miércoles, 20 de junio de 2007

de mi cama y tu recuerdo


Reviso las cosas que creí aprendidas, me quedo con muy pocas, son inexactas , no existen los días, siquiera los lunes cabrones, la realidad lineal que me enseñaron no es más que una alegoría de el extraño pasar del tiempo, preferiría contar los latidos del corazón y ponerles un número, hacen tres millones ciento ventiun latidos que no soy capaz de olvidarte, ocho noches que intento apartar de mi cama tu recuerdo, siete amaneceres que no amanecen, tic tac, pum, pum. Hacen demasiadas horas que perdí mi sombra y sigo siendo el eterno niño que necesita una mano al lado para cuando el camino se torna oscuro, y las primaveras mueren al cerrar la puerta de tu casa y despedir de nuevo a mis sueños. Me falta un trocito, camino a mi manera a tropezones, recibo todos los golpes en la misma diana.
Fuente seca derrama generosa el agua pura que rebose el hueco de mi mano huérfana de la tuya, el amor vive escondido detrás del país de nunca jamás sigo buscándolo, Reconozco en otros mi mirada, somos muchos los niños perdidos, horizonte plano, solo un mar bravo al frente, bajel velero antaño temido cambia el rumbo de su estrella para perderla de nuevo y reconocer el mismos punto de partida, un poco más viejo, un poco más cansado pero nunca vencido.
Cronos respeta mi recuerdo, no te alimentes de mi pasado. No dejes que muera engullido por la rutina, son pocas las luces y siempre terminan apagándose. Pondré una flor viva en el altar de venus, buscaré la constelación perdida que me conduzca a tus sueños, prefiero seguir deshaciéndome a claudicar y sentarme a ver la tele mientras narcotizo mi existencia.
Solo me queda un miedo, el de tu partida desgraciadamente lo conozco, es amargo, sordo, incalculable. El otro sigue en la sombra a ese no he encontrado las fuerzas para enfrentarme, nunca es mucho tiempo para el viajero. Mañana es solo una promesa, para quien sueña el sueño de la vida, ahora solo puedo agarrar con fuerzas el timón y esperar que cese la tormenta, no me queda otra opción, desconozco donde quedó el mapa que marca el tesoro escondido para escapar de este ensueño que murmura a mi oído izquierdo soledad, mientras un viento salvaje me conduce a ninguna parte.

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