Si recargo energía y la sombra que vive a mi lado espera que sople el viento a favor y me lleve lejos del mundo y muy cerquita del mar, dónde pueda decir que no me importa si estoy.
Si rompo de un balazo la cadena que me une al recuerdo, a la locura y al amor, me desnudo y entro en un océano de estrellas, es sólo porque el granito, las horas, las mañanas de agenda llena, los números verdes o rojos, los metros cuadrados, el encantado de conocerle y adiós muy buenas, las ínfulas de Armani y el tipo de llantas magníficas del coche me da totalmente igual.
A veces, pienso que en una vuelta de tuerca inexplicable, aparecí en este planeta tan bonito, habitado por personas tan extrañas. Al principio, tenía la sensación de pertenecer a otra época pretérita. Con el tiempo, me he dado cuenta de que no es así, sino a otra galaxia. Seguramente porque, al crecer, quise ser extraterrestre, mientras los que tenía cerca quisieron ser gerentes, o encargado, o comerciales, o médicos. Yo, que renuncié al sueño de ser pirata por el de sobrevolar las estrellas, me encuentro encerrado, rodeado de personas y muy solo.
Menos mal que, de vez en cuando, encuentro alguno de los míos y me regala alegría para vivir, o algo que aprender o, simplemente, una bonita canción.
¿Encontrare la nave?
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Este comentario parte de un Gerente Comercial.
Uno de esos que tú pones "al otro lado" de entre los buenos y los menos buenos.
Uno de esos que disfruta con esas mismas cosas con las que disfrutas tú.
Con las mujeres, el vino, y la poesía.
Con la amistad, con el mar y con las risas.
Soy uno de esos que ha encontrado el punto medio, ese en donde se equilibran el espíritu y la carne, los sentimientos y lo material, lo Divino y lo humano.
Estás perdido, desubicado, pero lo estás por no haber encontrado el punto medio.
¿Quien dijo "en el punto medio está la virtud"? ¿Fué Confucio? si no fué él lo debió haber dicho...
Amigo mío, te tiendo la mano para que asomes la cabeza a través de ese manto de melancolía que te envuelve, y sin dejar de cubrirte con él, descubras, que fuera hay luz y que con ella podrás ver las cosas más claras, podrás volver a meterte debajo de tu melancólica manta cuando quieras, pero siendo consciente.
No vives en Marte, lo haces en la Tierra.
No eres Marciano, sino Terrícola.
De hecho un Marciano te vería - probablemente - como comida, un Terrícola lo hará... como un espíritu envuelto en tu cuerpo.
¡¡Vive!! ¡¡quédate aquí!! ¡¡con nosotros!! con los Abogados, los Gerentes, los mendigos y los melancólicos... y sobre todo... con tus amigos.
Publicar un comentario