viernes, 30 de noviembre de 2007

Viernes más viernes menos

Entrar en tus pensamientos, es encender la luz de un hotel de carretera ardiendo, lleno de parejas gimiendo de placer. Luego la apagas y te dejas querer como sólo los que reconocen un refugio inseguro saben hacerlo.

Hacerte el amor es como entrar en una playa de una isla poblada por adolescentes curiosas, dónde incluso las olas te ponen cachondo. Luego se desata la bestia, la que, al amanecer, aprieta por que sabe que queda poco, la música rompiendo todo menos tus gritos, y el desayuno servido rápido para el último antes de marcharnos.

Ni te conozco ni quiero hacerlo. Con saber como bailas samba me basta. Luego le pongo nombre al deseo y dejo de saborearlo tanto; se ama más intensamente cuando sabes que el cuerpo que te hunde las uñas en la espalda, después desaparece para que tengas el resto del tiempo para preguntarte si fue real lo vivido o es falso el resto de lo que pasó por tu cama.

Tranquilo, animal, que ya tienes tu parte por un tiempo.

Que gire la vida que, como siga así, me alojo una cámara en el hombro porque como cuente todo lo que me pasa pierdo la escasa credibilidad que me queda.
Bueno mejor no lo grabo, me lo reservo que así mola más.

No aparezcas más que no puedo moverme y tu casi no podías bajar las escaleras...

jueves, 29 de noviembre de 2007

Vivir de sueños

Vivimos como podemos, colgados de un hilo invisible que une lo que ocurre con la esperanza.

Vivimos de sueños que, por lo general, no se cumplen. De estaciones que cambian: puede ser invierno y sentir la primavera en el corazón que grita que la vida está a punto de estallar y llenar de colores la realidad grisácea. Podemos encontrar la belleza en los sitios inmensos y en la más pequeña de las sonrisas, como si el universo entero conectara la felicidad para seguir sintiendo, como si los planetas giraran la danza de una música inaudible que navega el espacio y crea el ritmo de la vida. Vivimos entre el ruido, las carreras, las personas, los deberes, las heridas, disfrazados de nosotros mismos, reinventando a cada paso el paso siguiente. La música que escucho es la banda sonora de mi vida.

Vivimos rápido y, a veces, en medio del infierno, te descubres más fuerte con más sueños que nunca. Vivimos encerrados en el pensamiento, en la percepción de las cosas, pendientes del móvil, de las llaves, de las facturas, de la salud, de los amigos, de las pérdidas, los aciertos. Vivimos a la velocidad de la vida que nos imponemos, que no tiene nada que ver con los días, con los años, con las horas, que apenas existen cuando sientes muy dentro de ti que todo, incluso el golpeteo de las teclas, ya no existe.

Vivimos escribiendo el papel que improvisamos. No soy ni el rey ni el mendigo, no soy el que trabaja ni el que come, no soy el que duerme y se lava. Soy sólo lo que me hace más grande, lo que con el pasar recuerdo. No soy la voz que clama en este desierto de cemento y multinacionales.

Soy el que busca la belleza en este rastrillo de oportunidades, de vanidades, en el todo a cien de los corazones rotos, entre el golpeteo de las armaduras, acompañado de los que nos reconocemos a la sombra de las estrellas.

Soy el que espera y observa y, en medio de la noche, tiende la mano a las tinieblas, esperando que un corazón sincero la agarre para escribir un relato de amor en esta tragicomedia.

miércoles, 28 de noviembre de 2007

Lo fácil y lo difícil

Cómo puedes explicar que la vida es algo maravilloso para todos los seres que la poseen y levantar con eso una diferencia.

Cómo puedes explicar que la raza, el país del que provienes, la religión que profesas y el nivel de riqueza viene predeterminado; que, en el fondo, no podemos darle valor a los actos que no escogimos; que el hambre y el sufrimiento es igual para todos y no entiende de nacionalidad o condición; que, si no hay sitio para todos, no merece la pena el mundo que estamos construyendo.

Cómo puedes hacer entender que el amor forma parte de lo sagrado, del territorio personal y que es mejor no pronunciarlo si no lo sentimos, que es mejor convivir con la duda que regalar certezas efímeras; que follar por follar es tan bueno como sano y las cosas por su nombre se reconocen mejor; que son igual de importantes nuestros sentimientos que los de la persona que tenemos delante; que disfrazar la verdad para que parezca más bella conduce a la pérdida de lo bello.

Cómo explicar que no hay posesión material que valga más que quién la posee; que no se trata de sumar, sino de igualar en la felicidad; que, cuando menos tuve, más feliz fui; que cualquier tiempo pasado es tiempo pasado y lo importante es sumar experiencias y no apuntar el rastro de dolor que nos infringieron para después cobrarlo con creces.
Cómo puede ser que buscando paz encuentre guerra, buscando amor encuentre soledad, buscando vivir encuentre exigencias continuas y lo más sagrado, que es el tiempo, lo valoremos por lo que conseguimos y no por lo que vivimos, y pasar pasando sin mirar, para ver menos y engañarnos más felices.

lunes, 26 de noviembre de 2007

Felices fiestas

Déjate lleva un poco por la corriente

No te cuestiones cada recodo del camino. No es posible analizarlo todo, obtener respuestas inmediatas de un futuro que siquiera sabes cómo se desarrollará. La mejor forma de sentirte mejor no es buscar una bocanada de aire, una solución inmediata de tu vida, pues seguramente si ocurre eso caería el telón. La mejor forma es ayudar y dejar de mirar sólo a nuestros problemas, nuestro estado de ánimo. Hay muchísimas razones. La vida duele para levantarse y poner en marcha esa parte escondida, que sufre mucho más que la personalidad, mucho más que sentirte querido, algo que también es transitorio y está compuesto de la materia de la ilusión.

Hay una parte que desteta las continuas injusticias, que no entiende de clases ni de normas impuestas, que es sensible al sufrimiento ajeno, y que te repite muchas noches en silencio que, por escasa que sea la contribución personal que estés dispuesto a hacer, el mundo necesita que lo cambien. Las personas, los animales, la naturaleza, el planeta, está sufriendo, está muriendo y necesita que, en medio de todo este caos, dejemos de pensar sólo en nuestros problemas y nos pongamos en marcha.

Trabajar por los animales es la mayor felicidad que últimamente me ha deparado la vida. Siempre que hago algo, por poco que sea (poner un vídeo, repartir un periódico, pegar algún cartel, dar alguna charla, diseñar algo), me olvido de mis problemas inmediatos y me quedo con la grata sensación de sentirme mejor, menos deprimido y con ganas de seguir luchando por lo mucho por hacer y por lo precioso que es el escaso tiempo del que dispongo para cambiar las cosas.

Si sueño con un mundo mejor, sólo puedo hacer una cosa: levantarme y luchar. Mientras alguien sufra, se sienta abandonado o no disponga de alimento y cobijo necesario, mientras alguien nos tienda su mano buscando salir del agujero que sea, hay una razón mejor que mirar continuamente mi polla y lamentarme. Esa medicina no lo cura todo, pero ayer dormí muy bien, como hacía meses que no lo hacía.

jueves, 22 de noviembre de 2007

Antes de que llegues

No se realmente si te conozco, si estás escondida o, simplemente, vives otro momento y otra experiencia, pero antes de que llegues y sea demasiado tarde dar aclaraciones innecesarias, quiero describir sólo una cosa muy difícil de antemano, no en la comprensión, pero sí en la praxis: mi forma de amar.

Durante muchos años he estado acompañado por personas que convivieron conmigo, las amé con todo mi corazón y una parte de mi las querrá siempre, no solo por lo que fueron en el pasado, sino porque el presente y lo que soy, en gran parte, está determinado, para bien o para mal, por esas experiencias que, a la larga, me ayudaron a trazar un mapa de lo que tenía que vivir para crecer.

Puedo confesar con toda tranquilidad que experimenté con toda la intensidad y la veracidad de la que disponía en ese momento. Nunca busqué a alguien a mi lado. La vida se encargó de que me llegara, a veces, de la forma más increíble. Casualmente, mi mundo sentimental está marcado por lo que denomino la ‘maldición de Acuario’. Rara es la vez que alguien de otro signo se acercara y, para ser sincero, no he visto una tipología más libre, inteligente y jodidamente complicada que las chicas de este signo.

Pasé por todas las fases. Desde el celoso adolescente, compulsivo, inmaduro y un poco gilipollas, al adulto irresponsable. Desgraciadamente, cuando decidí que era el momento de adquirir compromisos, la vida me enseñó que muchas veces compartimos experiencias pero una decisión puede originar una catarsis del destino. Cuando pisas el acelerador puedes llegar a sitios inesperados, a verte solo o a comprender que, en lo que tu creías, formaba parte un imaginario amor inmortal, y éste pasó como pasan los años, en los que aparentemente todo permanece y cambia a la vez.

¿Cambiamos?

La esencia, el alma y el caracter no cambia, pero todas nuestras células lo hacen constantemente. No existe la permanencia en la naturaleza. Al igual que la energía de la existencia cambia, las personas que nos acompañan cambian, nosotros cambiamos, y el sueño del amor permanece para quién lo vive o lo anhela. Permanece para los que creemos que lo mejor está esperándonos a la vuelta de la esquina, cuando más perdidos estemos, cuando la renuncia sustituya a la búsqueda. He aprendido que, cuando algo ya no me importa, lo consigo, y que es más fácil aprender que cambiar.

Ya no espero un amor inmortal. Tampoco espero disgregarme en soledad con el paso de los años. Espero que esa luz que no veo, aparezca. La cantidad de tiempo que permanezca junto a mi, me da igual. Lo que le pido es que, lo que viva, sea real, que las palabras den paso a los actos. Espero que quién me acompañe tenga una parte animal, adore la música, tenga inclinaciones espirituales, aprenda a querer a mis amigos y, si puede ser, se siente con mi tribu a tocar los tambores frente al mar. Además, que trabaje para ayudar a cambiar las cosas y entienda que lo que espero, más que grandes logros, es que me acompañe en la lucha para llegar al sol, o para irnos a la mierda si es necesario.

Por último, recurro a algo que escribí hace unos años y que en esencia me describe:



“Me reservas la cara oculta de la luna. La visible es bella pero más efímera, menos imaginativa. Siempre he preferido los espacios por descubrir. Vagar errante tiene ciertas premisas y creo cumplo bastantes. La edad indefinida, el aspecto más fiero que la realidad, la estatura mediocre, más atractivo por lo optimista que por lo bello, delgado de correrías y buenas juergas, gordo de pasta y buen vino, un corazón apátrida con el rugido de los mares del sur en su interior, pocas cicatrices externas y el alma de un pirata gregario, a veces de antaño, y a veces por estrenar.

El entusiasmo a flor de piel, equipaje indispensable, mucha música, payaso por reservado, por lo general falto de sueño, mi única patria lo sabes… tus caderas y el mar.

Te busco desde hace más tiempo que el que es capaz de catalogar mi recuerdo. Llevo 35 años pisando arenas movedizas. Tiendo a estacionarme en el olvido. Reviso atardeceres. Mi oficio ideal es contar olas. Me apenan las flores que mueren en el asfalto. Pierdo a jirones trozos de vida cada año (la intensidad siempre se cobró su precio). Mato mis fantasmas con letra impresa. Ex convicto de tus besos, navego sin bandera a la izquierda de Dios y a la derecha de Baco, rumbo a Venus. Creo que, por eso, me cuesta tanto encontrar la senda de conduce a tu alcoba.

Te vi, te rocé o creí verte en otras mujeres. El tiempo se encargó de demostrarme tu ausencia. No puedo entenderlo, pero cada rasguño en el miocardio tiene un nombre, muchos momentos y un sabor amargo. No espero piedad ni gloria, prefiero que no me toquen los cojones a disfrutar de cinco minutos de victoria efímera. Suplo con humanidad mi falta de inteligencia y aunque, a priori, no lo demuestre ,no tengo ni puta idea de cómo funcionan las bambalinas de este gran teatro de lo absurdo. Me describo para no borrarme, para dejar que caigan los dogmas por su propio peso. Quien tenga el mapa, por favor, muéstreme el camino del país de nunca jamás, pues necesito reunirme con un montón de desconocidos que amo. El oficio de la caballería andante no tiene muchas prestaciones sociales, el sueldo suele ser miserable en comparación a la veces que nos exigen bajar la testuz, y estoy un poquito cansado del minutero y, sobre todo, del hijo de puta del segundero, que corre lentamente, tic, tac, mientras espero anclado a mi nave errante a que aparezcas".

miércoles, 21 de noviembre de 2007

No voy a regresar a la estación de la tristeza

No voy a regalarte el corazón

No voy a negar que de nuevo te quise, pero eso sólo me importa a mí.

Siempre hay una nueva razón para continuar andando. La mía, en muchas ocasiones, es difusa. Esta mañana encontré una canción bonita de Ben Harper & Jack Johnson. Creo que eso es suficiente para darla como válida. El resto tendré que trabajarlo, ratito a ratito. Ya he escrito mucho desde y sobre la tristeza y es por eso que llevo unos días sin publicar en el blog; no porque no escriba -a estas alturas es parte del código personal de supervivencia-, sino porque hay cosas en las que es mejor no solazarse. Y poquito más. No es que la musa enmudezca, es que grita demasiado dentro de mi cabeza.

Ayer me mandaron un mensaje los Dioses que decía "esperanza". Creo que es cierto que es lo último que se pierde y creo que, por esa misma razón, es lo que me queda. El resto es tirar de la madeja de los días para ver qué me espera: si abro la mano y encuentro, en medio de todo este caos, una estrella que siga iluminando; si oriento mi vida en otra dirección y, por fin, acabo contando olas en el mar, o si continúo a la sombra de mi destino escondido en mi trabajo, en mi barrio y en una vida que, inconsciente, acepté, sabe dios en qué momento. Mientras, todo da un poco igual o, por lo menos, trato de que así sea. En fin. Hay días y ese es uno de ellos. Agarro fuerte la espada y sigo caminando. Habrá que crecer...

lunes, 19 de noviembre de 2007

Vamos empatados

Tu, el que te descojonas desde el lado salvaje del espejo, y yo, siempre buscando una pluma más por el camino para que termine de ganarme de nuevos las alas y mandarlo todo a tomar por el culo. Lo siento por los escépticos pero lo ángeles modernos bebemos ron como los piratas, visitamos ciertas alcobas y nos está permitido decir un número indeterminado de tacos. Claro que, esto no es el objeto de nuestro cometido, la verdad, estamos bastantes repartidos.

Están los de los animales, los que se dedican a ayudar a los más indefensos. Son los más locos de todos, siempre comiéndose las flores, los vegetales, los verdecitos por fuera y muy cabreados por dentro, siempre a la gresca por toda la incomprensión que ven por su causa, muy duros y se deshacen delante de una pobre gatita indefensa.

Esos lucharon mucho en la caída. Decían que estaban hartos de las clases y los cielos llenos de estrato y salas VIP, dónde cabían muy pocos y el resto, los más, se quedaban fuera.

Luego están los que, accidentalmente, te acogen para ponerte una copa más, o subirte a un taxi, o jugar cuatro horas seguidas a la play sin parar de descojonarse, los que no te cierran la puerta en la cara y que, si pueden, le ceden el asiento del bus a las señoras de tercera/cuarta edad y las tías buenas, claro.

Están los que te echan un buen polvo cuando la pasión se la comió la tele, o solamente te sonríen de paso, en un vagón de tren, un segundo, sólo un segundo y te olvidas del lunes cabrón y de que estás dentro del metro.

Están las que se dan la vuelta, te miran el examen, sonríen y te pasan un par de preguntas, y tu te quedas pensando que lo que más les importa es que te des cuenta de lo mucho que saben. Reparten café entre los mendigos, cada noche a la misma hora. Esas son las de sexo femenino. Entre nosotros la llamamos las ciencias exactas porque NO DUDAN EN TODO MOMENTO DE CUAL ES EL CAMINO MÁS CORTO PARA LLEGAR A SUBIR DE RANGO. Fíjense lo nervioso que me ponen que escribo en caja alta. Estos son los llamados ángeles sociales. En realidad, evitan miles de suicidios al año, son adictos a las fiestas, al mar, a la compañía de los de su mismo grupo, que son pocos, muy eficaces, y totalmente locos.

De los otros no me está permitido revelar mucho. En primer lugar, porque, dicha sea la verdad, tengo bastante poca información al respecto, y la segunda porque, por lo general, pertenecen a las esferas de poder, son dirigentes de organizaciones dedicadas a salvaguardar derechos. Son muy pocos y muy bien preparados, se camuflan durante mucho tiempo y, aún así, de vez en cuando, perdemos alguno por la presión a la que están sometidos. Éstos, en la lucha de la caída, fueron generales, pero les perdió su propia vanidad y dejaron escapar un grupo de vencidos, que se instauraron en un planeta azul y, por eso, estamos todos, aquí, en la tierra, los vencedores, los vencidos, los hombres y los camuflados, para que rasques el cromo y adivines si sale el 8 ó el 666.

viernes, 16 de noviembre de 2007

Para que amanezca

Estoy poniendo en orden los trozos del pasado que quedan en mi vida. Durante un tiempo, pensé que vivía en el Titanic, entre los restos de un naufragio en el que una parte de mi zozobró. Esa parte apostó el corazón y todo lo que tenía para armar un barco y tomar una dirección muy grande, un camino que unía Europa con América, el tambor Africano con el Sambero. Y viví cosas muy bonitas, encontré a Dios en una selva rota por unas cataratas que te hacían sentir muy pequeño y muy grande a la vez. También aprendí a entender un idioma diferente y otra forma de vida dónde, por lo general, las personas son muy pobres y muy felices, beben agua de coco y los niños juegan todo el día en la calle, muy morenos y con los ojos muy grandes y profundos, tan profundos que parece que te ven el alma cuando te miran.

Todo eso lo guardé en el compartimento de los momentos felices de mi vida. Y cerré ese inmenso baúl con las siete llaves que lo protegen, con la esperanza de abrirlo pronto y añadir más experiencias, porque seguro que ese será el único equipaje que lleve el día que me toque emprender el Gran Viaje.

Después perdí el corazón, el derecho y la cordura, enmudecí durante meses, aprendí a subir los peldaños que conducen a casa y a dejar de sentir que entraba en un cementerio, aprendí a salir a la calle, me emborraché mucho y acabé en la cama con personas que apenas conocía, o que venían de un pasado remoto. En su momento, me ayudó a recuperar algo de auto estima, amistades e, incluso, una mejor forma física. No me hizo feliz pero, por lo menos, vivir así anestesiaba la tristeza. Luego, llegó el verano como un milagro y parte del sol entró en mi corazón para re-despertarlo. Dejé de mirar atrás o solamente a mis pies caminando y me atreví a levantar la cabeza, alentado por muchos cercanos que me tendieron la mano con su infinito amor para subir, peldaño a peldaño, el pozo en el que caes cuando la vida te pide el corazón como peaje para poder tirar "pa’lante". Y arriba, la calle, el mar, la música, paseos y la reconstrucción. Lo malo de las armaduras es que cuando se rompen tendemos a reforzarla mucho para espantar el desastre. Y luego cuesta más moverse con tanto peso.

El verano pasó como un beso de amor rápido y efímero y, en el último suspiro, reapareciste tú, no se si para ayudarme a ordenar el mundo o para activar el miocardio con el electroshock que siempre me produce tu sonrisa... esa es una incógnita que no quiero desvelar. De eso ya se encargarán el tiempo y tú de hacerlo.

Ahora trato de comprar la otra mitad del Titanic para convertirlo en un bote de recreo, trato de motorizar mi vida y borrar del ADN cualquier rastro de tristeza. A veces lo consigo y a veces sigue siendo de noche. Trato de dominar el corazón para que rompa a correr, porque siempre tiene mucha prisa por vivir, y me ato los pies por la noche para no salir corriendo al trantrán del abandono, dónde siempre encuentro a alguien o, directamente, a tu cama.
Intento sofocar el miedo, que no es muy buen compañero de viaje. No sé si estoy creciendo o terminando de hacerme invisible. Sigue siendo de noche, pero ya no es cerrada, hay muchas estrellas que se movieron. De vez en cuando, me sorprende el brillo de Venus y el cielo se está pintando más eléctrico que oscuro. Sigo esperando que pasen muchas cosas y estoy juntando toda la paciencia que tengo para sentarme en mi atalaya y esperar tranquilamente que amanezca. Señor, que amanezca.

miércoles, 14 de noviembre de 2007

Letra del temazo Miedo de Pedro Guerra

Tienen miedo del amor y no saber amar,
tienen miedo de la sombra y miedo de la luz.
Tienen miedo de pedir y miedo de callar,
miedo que da miedo del miedo que da.

Tienen miedo de subir y miedo de bajar,
tienen miedo de la noche y miedo del azul.
Tienen miedo de escupir y miedo de aguantar,
miedo que da miedo del miedo que da.

El miedo es una sombra que el temor no esquiva,
el miedo es una trampa que atrapó al amor,
el miedo es la palanca que apagó la vida,
el miedo es una grieta que agrandó el dolor.

Tienen miedo de reír y miedo de llorar,
tienen miedo de encontrarse y miedo de no ser,
tienen miedo de decir y miedo de escuchar,
miedo que da miedo del miedo que da.

El miedo es una raya que separa el mundo,
el miedo es una casa donde nadie va,
el miedo es como un lazo que se aprieta en nudo,
el miedo es una fuerza que me impide andar.

tienen miedo de la soledad
tienen miedo de la vida y miedo de morir
tienen miedo de quedarse y miedo de escapar
miedo que da miedo del miedo que da

el miedo es una raya que separa el mundo
el miedo es uan casa donde nadie va
el miedo es como en lazo que se aprieta en nudo
el miedo es una fuerza que me impide andar

tienen miedo de caer y miedo de avanzar
tienen miedo de amarrar y miedo de romper
tienen miedo de exigir y miedo de pasar
miedo que da miedo del miedo que da

miedo de mirar el fondo
miedo de doblar la esquina
miedo de quedarse en la oscuridad
miedo de pasar en blanco
de cruzar la línea
miedo de encontrarse solo
de perder las riendas la pose y el equilibrio
miedo de darse por vencido
miedo de vagar sin rumbo
miedo estampado en la cara
o escondido en los sótanos
miedo circulando en las venas
o en ruta de colisión
¿el miedo es de dios o es del demonio?
¿es orden o es confusión?
el miedo es un monstruo
el miedo domina
es miedo es la medida de la indecisión

miedo de arrugar la frente miedo de encarar
miedo de callar la boca miedo de escuchar
miedo de poner la zancadilla miedo de caer
miedo de hacerse a la idea miedo de ilusionarse

miedo de arrepentirse
miedo de dejar para después
miedo de margarse por lo que se hizo
miedo de perder la vez

miedo de salirse de la raya
en el momento definitivo
miedo de morir en la playa
después de beberse el mar
miedo que da miedo
del miedo que da

Despertad de una vez

No os refugiéis en vuestros gigantescos despachos, en las leyes diseñadas a vuestra medida, en vuestros policías, en vuestros ejércitos, en la imposición del mal. Dejad de modificar el destino del pueblo, con vuestros acuerdos miserables. Dejad de arrancarnos la razón, la voz, la palabra escrita, los días. No queremos cambiar nuestro precioso tiempo por vuestro dinero. Cuando llegue el momento, lo quemaremos junto con todo el papel timbrado en el que os escondéis para disipar la justicia y disfrazarla de palabras huecas, para comprar a los que sueñan con techos dorados mientras el resto padece el frío a ras de suelo, el hambre a golpe de visa, la subsistencia como sucedáneo de la vida.

No creemos en vuestros cargos, en las distinciones ni en las medallas que os repartís entre vosotros.

Dejad de gestionar la usura de ‘te dejo tanto y me devuelves el doble’, amparados por el gobierno, por todos los gobiernos, que esperan sacar tajada continua de tu escasa energía.

No sois los dueños de la tierra porque la estáis matando, no sois los dueños de las personas porque no significan nada para vosotros, no tenéis nada más que vuestro dinero y el poder de destruir, de modificar, de no respetar siquiera el destino.

El poder efímero te debilita y te convierte en un siervo en pro de la sin razón o lo políticamente correcto, en pro de aumentar vuestra riqueza en un estado de bienestar al que sólo acceden los señalados por el dedo.

En la naturaleza no existen cárceles ni presos, no existen el trabajo remunerado, no hay escasez de medios, ni dueños ni esclavos.

Regresemos a los árboles, a los atardeceres, al respeto sagrado a la vida, a la tribu, al amor de la manada, al olor de la tierra, al viento de cara, al sueño bajo un cielo estrellado lleno de promesas, muy alejados de vuestra sociedad particular y limitada y muy cerquita de nuestra alma… donde la felicidad sea un bien compartido y no la mentira efímera de unos pocos y el amor no fluctúe en bolsa.


Aclaración, la anterior entrada la escribí sumido en la pena de enterarme del levantamiento del cadáver de un sin techo que pernoctaba en el cubículo destinado a un cajero automático de un banco cercano a casa. Por lo visto en varias ocasiones la policía le instó a que abandonara ese recinto e ingresara en alguno de los albergues de la comunidad. Pero se negó reiteradamente, seguramente el propio abandono o la falta de fuerza le impedía actuar de un forma lógica.
En varias ocasiones pasé por delante de el y no moví un dedo siquiera pensé en ofrecerle un café o simplemente preguntarle si necesita algo. Me resulta demasiado prosaico que un hombre sin nada muera a las puertas de un dispensador de billetes, me resulta demasiado duro pensar que su prueba fue resistir y la mía hacer algo que siquiera me pasó por la cabeza.
La frialdad de la noche madrileña, junto con la frialdad del corazón de las personas que pasamos a su lado sin hacer nada acabaron con su vida. Que donde esté encuentre el amor que le falto en este mundo

lunes, 12 de noviembre de 2007

SIN REMEDIO II

No se si será una enfermedad del nuevo siglo, o si realmente se perdió el oficio por lo poco practicado, o por lo aparentemente inútil del empeño, o por el olvido. También puede que la razón venciera la batalla al sentimiento o la tecnología al arte, para dejar huérfana la profesión de caballero andante, esa que tanto ríos de tinta y sangre hizo correr a lo largo de la Historia.

Pertenezco a una generación a la que no le faltaron las páginas de los hechos del Rey Arturo y sus nobles caballeros, dónde el Quijote era lectura obligada en el instituto, que creció emocionado viendo como Luke Skywalker se convertía en un caballero Jedi, y cuya máxima aspiración era pasearse algún día con una espada de luz entre las manos, matando al cruel enemigo siempre tangible e inmortal.

Ulises31, Rui el pequeño Cid, Excalibur, el inefable Señor de los Anillos en sus múltiples versiones y, por último, y casi a destiempo, los Caballeros del Zodiaco marcaron el demiurgo de un universo en el que los iconos, sagrados o no, correspondían a viejos caballeros con espada o catana en mano. Y eso, acompañado a las propias experiencias y tendencias personales, la verdad, causó mella en más de uno de nosotros.

Es muy difícil hablar del estudio del Bushido o de las reglas de caballería en estos tiempos, es muy difícil describir la vida como una prueba continua, en la que transitas respetando al máximo el prójimo e intentando minimizar cualquier daño a base de cargarte el mundo a la espalda y seguir buscando tu sitio con la idea de no hacer daño, de cambiar lo oscuro por lo claro de las palabras, y de los actos.

No soy un santo ni estoy totalmente loco. Ojala se diera cualquiera de las dos circunstancias. Como todos, me he equivocado y, a veces, e buscado refugio en la caverna, porque enfrentarte al mundo sin cadenas es una ardua y temeraria labor. No he desestimado caminos intermedios, y cuando he visto que la senda que recorría me causaba más infelicidad que aciertos, he cambiado, muy a mi pesar, de dirección, aunque, en la mayoría de las ocasiones, no encontrar estrella que guiase, ni más luz que la de mi propia lamparita interior, ni más brillo que la de mi espada chocando contra el acero.

Todos los saetazos fueron directos al corazón y muchos de ellos no los paré, conociendo incluso la gravedad de la herida que sufriría a posteriori. Pero, eso si es cierto, cuando no me queda más remedio, cuando la tocada de cojones supera lo humanamente soportable, entonces me detengo y ataco con la desesperación del ignorante y con la fuerza del que sabe que, agotadas todas las posibilidades, sólo puede enfrentarse al enemigo, entonces, y sólo entonces, muestro el rostro de la muerte, que siempre me acompañó escondida y que no desenvaino alegremente por el daño que pueda infringir.

Como rezaban las antiguas espadas, no me envaines sin honor si me desenvaines sin razón. Ahora, sólo me queda un camino y tristemente lo acepto: o tu o yo. Lo demás será ficción literaria o carne de pleitos.

Rectificar es de aspirantes.
En la cita o entrada que acabo de releer tras una conversación cercana me he dado cuenta que lo antes expuesto pertenece a un enfrentamiento en el territorio de lo personal. Quiero aclarar que en el caso al que me refiero no busco una venganza, si no que prevalezca lo justo, entendiendo por lo justo lo que beneficie de forma equitatíva ambas partes.
Firmado:: Un aspirante.

miércoles, 7 de noviembre de 2007

De letras y princesas


Hay días que ando por la calle recogiendo letras que perdimos en la vída. Alguna claramente forma parte de palabras e, incluso, de frases que pasaron al viento de una forma casual o intencionada y ahora decoran el suelo de las ciudades.
Las más simples son las letras sueltas, y hace unos años que hay todo tipo de caracteres de diferentes partes del mundo; te dan la posibilidad de componer collages en forma de deseos: cuando lo necesito, formo la palabra paz y -parece mentira- pero algo tan grande se consigue con sólo juntar tres letritas que, por lo general, son bastante fáciles de encontrar cerca de los parques, los auditorios, los templos. Cuando quiero jugar con el destino recojo alguno de los caracteres orientales, esos tan bonitos que encierran todo tipo de buenos sentimientos, y presto más atención para descubrir lo que ocurre porque yo (esto es un secreto) no los entiendo.
Cuando me siento con más fuerzas recojo palabras, algunas son triviales pero necesarias: puntualidad, sonrisa, entendimiento, responsabilidad, gazpacho, verano, calorcito, trabajo. Otras son más alegres y cotidianas: saludo, beso, llamada, gentileza, empatía, sueño, abrazo; y otras son más difíciles de encontrar pero imprescindibles: amor, perro, familia, música, amistad, naturaleza, tú.

Los días de grandes tormentas, cuando la ciudad tirita presa de algún vendaval fuerte, de algún temporal de la clase que sea, el viento se encarga de remover la alfombra semántica que decora el suelo y es difícil poder componer algo coherente, o encontrar algo comprensible. Esos días cierro los ojos y aprieto el paso para llegar pronto a casa y leer un libro con alma, uno de ésos en los que todo está puesto con un orden perfecto y te deja la sensación de que duermes pendido de una estrella en medio de un universo perfectamente armónico,
Cuando llega la primavera, encuentro muchísimas de colores e incluso (esto sí que me sorprendió) algún verano, cerca del mar, he llegado a descubrir algunas fosforescentes que iluminan la noche llenándola de una luz parecida a la que emiten las luciérnagas cuando están felices.
La verdad, no suelo prestar atención a las frases hechas, ni a los largos parlamentos: estoy seguro que esas son las que recogen los políticos y los hombres de negocios. Tampoco suelo recoger nunca números. Bueno, sólo cuando no me queda más remedio. Pero los números están vivos y tienden a juntarse; por eso enseguida se escapan de casa para reunirse con los que juntan números en los bancos.
Cuando creo en algo lo estampo en camisetas, o simplemente lo pongo en una chapita que me pongo para que esas letras realicen su trabajo. Y la verdad muchas veces tienen su efecto.

El otro día descubrí casi sin querer un montón de letras y signos transparentes que marcaban el camino que hay entre tu casa y la mía. Algunas se repiten: son corazones o estrellas de muchas puntas. También había signos de interrogación y flechas que marcaban muchos lugares, títulos de canciones, libros, sitios conocidos y por conocer, nombres de personas que están y que se marcharon. Algunas palabras las conocía muy bien y hablaban de miedo, de noches solo abrazado a la tristeza, y otras me alegraron porque llamaban a la esperanza, a la alegría, a la confianza al amor, pero lo que realmente me tranquilizó fue cuando subí las escaleras que conducen a mi casa y vi que, sin querer, habían apartado para limpiar el trocito de tela que puse a modo de felpudo a la entrada. Y descubrí perfectamente escrito en color rojo tu nombre con típica caligrafía de princesa cagona.

martes, 6 de noviembre de 2007

Lo que no se ve...

Me emociono cuando mondo el corazón y traduzco en palabras lo que siento, y recibo en forma de comentario, mensaje, e-mail o SMS la palabra precisa que cantaba Silvio, de personas que sé que encontré en el camino por que sencillamente somos instrumentos de una misma sinfonía.

Hace mucho tiempo que no creo en la casualidad, casi tanto como cuando decidí que el boli sustituiría la tristeza y seguiría el dictado del que soy para transcribir en tinta, lo que no puedo expresar en lo cotidiano por falta de valor o simplemente por no encontrar la situación propicia para enseñar lo que no se ve. Y este blog nació de la decisión de dejar de almacenar papel tintado en casa o en los bolsillos de los vaqueros. Tengo la absoluta seguridad de que lo mejor que escribí en mi vida (que tampoco es decir mucho, la verdad) se lo llevó la centrifugación de la lavadora.

Dentro de ese universo mágico de lo que no se ve están las continuas muestras de amor de esos los míos, que me acompañan en los aciertos y algún que otro revés que, como a todos, la vida me reserva. Creo que la mejor forma de aprender a amar a nuestro alrededor es encontrando en los demás parte de nosotros mismos, a veces por completarnos, a veces por la diferencia, pero siempre en la igualdad. Y eso más allá de condiciones sociales, sexuales, y educación impuesta o recibida, de tantas diferencias. No me cuesta nada reconocer al niño perdido, aventurero, salvaje, soñador, inconformista y, más allá de cualquier adjetivo, encontrar parte de mi en muchos de los que en estos tiempos de lucha cotidiana, pasaron del pensamiento a la palabra para enviarme una respuesta positiva que reza como en los buenos epitafios: Estamos contigo.

No tengo corazón para corresponder todo el cariño, la preocupación y el amor por parte de los amigos que visitan entre el mar y el asfalto. Lo que queda de eso es sólo la punta del iceberg traducida en algún comentario, y lo más bonito es lo que no se ve, y no sé con cuanto acierto trato de explicarlo para resumir todo el sentimiento en una sola palabra:

Gracias

Sé que transitamos juntos el camino del corazón

lunes, 5 de noviembre de 2007

35 milímetros de realidad.

Intento parar el caos, el desastre cerebral en el que he vivido demasiados años. Demasiada juerga, demasiados compromisos rotos por fuera y dentro de mi. Demasiada gente, a veces colateral, a veces superficial. Demasiadas noches sin dormir, excesos, porros, copas, ruidos, palabras grandilocuentes para cosas muy normalitas. Sensaciones exageradas de una realidad de la que pretendía escapar, para acabar lamentándome de lo que me pasaba o, lo más triste, de lo que no ocurría.

No es quiera restar intensidad a mi vida. La resta es una de las operaciones más dolorosas, a priori, y más refrescantes, a la larga, porque te prepara para enfrentarte desnudo a un ejercito de días vestidos de incógnita. Tampoco espero arrancar de esta jodida personalidad inconformista la pasión, tan necesaria como la música en una buena película. Simplemente estoy tratando de manejar la realidad que tengo a mi alrededor con más dosis de realidad. Sin huidas hacia ninguna parte y sin esperar apariciones de lourdes o bonolotos, que a estas alturas del partido, la verdad, no espero que me toquen (cruzo los dedos para que así sea).

Creo que a los casi 35, es hora de dejar de verme como un adolescente y empezar a entender que no hay edad para hacer las cosas que siempre quisiste hacer y el mejor momento es, sin lugar a dudas, el presente. No renuncio a mi pasado. Seguramente, sin el, no hubiera podido soportar ciertas zozobras. Lo que trato de buscar es un mejor presente. Mirar al futuro es algo que no me permito con frecuencia, ya que, si de algo me ha servido el tramo de viaje que viví, es para darme cuenta de que esa es otra fantasía que puede que no se produzca.

Bendigo cada jirón de mi camino, cada malentendido, cada situación complicada e, incluso, cada despedida. Todo eso me ha llevado a salir esta mañana a la calle y respirar con la tranquilidad necesaria como para darme cuenta de lo bonito del sol de invierno sin esperar que del cielo baje la nave nodriza a rescatarme, no porque éste sea el sitio en el que quiero estar, sino porque es en el que estoy. Además, salí de casa con un beso pintado en los labios, no con una promesa de amor eterno, ni con una pretérita historia de capuletos y montescos, y esas dos simples cosas son lo más real que me ha ocurrido en mucho tiempo.