jueves, 4 de octubre de 2007

EL VALOR DEL DESPERDICIO

Me acompaña un regimiento de perdidos, de desesperados, de desahuciados, de gente en paro, que apenas tienen estudios, que apenas tienen ninguna oportunidad de salida, que siquiera entienden del todo el idioma que habla el resto.

Me acompaña una legión de ex personas reducidas a la búsqueda del mendrugo de pan y a solucionar el día como puedan que, de tanto renunciar, renunciaron a si mismos. La fortuna es un pájaro que nunca voló sobre sus cabezas. La alegría es una estación de tren que recorrieron en su infancia los más afortunados, y el amor es el recuerdo de unos brazos extenuados que conocieron muy lejos y hace mucho tiempo, y unos ojos que no puedes olvidar.

Me acompañan miles de personas que saltaron fronteras por el aire, el mar o la loca carrera; que viven de la explotación, la limosna, las drogas o el robo; que dejaron todo lo que no tenían, para encontrarse con todo lo que no tienen.

Me acompañan hombres y mujeres de todo el Globo: África, Sudamérica, Los Balcanes, Oriente… del mundo entero. Huyeron de Dios sabe cuántas dictaduras, injusticias, miseria, enfermedad y sufrimiento. Escaparon, arriesgando su vida, para dar esperanza a sus familias y no encontraron ni vida ni esperanza, ni nada.

Son como yo o mejores, tienen sentidos, sentimientos, cuerpo, necesidades. Piensan, sufren y padecen igualito que yo.

Pero no tienen nada, ni país, ni papeles, ni dinero.

Y POR ESO, SU VIDA SÓLO ES UNA MIERDA MÁS, TIRADA EN LA CUESTA MI CALLE

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