No se realmente si te conozco, si estás escondida o, simplemente, vives otro momento y otra experiencia, pero antes de que llegues y sea demasiado tarde dar aclaraciones innecesarias, quiero describir sólo una cosa muy difícil de antemano, no en la comprensión, pero sí en la praxis: mi forma de amar.
Durante muchos años he estado acompañado por personas que convivieron conmigo, las amé con todo mi corazón y una parte de mi las querrá siempre, no solo por lo que fueron en el pasado, sino porque el presente y lo que soy, en gran parte, está determinado, para bien o para mal, por esas experiencias que, a la larga, me ayudaron a trazar un mapa de lo que tenía que vivir para crecer.
Puedo confesar con toda tranquilidad que experimenté con toda la intensidad y la veracidad de la que disponía en ese momento. Nunca busqué a alguien a mi lado. La vida se encargó de que me llegara, a veces, de la forma más increíble. Casualmente, mi mundo sentimental está marcado por lo que denomino la ‘maldición de Acuario’. Rara es la vez que alguien de otro signo se acercara y, para ser sincero, no he visto una tipología más libre, inteligente y jodidamente complicada que las chicas de este signo.
Pasé por todas las fases. Desde el celoso adolescente, compulsivo, inmaduro y un poco gilipollas, al adulto irresponsable. Desgraciadamente, cuando decidí que era el momento de adquirir compromisos, la vida me enseñó que muchas veces compartimos experiencias pero una decisión puede originar una catarsis del destino. Cuando pisas el acelerador puedes llegar a sitios inesperados, a verte solo o a comprender que, en lo que tu creías, formaba parte un imaginario amor inmortal, y éste pasó como pasan los años, en los que aparentemente todo permanece y cambia a la vez.
¿Cambiamos?
La esencia, el alma y el caracter no cambia, pero todas nuestras células lo hacen constantemente. No existe la permanencia en la naturaleza. Al igual que la energía de la existencia cambia, las personas que nos acompañan cambian, nosotros cambiamos, y el sueño del amor permanece para quién lo vive o lo anhela. Permanece para los que creemos que lo mejor está esperándonos a la vuelta de la esquina, cuando más perdidos estemos, cuando la renuncia sustituya a la búsqueda. He aprendido que, cuando algo ya no me importa, lo consigo, y que es más fácil aprender que cambiar.
Ya no espero un amor inmortal. Tampoco espero disgregarme en soledad con el paso de los años. Espero que esa luz que no veo, aparezca. La cantidad de tiempo que permanezca junto a mi, me da igual. Lo que le pido es que, lo que viva, sea real, que las palabras den paso a los actos. Espero que quién me acompañe tenga una parte animal, adore la música, tenga inclinaciones espirituales, aprenda a querer a mis amigos y, si puede ser, se siente con mi tribu a tocar los tambores frente al mar. Además, que trabaje para ayudar a cambiar las cosas y entienda que lo que espero, más que grandes logros, es que me acompañe en la lucha para llegar al sol, o para irnos a la mierda si es necesario.
Por último, recurro a algo que escribí hace unos años y que en esencia me describe:
“Me reservas la cara oculta de la luna. La visible es bella pero más efímera, menos imaginativa. Siempre he preferido los espacios por descubrir. Vagar errante tiene ciertas premisas y creo cumplo bastantes. La edad indefinida, el aspecto más fiero que la realidad, la estatura mediocre, más atractivo por lo optimista que por lo bello, delgado de correrías y buenas juergas, gordo de pasta y buen vino, un corazón apátrida con el rugido de los mares del sur en su interior, pocas cicatrices externas y el alma de un pirata gregario, a veces de antaño, y a veces por estrenar.
El entusiasmo a flor de piel, equipaje indispensable, mucha música, payaso por reservado, por lo general falto de sueño, mi única patria lo sabes… tus caderas y el mar.
Te busco desde hace más tiempo que el que es capaz de catalogar mi recuerdo. Llevo 35 años pisando arenas movedizas. Tiendo a estacionarme en el olvido. Reviso atardeceres. Mi oficio ideal es contar olas. Me apenan las flores que mueren en el asfalto. Pierdo a jirones trozos de vida cada año (la intensidad siempre se cobró su precio). Mato mis fantasmas con letra impresa. Ex convicto de tus besos, navego sin bandera a la izquierda de Dios y a la derecha de Baco, rumbo a Venus. Creo que, por eso, me cuesta tanto encontrar la senda de conduce a tu alcoba.
Te vi, te rocé o creí verte en otras mujeres. El tiempo se encargó de demostrarme tu ausencia. No puedo entenderlo, pero cada rasguño en el miocardio tiene un nombre, muchos momentos y un sabor amargo. No espero piedad ni gloria, prefiero que no me toquen los cojones a disfrutar de cinco minutos de victoria efímera. Suplo con humanidad mi falta de inteligencia y aunque, a priori, no lo demuestre ,no tengo ni puta idea de cómo funcionan las bambalinas de este gran teatro de lo absurdo. Me describo para no borrarme, para dejar que caigan los dogmas por su propio peso. Quien tenga el mapa, por favor, muéstreme el camino del país de nunca jamás, pues necesito reunirme con un montón de desconocidos que amo. El oficio de la caballería andante no tiene muchas prestaciones sociales, el sueldo suele ser miserable en comparación a la veces que nos exigen bajar la testuz, y estoy un poquito cansado del minutero y, sobre todo, del hijo de puta del segundero, que corre lentamente, tic, tac, mientras espero anclado a mi nave errante a que aparezcas".
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
3 comentarios:
No es oro todo lo que reluce,
ni toda la gente errante anda perdida.
o, en otras palabras...eso de la maldición de acuario es una patraña!!!
:o)
Fuerza y honor, amigo! Anda, olvídate un rato del amor e indígnate un rato comigo leyendo esto, que me parece increíble:
http://comounlobo.blogspot.com/2007/11/un-mundo-de-locos.html
¿Cambiamos? Cambia nuestra vida, nuestras circunstancias, la posición de las estrellas en el cielo que miramos y nos hacemos viejos (menuda mierda)pero la esencia de lo que verdaderamente somos permanece, porque esa se gesta en la infancia y no hay fuerza humana o inhumana, dolor ni tratamiento psquiátrico que la cambie.
Tu has cambiado poco ¿cómo es posible que sigas siendo tan intenso? Debes estar agotado ¿no? pero echo de menos algo que te definia... ¡tu alegría! ¿donde se ha quedado?
¡Qué definición!,me alucina porque yo no podría ni siquiera intentar definirme minimamente, vivo en perpetua contradicción conmigo misma....
Y por último, ¿existe un amor que no sea inmortal?
Besos
Livi
Ya sabes la aperiencias engañan y hay quien dice cosas por su boca que no siente ni cree. Por eso hay que andar con pies de plomo por este fango.
Publicar un comentario