bailar arandelas y varitas de metal al sonido de una honda, proyectando el movimiento en una pantalla gigante a modo de un circo de pulgas cibernéticas. ¿Dónde encajo todo? Lo averiguaré.
Últimamente, me despierto con tu nombre en mi boca. Me da miedo porque la situación y las neuronas me dicen que cambie dirección. No sólo te deseo, simplemente empiezo a quererte y siempre que suena ese redoble acabo en la horca. Me da miedo sentir, al marcharte, que tengo más ganas de estar contigo, que me encantaría otra conversación, algo de tiempo, mientras se difumina tu sobra en el asfalto. Y adivino, a lo lejos, un resplandor de algo parecido al mar.
Empieza el lunes, corre...
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Pues si un fin de semana movidito en Lavapies por la mani, que ni nos enteramos hasta al día siguiente que nos lo comentaron y vimos algún coche quemado. Lo de los capullos de los cazadores lo vi en la parada del bus cuando iba camino del retiro.
Sobre la chica con la que sueñas ya me contarás quien de todas es, que me pierdo....
Cuidate, un besito. A ver si quedamos para cenar esos gnochis que nos vas a enseñar..
Publicar un comentario