Siempre es de noche, siempre espabilo cuando se esconde el Sol. Cuesta dormir cuando piensas, cuando tu ADN te recuerda que vives en un mundo en tinieblas y estás fabricado para transitar en el infierno de asfalto.
Ya no quería escribir, incluso íntimamente pensé en matar de coma etílico a "entre el mar y el asfalto", que me ayudó a renacer y, ahora, pierde un poco el sentido de isla para convertirse en un diario de abordo, trasnochado y repetitivo en muchos casos. Siempre pensé que los diarios eran patrimonio de adolescentes viciosas (buenísimas claro) y me descubro mal alimentando uno digital. Pero no puedo. Es superior a mi. No es muy inteligente seguir el instinto de salir a la calle con una escopeta en la mano para intentar arreglar las cosas y acabar entre barrotes con un nuevo amigo no invitado en mi culo. Escribo por que ya me rompí la voz de gritar, me sequé de llorar y es la única manera de sacar de mi cuerpo la tinta.
No aguanto más a un líder de un partido que esgrime cómo cultural, tradicional y costumbrista la vergüenza de la caza y de la mal llamada fiesta nacional, que no es más que un puñado de insensibles (perdón, mejor de hijos de la gran puta), que lo mismo disfrutan matando animales que observando su tortura como si de un espectáculo cultural se tratara.
No entiendo cómo una persona así, falta de la más simple sensibilidad que es la del respeto con los seres vivos, puede acceder al estrato de la clase política dirigente en representación de un sector grande de población española que, presumo, comparten el mismo amor por la naturaleza.
Pero esto no es lo que me ha encendido esta mañana. Ha sido que una compañera me cuenta que en Moratalaz, en la plaza contigua a su vivienda, malvive una colonia de gatitos que alimentan entre algunos vecinos, y hay un grupo de chavales que para entrenar a pelear sus perros pitbull los sueltan para que maten los gatos.
No puedo dejar de recordar la peli en la que un francotirador apostado mata rezando para que dios guíe sus balas. Me imagino apostado en la ventana del edificio de mi compañera esperando que asome el dueño de uno de esos perros y volarles la tapa de los sesos mientras celebro místicamente cada impacto certero.
La parte consciente me dice que, de tratar con tanta mierda e insensibilidad, algo se pega y de nuevo siento el desprecio absoluto a mis semejantes, la raza inhumana, que más que vivir, esta destruyendo moral y físicamente este planeta.
Escribo para sobrevivir, porque me sustenta la ilusión de que la palabra es más fuerte que la violencia, pero en estas ocasiones no encuentro palabras que cambien la sociedad en la que sobrevivo. Seguro que esta noche tengo de nuevo una cita con el insomnio.
martes, 26 de febrero de 2008
martes, 12 de febrero de 2008
Una forma de crecer es renunciar
La situación de renunciar a algo o alguien, al camino que nos muestra y un destino que no es certero pero fácilmente imaginable, porque ya lo vivimos de alguna forma, porque ya apostamos y perdimos. No retorno a caminos andados, que la personalidad se reafirma y cuando no tienes resortes para mantenerte firme y dominar el animal, la mejor opción es no estar, evaporarse y brindarle a la vida la oportunidad de mostrarte otro camino, otra persona o simplemente otra forma de querer más cercana, más parecida a la que tu ser tiene cuando se viste o, mejor dicho, se desnuda de amor.
Y de tanta poesía, callejismo fandango y cañita a la luz de la guitarra, de tanto andar y andar a corazón abierto, amores nuevos, viejos y demasiadas despedidas, empiezo a amar la copla. Igual es que la armadura resulta que es una cota de malla y en el fondo sigo caminando desnudo, buscando una luz que aveces titila a lo lejos o se me muestra fugaz, seguramente fruto de alguna ensoñación momentánea porque al seguirla, siempre es más rápida que mi paso.
Y cambias el rumbo, pero cuando no sabes dónde quieres ir, no llegas a ninguna parte, que suele ser el punto de partida donde, paralizado, sueñas con atardeceres en el mar en una cárcel de cemento que te rodea y proyecta una sombra sobre tu alma con nombre de ciudad, con nombre de mujer, con el deseo en la boca.
Buscas nuevos altares que silencien la sin razón y otros olores, otras miradas florecer como el almendro y pintar un matiz blanco en un desierto gris en llamas, y permaneces al antojo del destino mientras vislumbras de nuevo un brillo fugaz que sigues sin certeza ninguna de su existencia pero, real o no, es la única luz que ofrece el horizonte.
Y de tanta poesía, callejismo fandango y cañita a la luz de la guitarra, de tanto andar y andar a corazón abierto, amores nuevos, viejos y demasiadas despedidas, empiezo a amar la copla. Igual es que la armadura resulta que es una cota de malla y en el fondo sigo caminando desnudo, buscando una luz que aveces titila a lo lejos o se me muestra fugaz, seguramente fruto de alguna ensoñación momentánea porque al seguirla, siempre es más rápida que mi paso.
Y cambias el rumbo, pero cuando no sabes dónde quieres ir, no llegas a ninguna parte, que suele ser el punto de partida donde, paralizado, sueñas con atardeceres en el mar en una cárcel de cemento que te rodea y proyecta una sombra sobre tu alma con nombre de ciudad, con nombre de mujer, con el deseo en la boca.
Buscas nuevos altares que silencien la sin razón y otros olores, otras miradas florecer como el almendro y pintar un matiz blanco en un desierto gris en llamas, y permaneces al antojo del destino mientras vislumbras de nuevo un brillo fugaz que sigues sin certeza ninguna de su existencia pero, real o no, es la única luz que ofrece el horizonte.
jueves, 7 de febrero de 2008
a un amigo
Me manda un amigo música bonita para escuchar estar tarde. Es antigua y remasterizada, con mucho arte, entre lo clásico y con cierto toque electrónico de los 60. Detrás de mi escritorio de trabajo, un ventanal inmenso ilumina la tarde extraordinariamente soleada para esta época del año.
Es extraño, pero hay personas que por poco que hagan te tocan el corazón. A él, en concreto, lo conocí hace unos años de forma casual en los pasillos del edificio en el que trabajo. Al poco de vernos, empecé a darme de cuenta que, siendo muy diferentes y perteneciendo a lugares lejanos, teníamos en lo interno algo en común, que supera las aficiones musicales o literarias que solemos compartir.
Recientemente, ha tenido que superar la dura prueba de perder a dos familiares cercanos en menos de un mes. Y, desde esta ventana abierta al cosmos, quiero decir que, en esos momentos tan difíciles, no le he visto lamentarse de lo vivido, no le he visto manifestar un dolor inmenso ni queja ante la perdida. Es más, cualquier referencia a estas personas siempre fue desde el cariño y la admiración, no desde la pena. He de reconocer que, en lo personal, está siendo un ejemplo de entereza ante lo inexorable, porque lo estoy viendo encontrar respuestas y buscar crecer para aprender de estas experiencias.
No es más que lo que esperaba, pero es una enseñanza muy grande para mí observar como ha reaccionado y, desde esta situación de observador, simplemente quiero decir que, en las personas que el destino nos regala el compartir juntos una parte del sendero de la vida, tenemos muchas cosas que aprender. En esta ocasión, en ti tengo, además del cariño, una maravillosa enseñanza.
Desde esta inexistente tribuna te mando la fuerza y la admiración para, simplemente, recordarte –sé que no es necesario-, que te quiero y me hace inmensamente feliz ver cómo reaccionas ante los reveses del destino.
De tu amigo, Christian.
Es extraño, pero hay personas que por poco que hagan te tocan el corazón. A él, en concreto, lo conocí hace unos años de forma casual en los pasillos del edificio en el que trabajo. Al poco de vernos, empecé a darme de cuenta que, siendo muy diferentes y perteneciendo a lugares lejanos, teníamos en lo interno algo en común, que supera las aficiones musicales o literarias que solemos compartir.
Recientemente, ha tenido que superar la dura prueba de perder a dos familiares cercanos en menos de un mes. Y, desde esta ventana abierta al cosmos, quiero decir que, en esos momentos tan difíciles, no le he visto lamentarse de lo vivido, no le he visto manifestar un dolor inmenso ni queja ante la perdida. Es más, cualquier referencia a estas personas siempre fue desde el cariño y la admiración, no desde la pena. He de reconocer que, en lo personal, está siendo un ejemplo de entereza ante lo inexorable, porque lo estoy viendo encontrar respuestas y buscar crecer para aprender de estas experiencias.
No es más que lo que esperaba, pero es una enseñanza muy grande para mí observar como ha reaccionado y, desde esta situación de observador, simplemente quiero decir que, en las personas que el destino nos regala el compartir juntos una parte del sendero de la vida, tenemos muchas cosas que aprender. En esta ocasión, en ti tengo, además del cariño, una maravillosa enseñanza.
Desde esta inexistente tribuna te mando la fuerza y la admiración para, simplemente, recordarte –sé que no es necesario-, que te quiero y me hace inmensamente feliz ver cómo reaccionas ante los reveses del destino.
De tu amigo, Christian.
miércoles, 6 de febrero de 2008
El año de la rata de tierra
Ni dragón, ni tigre, ni serpiente. Este año que para millones de chinos comienzan hoy es el de la rata de tierra. Será de grandes contrastes, tsunamis e incendios mentales con una mezcla hilarante de magia y atractivo. Un año de búsqueda en lo intelectual, de un espacio común y de regreso al hogar místico. Podéis consultar en el maravilloso libro de predicciones para el 2008 de Ludovica Esquirrru que, además de ser medium del oriente, firma sus visionarias revelaciones con sus iniciales LSD. ¿Se puede ser más divina? Decididamente, no. Para medio mundo empieza el año de nuevo y sólo puedo, desde la comprensión de un loco universal, desear a todos que una rata de tierra feliz nos acompañe durante este periodo. Felíz año 4705
martes, 5 de febrero de 2008
Hay una parte de mi que quiere alejarse de todo. Es esa parte que no comprende mucho de lo que ocurre a mi alrededor, es esa parte que extraña vivir cerca del mar junto a la gente que quiero. Añora las hogueras para apagar el frío, el sol que te despierte de cara, recoger de la tierra lo que voy a comer, cocinar para todos, con un vaso de vino blanco en la mano y música bonita de fondo.
Hay una parte que pasea por las tardes por la playa con muchos perritos, y hay alguien junto a mi a quien dar la mano y darme cuenta de que no estoy tan sólo como en mi cama en las noches de invierno.
Hay una parte que adora el sur y necesita amaneceres y tocar el tambor con un grupo de músicos locos.
Hay un trozo de mi alma que se emociona bajo las estrellas, que busca la capa y la espada en las calles empedradas; no tiene dueño ni es del todo de ningún sitio, y espera mirando al horizonte a que vengas, estés dónde estés, porque no puedo renunciar a amar y seguir luchando entero cuando no lo estoy.
Ya no sé si toco el cielo o mantengo un pié en el infierno, pero nada es suficiente cuando te despiertas con hambre de vivir; nada es suficiente cuando ves tantas razones para luchar a tu alrededor y añoras en medio del campo de batalla alguien en quién pensar si llega el golpe certero.
Hay una parte que pasea por las tardes por la playa con muchos perritos, y hay alguien junto a mi a quien dar la mano y darme cuenta de que no estoy tan sólo como en mi cama en las noches de invierno.
Hay una parte que adora el sur y necesita amaneceres y tocar el tambor con un grupo de músicos locos.
Hay un trozo de mi alma que se emociona bajo las estrellas, que busca la capa y la espada en las calles empedradas; no tiene dueño ni es del todo de ningún sitio, y espera mirando al horizonte a que vengas, estés dónde estés, porque no puedo renunciar a amar y seguir luchando entero cuando no lo estoy.
Ya no sé si toco el cielo o mantengo un pié en el infierno, pero nada es suficiente cuando te despiertas con hambre de vivir; nada es suficiente cuando ves tantas razones para luchar a tu alrededor y añoras en medio del campo de batalla alguien en quién pensar si llega el golpe certero.
viernes, 1 de febrero de 2008
Al niño que me recordó la sonrisa
He dejado pasar unos días de reflexión después de la acción del pasado fin de semana porque necesitaba asimilar lo vivido. Pero la vida continúa con la misma intensidad y unos acontecimientos solapan a otros, y no dan tregua ni demasiado tiempo al análisis.
Realmente, vivimos en el mundo de la acción y pienso que a mi edad, los 35, es cuando alcanzas la velocidad de crucero idónea. En la infancia, el tiempo adquiere una dimensión mayúscula; todo transcurre lentamente mientras, al crecer, sin saber porqué, los acontecimientos se aceleran.
Pienso que el tiempo tiene una doble realidad. Una la delimita nuestra conciencia y otra los años vividos. Esto nos da la posibilidad de aprender y no pensar que las experiencias tienen una edad definida.
Todo cuanto podamos aprender lo arrancamos de ese espacio hueco que nos separa de la simple suma numérica. Así, pido un año lleno de experiencias felices que hagan que crezca: de experiencias, de lucha para no dejar que ni siquiera bostece mi alma en guerra y, porqué no, de experiencias de Amor para identificarme más, aprender más y aprovechar el ritmo que esas dos agujas marcan.
Da igual la edad que tengas; siempre puedes abrir tu corazón y tu mente para aprender. Las vivencias no tienen edad. Las verdaderas experiencias hacen grandes a los que las viven y la sabiduría y el amor son para todos.
Realmente, vivimos en el mundo de la acción y pienso que a mi edad, los 35, es cuando alcanzas la velocidad de crucero idónea. En la infancia, el tiempo adquiere una dimensión mayúscula; todo transcurre lentamente mientras, al crecer, sin saber porqué, los acontecimientos se aceleran.
Pienso que el tiempo tiene una doble realidad. Una la delimita nuestra conciencia y otra los años vividos. Esto nos da la posibilidad de aprender y no pensar que las experiencias tienen una edad definida.
Todo cuanto podamos aprender lo arrancamos de ese espacio hueco que nos separa de la simple suma numérica. Así, pido un año lleno de experiencias felices que hagan que crezca: de experiencias, de lucha para no dejar que ni siquiera bostece mi alma en guerra y, porqué no, de experiencias de Amor para identificarme más, aprender más y aprovechar el ritmo que esas dos agujas marcan.
Da igual la edad que tengas; siempre puedes abrir tu corazón y tu mente para aprender. Las vivencias no tienen edad. Las verdaderas experiencias hacen grandes a los que las viven y la sabiduría y el amor son para todos.
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