La herida a veces se abre en los requiebros o cuando más cansado estás, más desprotegido o cuando simplemente llegas a casa sin nadie a quién contarle el viaje.
Acostarte cerca de unos brazos que te acogen, unos ojos que te quieren, los labios que te besan susurrando que en medio de la noche alguien te espera en casa, en los sueños que queden, regalar flores, reír...... sentir que al día siguiente merece la pena levantarse y seguir luchando.
Quizá tenga que romper la idea de hacerlo por alguien o por algo, aceptar que es por mi, apretar el paso si escucho a la tristeza persiguiéndome, y sumergirme de nuevo en el mundo de la búsqueda en vez de lamentarme tanto de la soledad, que como las buenas amantes es a veces dulce y otras una bestia. Sea el sino el que me condene y yo mismo el que me redima, me entrego desnudo y frenético al abandono del viernes gris que promete conatos de luz siempre adictivos.
Que lo bailemos bien.
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