jueves, 17 de julio de 2008

Ayer se abrió una puerta

Nació Daniel. Pesa 4.230 gramos y mide 53 centímetros. Para mi no es simplemente un nacimiento. Es el hijo de dos personas que forman parte de la familia espiritual que siempre me ha acompañado, y siento una gran emoción al saber que llega uno más de los nuestros. En esta ocasión me cuesta mucho encontrar las palabras que puedan definir mis sentimientos y realmente las puedo resumir en una: amor.
Esto no es una felicitación; es un agradecimiento a mi hermano Coche quien, durante 27 años, me regaló su amistad incondicional a prueba de tiempo y decepciones, y supo con su inmensa sabiduría iluminar los peores momentos de mi vida recordándome en éstos, que, pase lo que pase, no estoy solo.
A él, a Anita, que tanto amor y comprensión me brindó desde el primer momento que nos conocimos, hasta la maravillosa amistad que en la actualidad tenemos, por todas las cosas bonitas que me ha enseñado, por todo el amor demostrado, porque durante mucho tiempo fuisteis una razón poderosa para seguir luchando, muchas veces sin saber por qué, o con la única alegría de saber que nos volveríamos a ver pronto. Por los atardeceres cerca del mar, por vivir en el Sur, donde con tanta facilidad encuentro al dios escondido, y porque con amigos como vosotros merece la pena seguir viviendo, Gracias.
La familia consanguínea viene ya determinada desde nuestro nacimiento. La espiritual es la suerte de luces que encontramos durante el tránsito de nuestra vida, y en esa familia acabamos de incorporar un miembro nuevo. Como dice mi hermano Pedro: ya somos padres.
Todas las bendiciones, todos los dones y en especial te deseo, Daniel, que Jano, el de las puertas, tú que acabas de cruzar el umbral, te acompañe, te bendiga y sea tan generoso como lo fue conmigo dándome la oportunidad de transitar el sendero con tus padres cerca. Pronto te conoceré, más adelante nos reconoceremos...
Desde el corazón
Christian

jueves, 10 de julio de 2008

tuerca&tornillo


Se denomina tuerca a la pieza roscada interiormente, que se acopla a un tornillo formando una unión roscada, fija o deslizante, pero siempre acojonante.