jueves, 18 de octubre de 2007

Del azul al rojo

Sobre el azul infinito, entre la desaparición y el confín de la línea del horizonte, andábamos tratando de perdernos el uno del otro, y sin siquiera buscarte.
Miraba a un lado y me sorprendían tus ojos, en el sitio dónde se forjó la primera sonrisa, la primera nota musical, la caricia, los azules del verde al profundo y marino que duerme en mi alma.
Tú, que nunca fuiste, y yo, que siempre soy, la promesa del atardecer me acompaña entre las páginas del pasado, la música que nos regalamos, el tiempo, alguien que se parece mucho a mí, pero más joven, espera sentado en un portal del que estaba seguro que nunca saldrías para terminar abrazándote, cerquita de la tienda tonta y boba de uniformes. Verte después salir corriendo para no encontrarme, y regresar con la nieve del tiempo en tu pelo, tan cerca de dónde vivimos, como siempre y por casualidad tan cerca.
Dejo la espada para jugar con muñecas y un estoque me revienta en medio de la noche. Otra vez el suspiro a la callada, mirar con hambre de tu cuerpo, ver cómo se evapora tu sombra y esa oscuridad a la que no quiero volver a enfrentarme, me pide que te guarde congelada al ladito de los guisantes, mi sexo me pide que te guarde en la mesita de noche y mi cabeza me grita corre, todo al mismo tiempo. Al corazón no lo dejo hablar, que ése está es cuarentena esperando un transplante en rojo.

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